lunes, 29 de julio de 2013

“Usted es un ángel”

A continuación publicamos un artículo extraído del diario El País.
 
Un hombre entra en la sala de espera de cuidados intensivos del hospital Clínico, pero no se sienta. Camina arriba y abajo, nervioso. Se retuerce las manos. Cuando sale un médico a informar a una familia, se lanza hacia él. Pregunta por alguien, una mujer. "Está dormida", musita mientras se da la vuelta y vuelve a su paseo intermitente. Es guardia civil y por eso no quiere dar su nombre. Para la familia de Elisa Soler, una mujer venezolana de 52 años que el miércoles viajaba con su hija en el Alvia accidentado, es "un ángel". Aquella noche, tendida en la vía y con la pierna destrozada, fue él quien estuvo a su lado, cogiéndole la mano, hasta que una grúa levantó el vagón que le oprimía la pierna y pudo ser liberada. "Tengo que verla", repetía ayer el hombre.
 
Y lo consiguió. "¿Tú eres el que la salvaste? Gracias por todo, de verdad. Es mi sobrina. Que Dios te dé mucha fuerza y mucha vida". El encuentro entre la familia de Elisa y el guardia civil emocionó a quien lo presenció en la sala de espera. "He estado en muchos accidentes, en accidentes horribles, pero nada que se parezca a lo que vimos allí. Muertos encima de vivos, personas pidiendo ayuda por todas partes. Recuerdo a un chico que estaba atrapado y golpeaba su móvil contra algo metálico para que le oyéramos, porque no podía hablar. Toc, toc", recordaba ayer el hombre.
 
 "Ella estaba tendida en la vía. Me agaché y me cogió muy fuerte del brazo. Busca a mi hija, me decía. Se llama Verónica y tiene 15 años. Busca a mi hija. Estuve con ella hasta que llegó la grúa, levantaron el vagón y la evacuaron. Tengo que verla", repetía.
Haciendo algunas llamadas, recopilando datos, el hombre llegó a saber dónde estaba ingresada la hija de Elisa. El viernes por la mañana fue a visitarla al policlínico La Rosaleda. La encontró con una pierna y un brazo rotos, pero en bastante buen estado. "La niña, al saber la historia, le dijo que había sido un ángel, y él respondió que no tanto, porque había muchos a los que no habían podido salvar", contaba ayer María Antonia, una de las hermanas de Elisa, recién llegada de Colombia para estar junto a su hermana y su sobrina heridas: "Gracias a lo que él nos ha contado sabemos qué pasó. Suponemos que mi hermana salió volando, despedida del vagón. Estaba atrapada, pero en ningún momento perdió la consciencia. Y debió de aferrarse a él".
 
Elisa no puede hablar, porque está intubada; necesita ayuda para respirar. Pero ayer, según contó su hermana María Antonia, hizo que sí con la cabeza para indicar que se acordaba del guardia civil, claro que se acordaba: "Le recordó perfectamente. Antes de hacerle pasar, le dijimos que había alguien que quería verla. Se emocionó mucho al verle". A la salida, otra vez en la sala de espera, el hombre estaba emocionado. "¿Te conoció?", le preguntó Esther. "Sí, sí", decía él, al borde de las lágrimas. "Contestaba con la cabeza que sí o que no. Le dije que había visto a su hija y que estaba bien, que estuviera tranquila. En la vía me pidió que buscara a su hija, pero la niña ya había sido evacuada, aunque yo no lo sabía", contaba el hombre, aún con los patucos estériles puestos.
 
Al rato se marchó. Seguía emocionado. "Estoy segura de que volverá a visitarla. Se ha ido satisfecho por haberla visto, pero se le ve muy afectado por todo lo que ha sucedido", reflexionaba María Antonia.
 
El hospital Clínico, el que ha tratado a los heridos más graves del accidente del Alvia, tenía ayer 46 personas ingresadas, 27 de ellas en unidades de críticos. Ismael hacía guardia en la puerta de la unidad infantil de cuidados intensivos. Su hija Lucía, de 11 años, se rompió las dos piernas en el accidente. Viajaba con sus tíos, que también resultaron heridos, a Santiago a pasar unos días de vacaciones. "La operaron ayer y está recuperándose. No se acuerda de nada", decía aliviado. Lucía es uno de los tres niños que ayer aún seguían en la UCI pediátrica.

miércoles, 24 de julio de 2013

¡¡¡SIEMPRE PRESENTE!!!

"Si Castilla muere, España muere. Mientras Castilla esté dormida, dormirá España."
 

miércoles, 17 de julio de 2013

En el 77 aniversario del comienzo de la Guerra Civil Española

Se cumple el 77 aniversario del comienzo de la guerra civil española, provocada por un Frente Popular que precisamente no poseía ningún talante democrático, sólo hay que ir a los hechos históricos para esclarecer la verdad. 
 
Los falangistas participaron activamente en aquella guerra de liberación, dejando su sangre, como tantos buenos españoles, por la mejor de las causas, que no era otra que la defensa de Dios, de España y de la justicia, corrompidas por el odio rojo. Un  ejemplo de ésta inquina contra España y a todo lo que representa, por parte de ésta “gente”, fue el repugnante lema “Viva Rusia, muera España”.
Entre otros sucesos, el desencadenante de la guerra fue el asesinato por parte de los socialistas del diputado José Calvo Sotelo. A continuación os invitamos a ver el episodio sobre el hecho, incluido en una serie de 13 capítulos que analiza la Guerra Civil con motivo del 75 aniversario de la contienda, con el título “Mitos al descubierto”. El trabajo, elaborado por el Instituto de Estudios Históricos del CEU, cuenta con dirección y guión de los historiadores Alfonso Bullón de Mendoza y Luis Togores, e incluye gran cantidad de imágenes históricas, así como recreaciones fidedignas elaboradas con elementos de época.

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José Antonio Primo de Rivera, al igual que Ramiro Ledesma, Onésimo Redondo o Julio Ruiz de Alda, sufrió la saña de aquel Frente Popular, el cuál combatió hasta el último segundo de su ejemplar vida. El 17 de julio de 1936, unos meses antes de ser asesinado por el terror rojo, dejó escrito su último manifiesto desde la cárcel de Alicante:
 
Un grupo de españoles, soldados unos y otros hombres civiles, no quieren asistir a la total disolución de la Patria. Se alza hoy contra el Gobierno traidor, inepto, cruel e injusto que la conduce a la ruina.
 
Llevamos soportando cinco meses de oprobio. Una especie de banda facciosa se ha adueñado del Poder. Desde su advenimiento no hay una hora tranquila, ni hogar respetable, ni trabajo seguro, ni vida resguardada. Mientras una colección de energúmenos vocifera –incapaz de trabajar– en el Congreso, las casas son profanadas por la Policía (cuando no incendiadas por las turbas), las iglesias entregadas al saqueo, las gentes de bien encarceladas a capricho por tiempo ilimitado; la ley usa dos pesos desiguales: uno para los del Frente Popular, otro para quienes no militan en él; el Ejército, la Armada, la Policía, son minados por agentes de Moscú, enemigos jurados de la civilización española; una Prensa indigna envenena la conciencia popular y cultiva todas las peores pasiones, desde el odio hasta el impudor; no hay pueblo ni casa que no se hallen convertidos en un infierno de rencores: se estimulan los movimientos separatistas; aumenta el hambre, y, por si algo faltara para que el espectáculo alcanzase su última calidad tenebrosa, unos agentes del Gobierno han asesinado en Madrid a un ilustre español, confiado al honor y a la función pública de quienes lo conducían. La canallesco ferocidad de esta última hazaña no halla par en la Europa moderna y admite el cotejo con las más negras páginas de la Checa rusa.
 
Este es el espectáculo de nuestra Patria en la hora justa en que las circunstancias del mundo la llaman a cumplir otra vez un gran destino. Los valores fundamentales de la civilización española recobran, tras siglos de eclipses, su autoridad antigua, mientras otros pueblos que pusieron su fe en un ficticio progreso material ven por minutos declinar su estrella; ante nuestra vieja España misionera y militar, labradora y marinera, se abren caminos esplendorosos. De nosotros, los españoles, depende que los recorramos. De que estemos unidos y en paz, con nuestras almas y nuestros cuerpos tensos en el esfuerzo común de hacer una gran Patria, Una gran Patria para todos, no para un grupo de privilegiados. Una Patria grande, unida, libre, respetada y próspera. Para luchar por ella rompemos hoy abiertamente contra las fuerzas enemigas que la tienen secuestrada. Nuestra rebeldía es un acto de servicio a la causa española.
Si aspirásemos a reemplazar un partido por otro, una tiranía por otra, nos faltaría el valor –prenda de almas limpias– para lanzarnos al riesgo de esta decisión suprema. No habría tampoco entre nosotros hombres que visten uniformes gloriosos del Ejército, de la Marina, de la Aviación, de la Guardia Civil. Ellos saben que sus armas no pueden emplearse al servicio de un bando, sino al de la permanencia de España, que es lo que está en peligro. Nuestro triunfo no será el de un grupo reaccionario, ni representará para el pueblo la pérdida de ninguna ventaja. Al contrario: nuestra obra será una obra nacional, que sabrá elevar las condiciones de vida del pueblo –verdaderamente espantosas en algunas regiones– y le hará participar en el orgullo de un gran destino recobrado.
 
¡Trabajadores, labradores, intelectuales, soldados, marinos. Guardianes de nuestra Patria: sacudid la resignación ante el cuadro de su hundimiento y venid con nosotros por España una, grande y libre. Que Dios nos ayude! ¡Arriba España!