miércoles, 30 de octubre de 2013

Carta a un Magistrado

A su Seńoria Ilustrísima D. Luis López Guerra, desde mi condición de espańol y guardia civil tengo el honor de exponer:...

 Que habiendo tenido conocimiento de la sentencia del tribunal europeo de derechos humanos, del que su Seńoria forma parte, en el que se declara no acorde a derecho a la denominada " Doctrina Parrot" y a tenor deja abierta la vía de la excarcelación a una serie de asesinos, violadores, psicópatas y delincuentes varios.


 He de manifestarle mi más profunda repulsa por este hecho y ante las dudas que puedan surgirle ante esta argumentación,quiero matizarla con algunos aspectos diferenciadores entre su Señoría y mi propia persona;


 Tanto su Seńoria como Yo nacimos en España, por lo tanto a efectos legales ambos somos espańoles, pero en la década de los ańos 80, mientras su Seńoria impartía clases de derecho constitucional en la universidad, Yo vestía el uniforme de la Guardia Civil y pateaba el Pirineo sufriendo las inclemencias del tiempo y lo que es peor la pérdida de compańeros y amigos bajo la barbarie terrorista.


 Entiendo que su labor fue ardua y necesaria. La formación de nuestros jóvenes lo requería y no dejo de valorarlo. Pero quizá su Seńoria no se ha parado a pensar, cuando votó a favor de dejar en libertad a aquellos que asesinaron a mis compańeros, que mi misión también fue necesaria; bueno solo consistía en jugarme la vida para proteger a todos los espańoles, su Seńoria y sus alumnos incluidos.


 Puedo contarle muchas historias de aquella época. No de oídas, en primera persona puesto que forme parte de los entonces recién creados grupos antiterroristas (GAR)
Puedo contarle como fue la liberación de Orbegozo, del Dr. Iglesias, de Ortega Lara o como se desarrolló la angustiosa búsqueda de Miguel Ángel Blanco. Y lo que es peor, puedo contarle la sensación que se tiene al recoger los trozos de un compañero de las ramas de un árbol en Pamplona.


 Sería muy largó, pues son muchos y no quiero aburrirle con historias pasadas, sólo quisiera que si algún día lee esto, se paré a pensar si los españoles merecemos que individuos como esos vuelvan a la calle, si con su voto ha conseguido dejar en libertad a un psicópata que mate o viole a otra niña, y si eso ocurriese, que Dios no lo permita, le quede la necesaria tranquilidad moral y autoestima para seguir mirando a sus seres queridos y al resto de sus compatriotas.

 Quedo a su disposición como miembro de la guardia civil y garante de la legalidad establecida, aunque no comparta votos como el que su Señoría ha emitido en el caso que nos ocupa

martes, 29 de octubre de 2013

domingo, 27 de octubre de 2013

Un minuto de tristeza

Y pensar que a Foxá ya no lo lee casi nadie, que las modistillas se comentan por guasap las sombras de Grey como antes hablaban de la sombra huidiza de Peter Pan, sin saber que en la transición les han robado la belleza del rubor en las mejillas. Comprobar que la espiritualidad de hoy la escribe Paulo Coelho, y que Madrid no cambia demasiado, que sigue soportando los tonos grises de octubre a pesar de que está cerrado el Lady Pepa, que no hay dónde olvidarlo a copazos, y que desde la Moncloa no renuncian a convertirlo en Madridgrado, como si fueran incapaces de rechazar la herencia recibida. Y entender que la victoria de lo progre en Estrasburgo se parece a la magia de Sarumán en el universo Tolkien, algo que convierte en necedades las razones que se le opongan, como si un sortilegio protegiese al pensamiento débil para hacerlo impermeable a las verdades. Y que aunque diluvien evidencias seguirá la izquierda yihadista inasequible al documento, compañera del alma, compañera de sus aliados de antaño, y la gran masa detrás, convencidísima de pensar por ella misma mientras repite el eslogan del último lobby protegido por el poder.
 
Y todavía, sabiendo todo esto, pecar de reaccionario, que es casi como mostrarse partidario de matar a un ruiseñor, como decir que Gregory Peck era muy feo. Con lo fácil que sería dejarse querer un poco y aplaudir a Obama, que por cierto aún hay quien le compara con Kennedy, como si eso no fuese más bien un insulto para cualquiera, que si no llega a ser por Kruschev y Harry Oswald el noviete de Marilyn acaba provocando una guerra nuclear. De momento el morocho se quedó sin dinero para abrir la Estatua de la Libertad, igual que se quedó sin ganas de cerrar Guantánamo.

 Y en éstas y en otras irrelevantes disquisiciones dejar que vaya triunfando el otoño madrileño. De algún modo sacar de la cabeza los muros derrumbados de Quevedo, que se han convertido en una rima pegajosa, inevitable como las de Bécquer cuando tienes quince años y la piba te ha mirado. Soportar el chaparrón con la pose digna del hidalgo que filmó Berlanga en Bienvenido Mr. Marshall, ajeno al delirio colectivo que reza para que venga Mr. Adelson y nos haga croupieres a todos. Derecho –sólo por hoy– a estar triste. A pasear con el teléfono apagado, arrullados por las brisas del amanecer, en esos breves momentos en los que la lluvia todavía no es desagradable ni triunfa rencorosa la resaca. Joder, si hasta se ha muerto el único que cantaba viva España.
 

martes, 22 de octubre de 2013

Hijos de Puta

Siempre supe que vendrían a cobrarnos el penúltimo plazo de nuestra hipoteca. El primero fue el compromiso con una España - o unos españoles - que quizá no lo merecían; el segundo fue la sangre derramada y el dolor. Después vino la ignominia, la vergüenza, el insulto y la soledad de las víctimas; Y ahora el desprecio, la entrega, la inmolación en el falso altar de la paz y de la libertad de España. Una paz y una libertad que los políticos europeos en general y los españoles particularmente, nos han entregado como si fuera de nuestra responsabilidad conservarlos.... con silencio, compresión, renuncia y perdón. Cosas que ni debemos, ni podemos, ni queremos entregar las víctimas directas y espero que tampoco la mayor víctima de todo esto: España y el pueblo español.

 Hoy se ha consumado un acto más de traición a quienes más dieron, pero a quienes tanto cuesta reconocérselo, desde la estúpida poltrona de un falso tribunal de Derechos Humanos, que nos ha condenado a la risa perpetua que ya anunciara De Juana Chaos y hoy continuará la del Río.

 Europa, que se construyó sobre los cimientos de Nüremberg, erigido únicamente con el interés de castigar al culpable, con el sencillo argumento de que a ojos de los vencedores era evidente que lo era, pese a que no hubiera leyes contra los que juzgar los hechos; Europa, que condenó a Rudolf Hess a la cadena perpetua y lo dejó morir en Spandau, sin importarle si su autoría -real o ficticia- era intelectual o directa; Europa, que ejecutó a 13 oficiales alemanes por los crímenes de Katin, pese a saber que los causante de estos crímenes fueron los aliados rusos, con el argumento de que si no era por estos crímenes, sería por cualesquiera otros…

Esa Europa, sobre la que se edificaron Bruselas, La Haya y Estrasburgo, no ha tenido sin embargo el valor de entregar, si quiera una pírrica victoria a España y a sus víctimas, para que no quede ninguna duda de que ETA, su terror, su ponzoña, sus bastardos intereses, han sido derrotados jamás. Y que si han dejado de asesinarnos, es porque maldita la falta que les hace, obviamente.

 Porque sólo los vencedores juzgan y condenan a sus enemigos, a los enemigos de la libertad, de la civilización toda, sin más autoridad que la de saberse vencedores y de poseer la razón y la autoridad física y moral para hacerlo, al margen de lo que digan o dejen de decir tales o cuales normas pensadas para otra cosa y para otros casos.

 Desprecio profundamente a la clase política española que ha permitido esta cobarde entrega de soberanía; que ha debido desear hasta el paroxismo, que fuera Estrasburgo la que cargara con la culpa de la ignominia, para no aparecer ella como culpable de sus pactos y sus concesiones, que ya todos anunciábamos; que ha permitido que ni entonces ni ahora se haya modificado el código penal; que mantiene abierto un mandato de las Cortes para negociar con ETA; que permite su presencia en las instituciones y a la que ha entregado todo el poder que quisieron quitarnos con las balas, sin tener que hacer nada más que soplarnos en la nuca; que ha permitido que un miserable gabinete inglés, con el soporte económico de Sortu, partido legal con presencia institucional, haya sufragado los gastos de defensa de la basura humana que asesinó a mi padre, mientras jamás ha hecho frente a ninguna de sus obligaciones económicas. Una vez más nuestras lágrimas serán sus risas, y nuestros lutos serán sus botellas de champagne.

 Desprecio y un profundo asco, que sin duda retuerce a nuestros muertos en sus sepulturas y cubre de estulticia a nuestros vivos.
 

lunes, 7 de octubre de 2013

"La más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros".

La fiesta de la Santísima Virgen del Rosario fue instituida por el Papa San Pío V para conmemorar la gran victoria cristiana sobre los mahometanos en la Batalla de Lepanto. La Monarquía española y su aliada Génova, junto con Venecia, la Orden de Malta y los Estados Pontificios, barrieron de la mar a la enorme flota turca... y a sus aliados berberiscos. Mandaba la flota católica Don Juan de Austria, en nombre de su hermanastro el santo Rey Don Felipe II.
 
Mientras la batalla transcurría, en Roma el Papa Pío V recitaba el Rosario en su capilla. En eso, el Papa salió de su capilla y, por aparente inspiración, anunció a todos los presentes y con gran calma que la Santísima Virgen le había concedido la victoria a los cristianos. Semanas mas tarde llegó el finalmente el mensaje de la victoria de parte de Don Juan de Austria, quién, desde un principio, atribuyó el triunfo de cristiano a la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Rosario. Agradecido con Nuestra Madre, el Papa Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias y agregó a las Letanía de la Santísima Virgen el título de "Auxilio de los Cristianos". Más adelante, el Papa Gregorio III cambió el nombre de la fiesta a la de Nuestra Señora del Rosario.
La fiesta no sólo conmemora, sino que agradece a la Santísima Virgen su mediación e intervención. Toda la Cristiandad, encabezada por el Sumo Pontífice, rezaba el Santo Rosario durante la batalla.
 

 Ilustración: Batalla de Lepanto, por El Veronés (1528-1588).