viernes, 28 de diciembre de 2007

SOBRE LAS INOCENTADAS.


Rodríguez Zapatero:"Somos más fuertes como país y ello nos permite afrontar el futuro con confianza y con ganas de hacer nuevas reformas y cambios".


Fundación Vida:El colectivo antiabortista Fundación Vida decidió hoy desmarcarse de las manifestaciones convocadas mañana frente a las clínicas de interrupción del embarazo y manifestó su rechazo a"la violencia que algunos exaltados ejercen" contra estos centros y sus trabajadores.


Fidel Castro:El líder cubano, Fidel Castro, afirmó hoy que ya no se aferra al poder, como ocurrió en el pasado "por exceso de juventud y escasez de conciencia", en un mensaje leído en la Asamblea Nacional, reunida en el décimo período de sesiones.


Gobierno:El recibo de la luz subirá el próximo 1 de enero un 3,3% para todos, consumidores domésticos, pymes y grandes empresas. (...) Por su parte, el gas subirá una media del 4,73%.


Tribunal Constitucional:El Pleno del Tribunal Constitucional ha reconocido el derecho de huelga a los inmigrantes sin papeles que estén trabajando en España en situación irregular, incluso a pesar de que, al no estar autorizados a permanecer en España, tampoco están autorizados para trabajar.


Magdalena Álvarez:
«No pasa nada preocupante», aseguró ayer la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, sobre los retrasos que han registrado en su primera semana los nuevos trenes de alta velocidad recién inaugurados.


Mariano Rajoy:Preguntado por si le puede afectar la operación 'Guateque' a Gallardón "para estar o no estar" en las listas del PP al Congreso, Rajoy fue contundente: "Este asunto al señor Ruíz Gallardón ni le perjudica, ni le beneficia, a los efectos a los que usted se ha interesado".

lunes, 24 de diciembre de 2007

FELIZ NAVIDAD

¡¡¡FELICES FIESTAS DE NAVIDAD Y PRÓSPERO Y REVOLUCIONARIO 2008 !!!

lunes, 17 de diciembre de 2007

Adiós Polilla....







CRONICA DEL CAPITÁN QUE MANDABA LA FORMACIÓN EN EL COLEGIO DE GUARDIAS JOVENES EN EL FUNERAL DEL GUARDIA FERNANDO TRAPERO BLÁZQUEZ.




Fue un día muy gris y muy triste. Frío, como corresponde al otoño tardío de estepa castellana que es Valdemoro. Después de haber velado su cadáver la tarde y noche anterior en la capilla ardiente, que fue instalada en el Salón de Actos, llegó la hora del funeral. Los turnos de escolta del féretro fueron establecidos desde que llegó. Siempre, cada 15 minutos: Un componente del Gao, un Policía Nacional, otro de la Jefatura de Información y un Polilla de mi Compañía. Fueron una horas llenas de pena, de inmensa pena, donde nadie era capaz de encontrar consuelo. Una de las innumerables coronas que acompañaban al féretro era de mi Compañía. Los Polillas habían hecho entre ellos, sin que nadie les dijese nada, una colecta y habían recaudado 139 euros que se habían gastado en una sencilla corona que significaba su homenaje a quien entregó lo más valioso que poseía, su propia vida, por España, tal y como había jurado en nuestro Patio apenas tres años antes.




A las 9,30 reuní a los 125 alumnos de mi Compañía en la "Planilla". (Aclarar que en este Curso, que acaba en febrero, no tenemos más que una Compañía de Polillas). Les insuflé ánimos (¡¡yo, qué no tenía consuelo!!). Todos nos juramentamos que el acto, por lo que respecta a nosotros iba a salir impecable. A las 11,00 formación en el Patio del Corralillo. Y a las 11,30, la entrada en el Patio de Armas. Ya estaba lleno. Había incontables micrófonos, cámaras de TV, Unidades móviles y periodistas La Compañía de Honores, con Escuadra, Banda y Música estaba formada por Secciones.. Y a las 11,40 hizo su entrada en el Patio, a los acordes del Himno Nacional y con las armas presentadas...Ella, nuestra Bandera, portada por el Teniente Molina, que ocupó su puesto en formación en el lugar que le concede el Reglamento de Actos y Honores Militares: A la derecha del Capitán. Era Ella, la misma que el Polilla Fernando Trapero había jurado el día 27 de noviembre de 2004 como componente de la 87ª Promoción del Colegio. Yo tuve que dar las voces reglamentarias: "¡¡¡A la Bandera, presenten armas!!! - ¡¡¡ Guardias Civiles, Viva España!!!. Constaté que no sólo contestaron desgarradoramente mis Alumnos. mi Compañía, el reglado ¡Viva! . Más, mucho más de "medio patio" gritó con nosotros, un VIVA que salía del alma, del corazón, de las conciencias.




A las 12,00 en punto ordeno al Cornetín que toque "Atención General y firmes". Entraban en el Patio SS.MM los Reyes, acompañados de los Príncipes de Asturias. No hubo Honores Militares porque el verdadero protagonista del día era Fernando Trapero Blázquez. Cuando la Familia Real dio el pésame a los afligidos padres y ocuparon su lugar reservado, al lado del Evangelio, el Cornetín toca "de frente, paso lento". Y aparece el féretro portado a hombros de sus compañeros de Promoción. La Banda de Música interpreta la Marcha Fúnebre de Chopin. Y el Patio era un puro sollozo que encogía el alma. El día se volvía más triste y más gris, por momentos. Era el primer día verdaderamente invernal de este otoño casi atípico en Valdemoro. No hubo sol y por tanto tampoco excepciones para pasar más o menos frío según la ubicación de cada uno en el Patio. Todos iguales.




La Santa Misa se desarrolla casi en un suspiro. La homilía del Vicario General Castrense fue preciosa. La entrega de medallas por parte del Rey fue impresionante. Pero más impresionante fue la entrega de esas mismas medallas, del sombrero y de la bandera a esos padres atribulados por parte del Jefe de Información. Los momentos álgidos de la ceremonia se iban acercando casi sin respiro. No me preguntéis de dónde me salió la voz de ¡¡¡"Guiones y Banderines de la Guardia Civil, rindan homenaje a los que dieron su vida por España"!!! previo a La Muerte No Es El Final. Me salió del fondo del alma, saqué fuerzas de donde no tenía, porque me iba derrumbando, me sentía tan triste que no paraba de reñir en mi interior con Dios ¿Porqué Señor, porqué? ¡¡Les quedaba a los dos TODA la vida por vivir!! Regresa la Banderín de mi Compañía del monolito y me dice entre dientes: "No puedo más mi Capitán, no" Y yo le digo de la misma forma ¿Cómo crees que estoy yo?. Aguanta niña. El Teniente Abanderado me dice "Estoy llorando paisano" (Ambos somos de Albacete) y le contesto: "A mí no me quedan lágrimas". Y eso creía yo, porque cuando empezamos a cantar el Himno del Cuerpo ya no puedo más y me derrumbo. No físicamente, que los viejos Polillas estamos hechos de una madera creo que especial., no. Me derrumbo emocionalmente. Y las lágrimas me afloran por los ojos, me resbalan por las mejillas. Estoy al límite, ésto es demasiado. Y llega el momento más difícil, yo me lo temía e incluso lo había pronosticado. Cuando los Polillas cogen el féretro, me vuelvo y le ordeno al Cornetín: "Toca presenten y entrada al Himno Nacional" y me contesta una voz de 20 años, humilde y sana... que apenas puede contener un profundo sollozo que le sale del alma: "Si puedo mi Capitán, si puedo..." Y le contesto, todo ello en voz muy tenue porque estamos en formación: "Tienes que poder Polilla, él se lo merece". Suena el Cornetín como si lo tocase el mismo Arcángel San Gabriel. Suena la Marcha Real y entonces, un escalofrío, que nada tenía que ver con la gélida temperatura ambiental, nos sacude a todos cuantos llenamos el Patio. El Comandante Director Músico se pone enfrente de la formación para dirigir la Banda que comienza con los acordes del "Adiós Polilla" mientras sus compañeros de Promoción, escoltados por la Escuadra de Tapones (ya sabéis, tapones en nuestro argot, Gran Gala oficialmente). Ni memoria ni persona recuerda momento más triste y emotivo. Ya nadie disimulaba ni falta que hacía. "Adiós Polilla, ya del Colegio te vas..." Impresionante.´Y cuando creíamos que ya no nos quedaban más lágrimas, que nos habíamos quedado secos, resulta que no, que nuestra capacidad de generarlas estaba siendo puesta a prueba.Miro a mi izquierda y veo a mi Banderín inconsolable, a mi Cornetín, detrás llorando como una magdalena y cuando miro a mi izquierda veo que el Teniente Abanderado, mi buen Molina, estaba igual o peor que yo. Mientras canto con el alma. como todos los Polillas que estábamos en el Patio, me fijo en que el Comandante Director Músico, al mismo tiempo que dirigía a la Banda tampoco podía contener sus lágrimas, Creo que todos mirábamos, de forma alternativa, el féretro y el cielo. Porque el consuelo que debía de venir del Cielo ¡¿De dónde si no?¡ tardaba en llegar. "Adiós Polilla", el impagable regalo que el Maestro Grau hiciera al Colegio hace más de 25 años sonaba más que a canto, a oración. "Adiós Polilla, no dejes de recordar que España entera puso en ti su confiar...",Adiós Polilla..." , nunca una canción que nació con vocación de marcha tuvo mayor significado emocional en una despedida, un adiós como este para el que no fue compuesta. Son las paradojas de la vida, las cosas no son a veces como nos parecen o como deseamos. Adiós Fernando, descansa en paz y que los que han cometido este crimen tan horrendo y el de tu compañero Raúl no tengan nunca ni el descanso ni el perdón. Ni ellos ni quienes les alientan, les ayudan, les "comprenden", o los justifican y están dispuestos a pactar con ellos otra cosa distinta que no sea cuándo y dónde entregan las armas para someterse al imperio de la Ley.




Dios mío danos consuelo, que ya no podemos más. Que es una prueba demasiado grande, que ya son 207 muertos los que nos han hecho estos canallas en casi 40 años... que esto es una prueba demasiado grande. Entonces el relator me saca de mi aturdimiento cuando dice "La Compañía de Honores se retira del Patio". Mando derecha y de frente. No suena marcha alguna, tan sólo los tambores. Nadie estaba para fiestas. Nos vamos a la puerta de la Escuela de Especialización. Allí, en la intimidad, despedimos a la Bandera que ha estado tan triste como nosotros, porque "uno de los nuestros", había cumplido lo que le juró no ha mucho en el Patio: "Entregar, si preciso fuera, hasta la última gota de su sangre en defensa de la Patria". Inmediatamente, una de las tres Secciones de la Compañía se embarca en el microbús rumbo a El Tiemblo para asistir al sepelio de Fernando. Allí, en el Cementerio, hermanados todos los Polillas de cualquier edad y condición, por expreso deseo del padre, vuelven a cantar más con el corazón que con la voz, que la mayoría ya tenían rota. "Adiós Polilla..." Y cuentan los que asistieron, que allí estaba el pueblo entero y que nadie tenía consuelo.




Que Dios te bendiga Fernando, Polilla, discípulo, amigo... Y a nosotros que nos de fuerzas para seguir en esta lucha en la que tantas veces nos sentimos tan solos. Que tu memoria, la de tu compañero, nuestro compañero Raúl Centeno y la de los demás Guardias Civiles que han sido víctimas de tanta maldad a lo largo de tantos años, pervivan entre nosotros por siempre.




Creo que desde que enterré a mi padre, allá en 1970, cuando apenas me faltaban tres meses para salir del Colegio, nunca había vivido una mañana tan triste y tan desconsoladora.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Los presos de la Cárcel Real.-


Hoy vamos de historieta histórica, si me permiten. Merece la pena. En los últimos tiempos, y por razones de trabajo, me he visto entre libros y documentos bicentenarios, de esos que a veces estremecen y otras te dejan una sonrisilla cómplice cuando proyectas, sobre la prosa fría del documento, imaginación suficiente para revivir el asunto. El de hoy se refiere al dos de mayo de 1808, cuando Madrid estaba en plena pajarraca insurreccional contra las tropas francesas. Es rigurosamente verídico, aunque parezca esperpento propio de una película de Berlanga. Y es que, a veces, también la España negra tiene su puntito.


Todo empezó con una carta escrita a media mañana, cuando la ciudad era un tiroteo de punta a punta, la gente sublevada peleaba donde podía, y la caballería francesa cargaba contra paisanos armados con navajas en la puerta del Sol y la puerta de Toledo. La carta iba dirigida al director de la Cárcel Real de Madrid –situada junto a la plaza Mayor, hoy sede del ministerio de Asuntos Exteriores– por Francisco Xavier Cayón, uno de los reclusos, y estaba escrita en nombre de sus compañeros: «Abiendo advertido el desorden que se nota en el pueblo y que por los balcones se arroja armas y munisiones para la defensa de la Patria y del Rey, suplica, bajo juramento de volber a prisión con sus compañeros, se les ponga en libertad para ir a esponer su vida contra los estranjeros». Entregada al carcelero jefe Félix Ángel, la solicitud llegó a manos del director. Y lo asombroso es que, en vista del panorama y de que los presos, ya artillados de hierros afilados, tostones y palos, estaban montando una bronca de órdago, se les dejó salir a la calle bajo palabra. Tal cual.


Ahora imagínense el cuadro. Sin mucho esfuerzo, porque la Historia conservó los pormenores del episodio. De los noventa y cuatro reclusos, treinta y ocho prefirieron quedarse en el estarivel, a salvo con los boquis, y cincuenta y seis caimanes se echaron al mundo. Eran, claro, lo más fino de cada casa: gente del bronce y de puñalada fácil, chanfaina de los barrios crudos del Rastro, Lavapiés y el Barquillo, brecheros, afufadores, jaques de putas, Monipodios, Rinconetes, Cortadillos, Pasamontes y otras prendas, incluido un pastor de cabras que había dado unas cuantas mojadas a un tabernero por aguarle el morapio. Y, bueno. Como digo, salieron. De estampía. Lástima de foto que nadie les hizo. Porque menuda escena. Ignoro cuántas ermitas visitaron de camino aquellos ciudadanos para entonarse de uvas antes de la faena; pero unos franchutes, que manejaban en la plaza Mayor un cañón con el que hacían fuego hacia la calle de Toledo, vieron caerles encima una jábega de energúmenos morenos, patilludos, tatuados y vociferantes, que a los gritos de «¡Viva el rey!» y «¡Muerte a los gabachos!» se los pasaron literalmente por la piedra de amolar, dándole ajo a siete. En pleno escabeche, por cierto, se incorporó a la peña otro preso del talego del Puente Viejo de Toledo, que se había abierto sin ruegos ni instancias, por la cara. Se llamaba Mariano Córdova, era natural de Arequipa, Perú, y tenía veinte años. Venía buscando gresca y se les unió con entusiasmo. Ya se sabe: Dios los cría.


El zafarrancho de la plaza Mayor duró un rato, y tuvo su aquel. Los presos dieron la vuelta al cañón de los malos y le arrimaron candela a un escuadrón de caballería de la Guardia Imperial que cargaba desde la puerta del Sol. Al cabo, faltos de munición, inutilizaron el cañón y se desparramaron por las callejuelas del barrio, cachicuerna en mano, buscándose la vida. Entre carreras, navajazos y descargas francesas, palmaron el peruano Córdova y el ilustre manolo del barrio de la Paloma Francisco Pico Fernández. Su compañero Domingo Palén resultó descosido de asaduras y acabó en el Hospital General, y dos presos más se dieron por desaparecidos y, según los testigos, por fiambres. Pero lo más bonito, lo pintoresco del colorín colorado de esta singular historia, es que, de los cincuenta y dos restantes, sólo uno faltó al recuento final. Entre aquella noche y la mañana del día siguiente, cincuenta y un cofrades regresaron a la Cárcel Real, solos o en pequeños grupos. Me gusta imaginar a los últimos llegando al alba –alguno visitaría antes a la parienta, supongo– exhaustos, ensangrentados, provistos de armas y despojos de franceses, con los bolsillos llenos de anillos, monedas gabachas, dientes de oro y otros detallitos, tras haber hecho concienzudo alto en cuantas tabernas hallaron de camino. Con una sonrisa satisfecha y feroz pintada en el careto, supongo. Cincuenta y un presos de vuelta, y uno sólo declarado prófugo. Cumpliendo como caballeros, ya ven.


Gente de palabra.
Arturo Pérez-Reverte


lunes, 3 de diciembre de 2007

72 aniversario del CARA AL SOL


Hoy es 3. de Diciembre de 2007. Hace 72 años, el 3. de Diciembre de 1935, un grupo de patriotas convocado por José Antonio se reunía en la cueva del Or-Kompon, bar vasco de la calle de Miguel Moya en Madrid.
"Os espero mañana por la noche en la cueva del Or-kompon. Irá el músico. Si falta alguno, mandaré que se le administre el ricino" les había dicho José Antonio. Allí se reunieron con José Antonio, José María Alfaro, Agustín de Foxá, Mourlane Michelena y Dionisio Ridruejo. Agustín Aznar y Luis Aguilar, dos hombres de guerra, guardaban la puerta y Rafael Sanchez Mazas hizo de crítico.
El objetivo de la reunión era poner letra a la música que ya había compuesto Juan Tellería, el músico al que se refería el Jefe. El resultado fue un hermoso himno de amor y guerra, con una estructura de 4 estrofas, con dos versos de enlace entre la segunda y la tercera estrofa. Foxá, José Antonio y Alfaro escribieron la primera estrofa, Foxá la segunda, Foxá con alguna ayuda de Alfaro el enlace entre la segunda y la tercera estrofas, Ridruejo los dos primeros versos de la tercera estrofa, José Antonio los dos últimos versos de la tercera estrofa, Alfaro el primero, tercero y cuarto versos de la cuarta estrofa y Mourlane el segundo verso de la cuarta estrofa. Así nació el Cara al Sol.
José Antonio les dijo "Siempre he dicho que nuestro himno no será engolado ni excesivamente solemne. La juventud de nuestro Movimiento exige que cantemos una canción alegre, risueña, exenta de odio para los que nos combaten. Una canción de guerra y amor. Haremos una estrofa a la novia, otra a los caídos por nuestra España y una que remate con aire seguro de triunfo. Este cantar nuestro tiene que ser breve, ingrávido, sonriente; para gritado con el brazo en alto y con el fusil en la mano. Porque no se os olvide que con ella haremos muy pronto nuestra insurrección, nuestra lucha por la conquista y salvación de la Patria".

Según el testimonio del Congreso de Directores de Academias Nacionales de Música, celebrado en Viena en 1986, este himno es el segundo mejor del mundo, detrás de la Marsellesa y delante de la Internacional. Para nosotros, que duda cabe, ocupa el primer lugar. El himno se cantó por primera vez en el mítin del Cine Europa del 2. de Febrero de 1936.


CARA AL SOL


Cara al Sol, con la camisa nuevaque

tú bordaste en rojo ayer,

me hallará la muerte si me lleva

y no te vuelvo a ver.


Formaré junto a los compañeros

que hacen guardia sobre los luceros,

impasible el ademán,

y están presentes en nuestro afán.


Si te dicen que caí,

me fui al puesto que tengo allí.


Volverán banderas victoriosas

al paso alegre de la paz

y traerán prendidas cinco rosas,

las flechas de mi haz.


Volverá a reir la primavera

que por cielo, tierra y mar se espera.

¡Arriba escuadras a vencer!

¡Que en España empieza a amanecer!




Artículo extraido de http://camisa-azul.blogspot.com/

sábado, 1 de diciembre de 2007




Un Guardia Civil ha sido asesinado por separatistas-terroristas en el suroeste de Francia, en un centro comercial de la localidad de Capbreton , cuando trabajaba en un servivio de vigilancia. Fieles a su cobardía habitual los etarras sorprendieron a los dos agentes en el interior del coche, alcanzando a uno de ellos de un tiro mortal en la cabeza y el otro resultando herido de gravedad.


Desde este humilde blog envio mi más sincero y afectuoso pésame a la familia del Guardia Civil fallecido y deseo la pronta recuperación del herido; exigo al gobierno el cese total de las conversaciones con estas hienas y abogo por una política antiterrorista acorde con la gravedad de este atentado.


¡ Ni perdón ni olvido para los asesinos !

¡ Todo el odio que estáis sembrando lo recogeréis con creces !

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Seguir o no


Cuando me hice el propósito de hacer público estos pensamientos, me dije que iba a ser impermeable a elogios (pocos) y críticas (a buen seguro que muchas, y de dudoso gusto).


Me creí invulnerable, dada mi edad. Sin nada que perder y sin que me importe un ápice la opinión extraña, menos si viene de determinados ambientes podridos.


Pero me engañaba.


Bastó un comentario, que por elegancia y por no romper el estilo no hice público. Uno solo. Uno que me decía que ojalá me hubiera muerto en el frente ruso con mis camaradas.


Claro que el no lo decía así.Pero no voy a orear las miseras ajenas.


He estado muchos días sin escribir, pensando.


Y he descubierto que en el fondo tiene razón. Que debería haber muerto en Rusia. Debería haber caído en la lucha por el ideal que nos enunció José Antonio. Entonces estaría en el paraíso difícil. El paraíso que el Jefe nos prometió. El paraíso donde tantos, como mi querido camarada Ernesto Giménez Caballero, quizá me esperen, llamados por el Jefe.


Un Jefe milagroso (¿Profeta, Apóstol, Soñador?) que, como Cristo sólo pedía sacrificio y prometía dificultades. Un jefe, dueño de un Paraíso difícil, al que no se sube por escaleras de alfombras suntuosas o rápidos ascensores. Un paraíso de peldaños de esfuerzo, fatiga, dolor e incomprensión. Un Paraíso duro y hermético, en el que sólo cabrán los justos. Un Paraíso incomprensible para quienes tienen del Paraíso de los Arcángeles una visión burguesa. Un Paraíso sin arpas ni alas de plumas. Un Paraíso con tambores y flechas.


Seguiremos.


martes, 20 de noviembre de 2007

EL LUCERO MÁS ALTO por Rafael C. Estremera




Ya sé, camarada, que la muerte es un acto de servicio. Tu mismo así nos lo enseñaste, no sólo con la palabra -aguda y elegante- sino con lo único que puede dar contenido a unas frases que, por sí mismas, no valdrían nada: el ejemplo.


Tu entregaste tu vida, -preciosa para la Patria— sin rebeldías ante el destino; pero también sin esa postura romántica -que tanto te desagradaba— de fanfarronada última: de quemar la vida como un castillo de fuegos artificiales en holocausto a la vanidad.



Como ves, utilizo tus mismas palabras. Nadie ha conseguido aun -ni lo logrará nunca- mejorar tus soberbias lecciones de metafísica.



Alguien creerá -cegado por la estupidez propia de nuestros días- que la metafísica es sólo una palabra hueca que no sirve mas que para llenar cabezas jóvenes de ideas absurdas. Igual que aquellos que te acusaban de hacer morir a tus muchachos por vender ideas platónicas a veinte céntimos.



Ellos, en su cerrilismo, nunca podrán comprender que nada que sea eterno y difícil se puede hacer a máquina; y que la metafísica es, precisamente, lo contrapuesto a la máquina. Nunca podrán comprender que metafísica es todo aquello que está mas allá de lo físico, y -por tanto— lo único que no ata, porque eleva. Nunca entenderán que "el corazón tiene sus razones que la razón no entiende. Pero también la inteligencia tiene su manera de amar, como acaso no sabe el corazón."



No. Ellos sólo entienden de lo próximo, lo material, lo que se puede contar y palpar. Es el triunfo de la cantidad, de la masa.



Ya no se habla de rosas, sol y primavera; sino de papeletas, votos y porcentajes. La sagrada unidad de España ha vuelto a jugarse a la lotería de las urnas, y los duendes de cada aldea -bajo sus hongos raquíticos- han vencido, momentáneamente, al destino universal de España.



Pero tampoco saben ellos que los hongos son producto pasajero y fugaz de un chaparrón, en tanto que los luceros llevan brillando en el cielo miles de años. Que los hongos nacen de la tierra y a ella vuelven, mientras que el firmamento con templa -inmutable a nuestra pequeñez- la locura de los duendes aldeanos.



Pero no te preocupes. España no ha muerto; sólo duerme, porque hemos abandonado la vigilancia tensa, fervorosa y segura. Ahora estamos pagando el precio de la confianza y la comodidad.



Pero ya se levantan las nuevas legiones que volverán a conquistar España para sí misma, y que no se dejarán arrebatar el triunfo, porque ahora sabemos que no se puede dar tregua al enemigo; que no se puede olvidar; que no se puede -por inhumano que parezca- perdonar.


La fortaleza, la grandeza de espíritu llevan al hombre a ser generoso. Pero hemos aprendido que con el enemigo no sirve mas dialéctica que la de los puños y las pistolas, porque nos jugamos -muy a nuestro pesar- la continuidad de España.



En los nuevos tiempos difíciles que se avecinan; que quizá ya han comenzado, volveremos a recobrar para la Patria su fe en un destino universal.



Sabemos que el enemigo es fuerte, poderoso y astuto. Pero no nos importa, porque tenemos confianza en que miles de estrellas -de luceros- nos guiarán con su luz en la noche tenebrosa que nos rodea.



Y sabemos que en el mas alto, aquél que mira desde el punto mas cercano a Dios nuestra debilidad e impotencia, estará el jefe de las escuadras celestiales. Estarás tu, camarada.


José Antonio, ¡Presente!


¡Arriba España!

José Antonio, 71 años después


A veces me pregunto, que pensaría si pudiera vernos, nuestro fundador, José Antonio, en el largo devenir de los tiempos. ¿Que diría de nuestro comportamiento?. ¿Que pensaría de nuestra actitud, referente a los problemas actuales de España?. ¿Sabría dar una respuesta justa equilibrada y veraz?: ¿Podría articular, otros puntos, otro articulado falangista?. ¿Volvería a fundar la Falange?. Todas estas interrogantes, y muchas más, se me agolpan en la cabeza, y en muchas ocasiones, se las he planteado a mis amigos más directos.



Pocos saben darme una contestación, lógico. Pero, necesito saber, que es lo que hubiese sucedido de nacer José Antonio en esta época.


Ayer, fallecía un chaval de 16 años, víctima de una puñalada. Propiciada a la sazón, por un joven en defensa propia. El fallecido, iba junto a varios compañeros más, a "reventar" una manifestación de signo contrario.


Antes de ayer, nos insultaban a los falangistas. Nos llaman,"extrema derecha", metiéndonos en el cajón de sastre de su ignorancia y su estulticia. Fruto de la LOGSE, se caracterizan, por ignorar el verdadero espíritu falangista. El Nacional Sindicalismo. Los puntos programáticos de nuestra doctrina.


El mismo Zaplana, del PP, nos trata por que si fuésemos asesinos, y nos quiere prohibir nuestra Marcha de la Corona al Valle de los Caídos, basándose en no se qué de presumir posibles altercados.


En todas y cada una de las manifestaciones que he asistido, eso sí, súper vigiladas por los miembros de los antidisturbios, JAMÁS, JAMÁS, ha existido la mínima infracción. Es curioso: Nosotros, no nos metemos con nadie, no somos agresivos, y nos ponen como si fuésemos "de la kaleborroca".


Y mientras, los verdaderos "anti TODO", campan a sus anchas, con el beneplácito del sistema, y de todos los "demócratas" que han proliferado, como caracoles tras diluvio, en nuestro solar patrio.


¿Quién tiene la culpa?. ¿Zapatero? ¿.......?. Lo cierto es, que el clima de general frustración, invade la tierra patria, por la que entregaron sus vidas tantos hombres y mujeres.


¿Vamos encaminados a una confrontación?. ¡¡Dios no lo permita!!!.


¡¡Que el ejemplo plasmado en esa inmensa Cruz que preside el Valle de los Caídos, como símbolo de reconciliación entre todos, y monumento a lo que NÓ, DEBE REPETIRSE, sea el toque de atención, que llame al orden!!!.


José Antonio, duerme entre sus muros, al igual que Franco, y miles de hombres más. Pienso que José Antonio, no le gustaría protagonizar, en su tumba, un papel del que nunca quiso ser primer actor.


Pero, si por una casualidad milagrosa, pudiese ver lo que pasa en su amada España, yo le diría:"Jefe, te necesitamos. España, tu España, te necesita. No nos abandones otra vez más. Quédate con nosotros, y trata de arreglar este desbarajuste."


Yo creo, que 71 años después. José Antonio nos contestaría":ADELANTE."

Por Rafael Moreno.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Carta de un mártir a su novia antes de ser fusilado.



Del beato Bartolomé Blanco Márquez, cooperador salesianoNacido en Pozoblanco (Córdoba) en 1914, Bartolomé Banco fue arrestado como dirigente católico (era secretario de los Jóvenes de Acción Católica y delegado de los Sindicatos Católicos) el 18 de agosto de 1936. Fue fusilado el 2 de octubre de 1936 mientras gritaba «¡Viva Cristo Rey!». Tenía 21 años.


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Prisión Provincial. Jaén, 1 de octubre de 1936.


Maruja del alma:


Tu recuerdo me acompañará a la tumba y mientras haya un latido en mi corazón, éste palpitará en cariño hacia ti. Dios ha querido sublimar estos afectos terrenales, ennobleciéndolos cuando los amamos en Él. Por eso, aunque en mis últimos días Dios es mi lumbrera y mi anhelo, no impide que el recuerdo de la persona más querida me acompañe hasta la hora de la muerte.


Estoy asistido por muchos sacerdotes que, cual bálsamo benéfico, van derramando los tesoros de la Gracia dentro de mi alma, fortificándola; miro la muerte de cara y en verdad te digo que ni me asusta ni la temo.


Mi sentencia en el tribunal de los hombres será mi mayor defensa ante el Tribunal de Dios; ellos, al querer denigrarme, me han ennoblecido; al querer sentenciarme, me han absuelto, y al intentar perderme, me han salvado. ¿Me entiendes? ¡Claro está! Puesto que al matarme me dan la verdadera vida y al condenarme por defender siempre los altos ideales de Religión, Patria y Familia, me abren de para en par las puertas de los cielos.


Mis restos serán inhumados en un nicho de este cementerio de Jaén; cuando me quedan pocas horas para el definitivo reposo, sólo quiero pedirte una cosa: que en recuerdo del amor que nos tuvimos, y que en este instante se acrecienta, atiendas como objetivo principal a la salvación de tu alma, porque de esa manera conseguiremos reunirnos en el cielo para toda la eternidad, donde nada nos separará.





¡Hasta entonces, pues, Maruja de mi alma! No olvides que desde el cielo te miro, y procura ser modelo de mujeres cristianas, pues al final de la partida, de nada sirven los bienes y goces terrenales, si no acertamos a salvar el alma.





Un pensamiento de reconocimiento para toda tu familia, y para ti todo mi amor sublimado en las horas de la muerte. No me olvides, Maruja mía, y que mi recuerdo te sirva siempre para tener presente que existe otra vida mejor, y que el conseguirla debe ser la máxima aspiración.





Sé fuerte y rehace tu vida, eres joven y buena, y tendrás la ayuda de Dios que yo imploraré desde su Reino. Hasta la eternidad, pues, donde continuaremos amándonos por los siglos de los siglos.



http://www.generalisimofranco.com/noticias4/K091107.htm

jueves, 8 de noviembre de 2007


Es el soldado...

"Es el soldado, no el periodista,quien nos ha dado la libertad de prensa.


Es el soldado, no el poeta,quien nos ha dado la libertad de expresión.


Es el soldado, no el agitador de campus,quien nos ha dado la libertad de manifestación.


Es el soldado, no el abogado,quien nos ha dado el derecho a un juicio justo.


Es el soldado, no el político,quien nos ha dado el derecho de voto.


Es el soldado, que saluda a la bandera,que sirve bajo la bandera,y cuyo ataúd está envuelto en la bandera,quien permite al manifestante que queme la bandera."


(Charles M. Province)

El militante que nunca entraba en los foros.


Había una vez un militante llamado Pepe. No se llamaba ni Roger88, ni Thunderbolt, ni Montmorecy: era Pepe, y así le llamaban en casa, en el trabajo y en la Asociación Cultural donde hacían aeromodelismo y tenían su equipo de futbito, que Pepe entrenaba con ilusión.
Pepe no era rico, qué le vamos a hacer. Aunque había estudiado Filosofía y Letras con esfuerzo y había tenido que pagarse los estudios con diversos trabajos, no era docente ni nada parecido. A sus cuarenta y alguno ya tenía su tienda de fotografía, en la que también vendía las maquetas tan curiosas de aviones de otra época, o los soldaditos de plomo que alguna vez había regalado a sus camaradas como detalle simpático.
Pepe se casó, con Rosa... y con una hipoteca. Tuvo dos hijos muy guapos, de los que dan guerra y a veces tienen anginas. Pepe adquirió por herencia paterna una úlcera de duodeno a fuerza, además, de algún disgustillo que otro, y de los palos que la vida te pone entre las ruedas cuando te aferras a ella.
Lo que hace que Pepe sea distinto es que además militaba en un partido político minoritario, sin apenas representación, y que se decía patriota. Pepe llevaba más de la mitad de su vida cotizando a ese y otros grupos, unas veces efímeros, otras más duraderos.
Pepe lloró el día que mataron a José Alberto, cuyo crimen lleva veinte años sin resolver. A Pepe una vez le pusieron una placa de titanio para sujetarle las piezas que sustituyeron a sus tres dientes arrancados mediante un golpe con un bate de béisbol. A Pepe no le gustaba el béisbol, se llevó el jicarazo repartiendo propaganda en una calle del ensanche. El "bateador" dijo al juez que esa tarde estaba con su novia y que era insolvente.
Pepe se gastaba algunos extras de su dinero en financiar "la Causa", sin que se enterase Rosa, que sí se enteraba, pero que hacía como que no lo veía porque cuando se ama, todo se perdona. Rosa esperaba que los afanes de políticos de Pepe triunfasen aunque no era tan forofa, y si un día lo fue, se debe a que Pepe le contagió su entusiasmo, como también le contagió el catarro aquella noche, tras la cartelada que acabó en medio de la nieve.
Pepe sabía lo que es Internet y la utilizaba, como todo hijo de vecino, igual que leía el Marca y ponía discos de los años ochenta.
Llegó un día, uno más, en el que los de un partidito cercano al de Pepe, insultaron en la red al partido de sus amores. Pero Pepe no contestó, como sí lo había hecho aquella noche. Entonces le dijo un par de cosas a un concejal, al que luego dio la carrera del señorito por pensarse el buen edil que la calle era sólo suya y sólo él podía poner carteles electorales.
Volvamos a los insultos y a las insidias en la red de redes. ¿Acaso se había rendido Pepe? Yo creo que no. Me parece que esa tarde Pepe tenía que ir "al partido" después de cerrar la tienda. Creo que después de pintar la nueva sede iban a barrer y a limpiar, para que las cortinas que cosieron Rosa y Marga quedaran bonitas en las ventanas del local.
Espero que Pepe no lea estas líneas. Pepillo, maestro, no nos hagas caso. Si nos vemos en el Valle te daré un abrazo y a ver si voy a verte, y a Rosa, y a los niños... (Esta historia es totalmente ficticia... si Pepe existe, no nos lo merecemos).


Escrita por mi amigo falc.-

domingo, 4 de noviembre de 2007

HONRAD A LOS MUERTOS, DESPRECIAD HALLOWEEN



El Halloween a la española empezó siendo una fiesta de niños que se disfrazaban tal y como veían en la televisión. Luego se generalizó en las escuelas, con frecuencia bajo estímulo de los cuadros docentes. Inmediatamente después, las concejalías de Cultura de los municipios decidieron amparar el festival y ampliárselo al público adulto, en una enésima versión de ese “pan y circo” en que suele consistir la gestión cultural pública. Hoy la fiesta de Halloween forma parte de los hábitos de nuestros compatriotas: los que no se disfrazan, ayudan a sus hijos a hacerlo. La pregunta es: ¿Saben por qué hacen eso? La respuesta es no.

Mientras Halloween se extendía entre nosotros, iba evaporándose al mismo tiempo la fiesta tradicional de Difuntos, la fecha en que la gente honra a sus muertos recordándolos, acudiendo al cementerio, llevando flores a las tumbas. No hace mucho tiempo, los poderes públicos estimulaban, ese día, la representación pública de Don Juan Tenorio, la obra de Zorrilla. Hoy casi nadie recuerda al Burlador: se lo ha tragado Halloween.

¿De dónde viene Halloween? De Norteamérica, por supuesto, pero, ¿nació allí? No. De hecho, quienes pretenden defender el valor cultural de esta fiesta comercial suelen insistir en que, en origen, Halloween era una fiesta céltica de los difuntos, de manera que los europeos no estaríamos copiando algo ajeno, sino recuperando algo que era nuestro. Es un asunto sobre el que conviene decir un par de cosas. El antecedente inmediato del Halloween moderno es la fiesta inglesa del periodo llamado Hallowtide, que comprende desde la vigilia de Todos los Santos hasta el día de los Difuntos. Y su antecedente remoto, en efecto, es una vieja fiesta céltica, Samhain, Samain o Samuhin, que ha conseguido sobrevivir hasta una fecha relativamente reciente en Irlanda. Ahora bien, el Halloween actual ya no tiene nada que ver con aquello.

Esas fiestas de Samain tenían por objeto ritualizar el momento en que el mundo de los vivos se encontraba con el de los muertos. Fue una fiesta pagana hasta el año 835, cuando la Iglesia transfirió el día de Todos los Santos desde el 13 de mayo al 1 de noviembre; el día de Difuntos no fue transferido al 2 de noviembre hasta 988. Roma superpuso así las fiestas de la religión cristiana a las de la religión pagana, en un género de sincretismo muy frecuente y que explica por qué el catolicismo -el de antes- es más una religión europea que una fe próximo-oriental.

De lo sagrado a lo banal

El hecho es que tanto antes como después de la cristianización, las fiestas de Todos los Santos y de Difuntos tenían una función muy concreta: honrar a los muertos. Para ello era costumbre encender hogueras sobre las colinas; en esas hogueras se quemaba simbólicamente el mal (a veces, en tiempos ya lejanos, no sólo simbólicamente) y se invocaba la protección de los antepasados, que no eran imaginados como seres terroríficos que salían de sus tumbas, sino como espíritus familiares dispuestos a ayudar a los vivos. Todavía en tiempos de la reina Victoria se encendía una gran hoguera frente a Balmoral.

La superstición de los fantasmas vinculada a estas fiestas es más bien tardía y proviene de una vulgarización del sentido original del rito. Lo esencial en esta fiesta no era el miedo que da el muerto viviente, sino la fuerza que nos proporciona la comunicación con el reino de la muerte. La fiesta tradicional no conjuraba a los muertos como una potencia negativa –ni en el Samain ni, después, en el Día de Difuntos-, sino que reintroducía a los muertos en la comunidad. En ese sentido, la costumbre española de representar Don Juan es fiel al verdadero espíritu de la fiesta. Más fiel, sin duda alguna, que todas estas imitaciones del Halloween americano, donde el muerto ya no es un socio, sino un enemigo. En esa diferencia reside toda la cuestión.

Lo que hoy celebra a nuestro alrededor toda esa gente disfrazada de monstruo cómico no tiene nada que ver ni con el Día de Difuntos cristiano ni con su precedente pagano. Es una pura parodia comercial, banalizada, frivolizada, que en el fondo oculta un enorme trastorno de nuestra cultura: ya hemos dejado de saber vivir junto a nuestros muertos.

Pero toda cultura, como recordaba Jünger, se construye sobre el culto a los muertos. Cuando estos son vistos como algo repulsivo o grotesco, es que una cultura ha llegado a su etapa terminal. ¿Queréis salvarla? Honrad a vuestros muertos, despreciad Halloween.


José Javier Esparza

www.elmanifiesto.com

martes, 30 de octubre de 2007

CIUDADANOS DEL CIELO


DIECIOCHO de los mártires beatificados ayer apenas habían inaugurado la juventud cuando el odio segó sus vidas: contaban entre dieciséis y diecinueve años. Podemos figurarnos cómo eran: muchachos ingenuos, rústicos, que no habían conocido otros paisajes que los del pueblo que los vio nacer y los que rodeaban el convento en el que habían ingresado; muy probablemente no hubiesen leído un periódico en su vida, desde luego carecían de preferencias políticas; no sería descabellado pensar que todavía añorasen los juegos de la infancia, no sería descabellado imaginarlos pegándole patadas a una pelota de trapo en el claustro del convento, lanzándose migas en el refectorio ante la mirada desaprobatoria o condescendiente de los hermanos mayores. Habrían abandonado la casa familiar a una edad muy temprana: tal vez sus propios padres los incitaran a ello, incapaces de subvenir las necesidades de una prole demasiado copiosa; tal vez fueron ellos mismos quienes lo solicitaron, después de escuchar la prédica subyugadora de un fraile que pasó por su pueblo. Sus labios todavía no habrían aprendido a besar; pero de repente se sintieron colmados de un amor que no defrauda y decidieron entregarse a él con el tozudo entusiasmo de la adolescencia.
Y un día cualquiera el aire se llenó de pólvora. Los sacaron a rastras de sus celdas, los metieron a empellones en el remolque de un camión, los condujeron a una cárcel lóbrega. Al principio, no comprenderían qué estaba sucediendo; pero pronto supieron que iban a morir. Su carne se rebelaba contra ese designio: seguramente palidecieron de horror; seguramente lloraron desconsolados, recordando a la madre de la que no podrían despedirse, a la hermana que les mandaba unas cartas casi analfabetas pero preñadas de emoción; seguramente se desmayaron, con la esperanza de que aquella pesadilla se hubiese disipado cuando volviesen a recuperar la consciencia. Pero entre los escombros de su entereza asomó entonces aquel amor al que un día decidieron entregarse; asomó como una flor aterida, como una llama exangüe, para enseguida hacerse robusta, para fortalecerlos con su fuego y con su savia. Y supieron que ese amor tampoco iba a defraudarlos en aquel trance; era un amor que tenía la frescura de la hierba recién segada, la tibieza de una lumbre en una noche de invierno: los abrazaba muy delicadamente, los envolvía como una vid que entre el jazmín se va enredando, los aureolaba y enaltecía. Miraron a los ojos a los carceleros que los custodiaban; y los hicieron depositarios de ese amor, les dejaron en herencia ese amor que no defrauda.
Conocemos por relatos de testigos las últimas horas de aquellos muchachos que apenas habían inaugurado la juventud. La proximidad de la muerte no los descomponía. Oraban con más fervor que nunca: las plegarias que en alguna ocasión habían brotado de sus labios como fórmulas rituales o somnolientas adquirían de repente el temblor recién estrenado de una promesa nupcial. Comulgaban con más unción que nunca: el pan que se deshacía en su boca exorcizaba la postrera sombra, los inundaba con la luz de un blanco día que borraba los angostos muros de su prisión. Ahora ya sabían que ese amor que los había colmado en la adolescencia los anegaría más allá de la muerte, hasta fundirlos en su seno; y esperaron la muerte como los novios de antaño esperaban la noche de bodas: con estremecimiento y una muda, deslumbrada felicidad que a veces se entreveraba de inquietud, porque temían no estar a la altura de la misión que se les había encomendado. Sabemos que en aquellas últimas horas se dedicaron a confortar a sus compañeros de prisión, sabemos que repitieron aquellas palabras que Jesús dedicó al ladrón que compartía su suplicio, sabemos que caminaron hacia el patíbulo entonando cánticos de alabanza, como si acudieran a un banquete que iba a saciar para siempre su hambre de amor. Y sabemos que murieron invocando ese amor que los iba a poseer por toda la eternidad, reclamando que ese amor reinase también entre sus verdugos, reclamando que algún día pudiesen también ellos disfrutarlo en plenitud.
Ahora son ciudadanos del cielo. Y su tozudo entusiasmo de dieciséis, diecisiete, dieciocho años viene hasta nosotros, para decirnos que no estamos solos, que hay un amor que no defrauda.


Juan Manuel de Prada


Publicado en ABC el 29-10-2007

lunes, 29 de octubre de 2007

HOY HACE 74 AÑOS....




Ya tienen de nieve el capirote los picos más altos de Guadarrama y Gredos. Y es oro maduro de hojas muertas la tierra de los parques madrileños. Ya avanzan los campeonatos de fútbol, duermen las plazas de toros soñando primaveras, y Don Juan Tenorio, calavera y gallardo, se maquilla en los escenarios, preparándose a raptar novicias y a convidar a difuntos. El 29 de octubre de 1933 tuvo Madrid una luz clara, otoñal, tamizada de nieblas y nubes blanquecinas. Hasta el mediodía no salió decidido el sol. Era un día tibio de otoño madrileño, sacudido a veces por el ramalazo gélido de la sierra cercana.






Tras largos cuchicheos, los excelentísimos señores don Diego Martínez Barrio, Presidente del Consejo de Ministros; don Manuel Rico Avello, Ministro de la Gobernación, y el Director General de Seguridad, habían anunciado la radiodifusión del “acto de afirmación nacional” que en el coliseo de la calle del Príncipe, de Madrid, tenían anunciado los señores Primo de Rivear (don José Antonio), Ruiz de Alda (don Julio) y García Valdecasas (don Alfonso).


Por rara casualidad —alguna vez se daban en la República— España gozaba, en aquellos días de período electoral, de la plenitud de su Constitución liberalísima de 1931. No había estado de prevención o de alarma y funcionaba completa la maravillosa y generosa maquinaria de las garantías constitucionales. Era difícil, pues, poner trabas al acto anunciado, aun cuando corriese el rumor de que algunos extramistas intentarían impedirlo por la violencia.


El señor Primo de Rivera era candidato a Diputado a Cortes “independiente” por Cádiz. El señor García Valdecasas, todavía era Diputado de aquella agrupación de intelectuales “al servicio de la República”, que —aunque ciertamente no le había prestado muchos, pues se alejó enseguida de su órgano constructor, las Cortes Constituyentes, gritando “no es esto, no es esto”, diciendo que la República tenía “perfil agrio” y que si fue y que si vino—, al fin y al cabo, sonaba como “cosa democrática”. El tercer orador, Julio Ruiz de Alda, carecía de matiz político demasiado definido, no obstante sus coqueteos fascistas y haber figurado el verano último en uno de los imaginarios “complots” en que tanto se deleitaba la fantasía republicana de Casares Quiroga. Lo que la gente podía ver en Ruiz de Alda era su fama ganada en magníficas hazañas de aviación, y en ellas había aparecido siempre junto a Ramón Franco, a la sazón uno de los más exaltados defensores de la República. Los señores Primo de Rivera, García Valdecasas y Ruiz de Alda se iban a reunir con unos cuantos amigos a lanzar un “partido político” nuevo, un “programa” más. La “cosa” carecía de importancia, y un Gobierno verdaderamente liberal y republicano no podía dar la sensación de que le asustaba el nombre del señor Primo de Rivera —¡oh, el recuerdo de la Dictadura estaba bien muerto, y nada podría hacerle resucitar en el pueblo español, “gozoso” con el régimen que se había dado en la jornada gloriosa del 14 de abril!—, aunque el señor Primo de Rivera fuese uno de los redactores de aquel periodiquito El Fascio, que hubo de recorrer y prohibier meses antes el Gobierno Azaña. ¿Qué podían representar y significar aquellos tres hombres jóvenes? Nada. El señor Primo de Rivera sería derrotado en las próximas elecciones, como lo había sido en las parciales de Madrid el año 31. Del acto de la Comedia, pasados unos días no quedaría ni el recuerdo —como no fuese en alguna nariz de “joven fascista” apuñada por un republicano—. Ni siquiera sonaría a los ocho días el eco de los graznidos de los socialistas y los redactores de periódicos rabiosamente republicanos que consideraban una “provocación” intolerable la pretensión de los “señoritos fascistas” de hacer oír su doctrina.


Así, pues, la cordura democrática del Gobierno se atrevió a autorizarlo, a permitir que se radiase y a protegerlo .En los bares madrileños, entre el ruido de las cañas, las fichas de dominó y las conversaciones de los “marchosos”, algunas gentes curiosas —muchos jóvenes ávidos de oír auténticas voces españolas de no profesionales de la política— pudieron escuchar a los tres oradores.


Ellos estaban seguros —contrariamente al Gobierno y a la opinión de otras muchas gentes sesudas del momento— de que aquel acto estaba lleno de gravedad y de augurios. El Destino nunca llama a las puertas del hombre con apremios dramáticos para una puerilidad. Los tres oradores conocían con exacta intuición que aquella mañana de domingo tendría su lugar en la Historia de España. “Sin querer hipotecar el futuro enigmático, teníamos el convencimiento —ha escrito el único superviviente de los tres, Alfonso García Valdecasas—, de que era un acto llamado a importar en la vida de España. No por lo que significaran las personas, sino por lo que significaba su actitud. Porque aquel acto quería expresar el anhelo y la inquietud de la España eterna, tal como la sentía una generación nueva, cuya conciencia española se había ido formando a través de la experiencia amarguísima de esta tensión juvenil. Pero teníamos la creencia de que las ocasiones en que anteriormente se había manifestado, a pesar de su autenticidad, no habían tenido el volumen nacional necesario. Hacía meses que planeábamos darle estado público. Llegamos a tener redactado un manifiesto, obra principalmente de José Antonio, y parte del cual pasó a su discurso de octubre; pero nos pareció que un manifiesto caería en frío. Hacía falta un acto de presencia personal. La disolución de las Cortes y el plazo de campaña electoral nos dio ocasión. Anunciamos el acto como de afirmación española. Porque lo que había que afirmar, entonces como hoy, era a España, cuya existencia estaba en peligro. El nombre de Falange no estaba aún definitivamente decidido”.

Felipe Ximénez de Sandoval.



martes, 23 de octubre de 2007

FALLECE JUAN ANTONIO CEBRIÁN.- ADIÓS MAESTRO.-



Onda Cero informa a sus oyentes de una noticia que ojalá no hubiéramos tenido que contar nunca. La noticia de la muerte de un compañero. Ha fallecido Juan Antonio Cebrián, de repente, por culpa de un infarto traicionero que llegó esta tarde sin avisar, sin darle ocasión a Juan Antonio de despedirse de ustedes, la familia de los oyentes de Onda Cero y la familia de sus oyentes de La Rosa de los Vientos. Esta noche no va a haber Rosa de los Vientos, porque se nos ha muerto el alma de este programa, el hombre que lo creó, lo inventó, lo hizo crecer y lo condujo con mano maestra hasta convetirlo en lo más hermoso que puede llegar a ser un espacio de radio: un programa de culto, una parte de la vida de cientos de miles de personas que escuchaban, admiraban y querían a Juan Antonio Cebrián. Su muerte nos ha dejado a todos perplejos, y deja a nuestra cadena huérfana de una de sus voces más genuinas, una voz que siempre tuvo el sello de esta casa, la impronta de Onda Cero. Juan Antonio ha formado parte de esta aventura desde que levantamos el telón, hace ya diecisiete años. Un buen día llegó al estudio con su música favorita en una mano y su innata capacidad de transmitir en la otra: el resultado fue "Discos Cero", el primer paso de una carrera que, para él, era una forma de ver y entender la vida. En aquella Onda Cero que empezaba, a Juan Antonio Cebrián le bautizamos entre todos como "el Cebri": inquieto, curioso, creativo; inventor de programas muy diversos -"Bienvenidos al club", "La Red", "Azul y verde"-, que compartieron siempre un denominador común: el afán por divulgar, la otra gran pasión de este Cebri que hoy se nos ha marchado sin previo aviso: la divulgación histórica. Solo él era capaz de convertir a Juana la Loca en un vivisimo personaje radiofónico. Gracias a él aprendimos, entre excursiones científicas, grandes enigmas, y criticas de cine antológicas, gracias a él aprendimos a disfrutar de aprender escuchando la radio. Un buen día Juan Antonio, hombre de radio, descubrió que a sus oyentes del "Turno de noche" les fascinaba descubrir "Pasajes de la Historia". Y así empezó una irrepetible serie radiofónica, que acabaria siendo el germen, también, de la carrera literaria de Cebrían, el escritor, el divulgador, el autor que cosechaba, libro tras libro, abrumadores éxitos de ventas. Esta noche la familia de Onda Cero, y la familia de La Rosa de los Vientos, está enlutada. Hoy la vida -siempre imprevisible- nos ha dejado sin uno de los grandes de este medio. Sólo la muerte le podía impedir acudir a la cita con la audiencia. Sólo la muerte podía apartarle de este micrófono que era suyo. Esta es la noticia que ojalá nunca hubiéramos tenido que dar. Que se nos ha ido Juan Antonio Cebrián. Uno de los grandes. Uno de los buenos. Uno de los nuestros.


Periodista y escritor, Juan Antonio Cebrián (Albacete, 1965) era una de las grandes voces de la radio. Ha muerto en Madrid a los 41 años El periodista Juan Antonio Cebrián realizó, entre otros, los espacios radiofónicos "La Red", "Azul y verde" y el siempre recordado "Turno de noche". Desde hace nueve temporadas, dirigía y presentaba "La rosa de los vientos" en ONDA CERO. También fue director de la revista LRV y en la actualidad era colaborador habitual del diario El Mundo y de la revista Historia de Iberia Vieja.A lo largo de su trayectoria recibió premios como el de "Mejor Locutor" (1994), concedido por la Asociación de Corresponsales Diplomáticos, y al de Mejor Programa Radiofónico, otorgado por el semanario Águeda en 1996 al espacio "Turno de noche". El Fondo Mundial de Protección a la Naturaleza le concedió también en 1998 el premio a "la Mejor Divulgación¿.Cebrián se consagró en los últimos años como un autor de éxito, con más de 300.000 ejemplares vendidos. Su nuevas obras, "Mis favoritos" y "Enigma", ocupan los primeros puestos en las listas de libros más vendidos.
ADIÓS MAESTRO
¡¡¡FUERZA Y HONOR!!!

sábado, 20 de octubre de 2007

Pastor de lobos ( por Juan V. Oltra )




Vivimos en una sociedad donde se tiende a llevarlo todo a los extremos. A crear buenos y malos; blanco y negro con ausencia de gris. La lectura de un libro de Darcy O´Brian con un pasaje estremecedor de la segunda guerra mundial me ha dado un bofetón mental, me hace ver más claro que malos, hay muchos, pero que muchos. Que vencer o perder una guerra no significa que uno de los dos bandos sea el bueno y el otro el malo, que quizá ambos sean perversos y los buenos, los que tienen como destino perder la guerra, gane quien gane. Este bofetón es el que quiero compartir con ustedes, con este pequeño resumen del texto de O´Brian.
Hacia finales del verano de 1944, en Cracovia los alemanes empezaron una redada casa por casa para apresar a todos los hombres jóvenes. El primer día, ocho mil hombres fueron a parar a los campos de concentración. Dos jóvenes obreros, que eran seminaristas clandestinos, Lolek y Mainski, se vieron obligados a esconderse.
La redada trataba de impedir un intento de rebelión como la que acababa de estallar en Varsovia, donde ciento cincuenta mil ciudadanos, de los que menos de una cuarta parte iban armados, se levantaron contra los alemanes llegando a tomar muchos edificios estratégicos de la ciudad. Casi hubiera sido posible ver una historia alternativa, pero no contaron con unos convidados que fueron de piedra en lugar de activos comensales: los miembros del clandestino ejército comunista que solo aceptaría ordenes de Moscú, enfrentado al Armia Krajowa, el Ejército Nacional Polaco. Moscú permaneció mudo, sin emitir orden alguna.
Y es que Varsovia se levantó en un momento clave: cuando el Ejército Rojo que había obligado a la Wehrmacht a retirarse a Polonia oriental había llegado al Vístula. Los rebeldes calcularon que los rusos continuarían su marcha y llegarían a Varsovia a tiempo para auxiliarles en su rebelión.
El error en que cayeron fue el pensar que a los rusos, a todos los aliados quizá, les interesaba de verdad ayudar a Polonia a recuperar su libertad. En uno de los actos más execrables de toda la guerra, los rusos se detuvieron mientras el ejército alemán arrasaba Varsovia y masacraba a los rebeldes. Churchill y Roosevelt solicitaron a Stalin que ayudara a los rebeldes, o que al menos les habilitaran pistas de aterrizaje para que los aviones americanos e ingleses pudieran arrojar armas para los rebeldes. El Zar rojo se negó, espetándole a Churchill que “Tarde o temprano la verdad sobre el grupo de criminales que se ha embarcado en la aventura por la toma del poder en Varsovia quedará a la vista de todos”. Los polacos que ahora asesinaban los alemanes hubieran supuesto obstáculos a la dominación rusa de su patria, mientras los comunistas polacos sobrevivían en la clandestinidad.
De forma inesperada e increíble, los combatientes resistieron un par de meses. Doscientos cincuenta mil muertos convirtieron a Varsovia en un cementerio, mientras otros morían al intentar escapar. Tras el cese del fuego, medio millón más de personas fueron a campos de concentración, de tal manera que cuando los rusos entraron tres meses después en la ciudad, no quedaba viva a una sola persona en los límites donde el combate se desarrolló y que antes de la guerra albergaba a un millón doscientos cincuenta mil polacos judíos y católicos. No existe, al margen de las ciudades arrasadas por las bombas atómicas, una devastación semejante en toda la segunda guerra mundial.
Lolek, el seminarista que escapó disfrazado, un bueno en un mundo de malos, quedó marcado por esta experiencia, que laceraría su corazón siempre. Una herida que marcaría su pontificado como Juan Pablo II. Un pastor que vio claro que incluso su rebaño de ovejas estaba preñado de lobos, que tenía que ponerse manos a la obra. Y lo hizo. Pero a pesar de eso, yo me pregunto… ¿Cuántos lobos siguen con mando en plaza?. Mejor, no me contesten.

74 años no son nada.....

miércoles, 17 de octubre de 2007

UNA MEMORIA QUE ENVILECE (por D. José Utrera Molina)



Vivimos un tiempo en el que la estupefacción, el asombro y la sorpresa indignada reinan por doquier. Nuestra existencia, normalmente tranquilizada por los muchos años que ha vivido sin mortales sobresaltos, contempla ahora sin dar crédito a lo que ve el perfil resignado de la actual situación española, donde todo nuestro ser físico y moral se revela con la amarga angustia de la impotencia. ¿Es posible que un solo hombre, me refiero claro está, al presidente Zapatero, albergue tal caudal de odio en su alma para ser capaz de reconducir la historia de España a una situación de conflicto, de confrontación y de reverdecimiento de antiguos rencores? Por haber ejercido función política durante muchos años, me he abstenido siempre de realizar una crítica ligera y apresurada referida a los que ostentaban responsabilidades políticas, pero en esta ocasión no tengo más remedio que lanzar mi «yo acuso» a quien increíblemente, por una incomprensible nostalgia del pasado, está dispuesto a abrir de nuevo las zanjas que los años habían cubierto de hierba apacible.
La principal tarea del gobernante es tratar, sin duda, de obedecer el código de sus convicciones sin producir detrimentos insoslayables en aquellos que se sitúan en una posición adversa. La prudencia es una virtud superior a la astucia; la serenidad, la clave de cualquier género de comportamiento responsable. La demagogia temeraria deja de ser un error para convertirse en un mal incalculable. Insisto en que volver otra vez a recordar lo que el tiempo ha cubierto con su peso y con su valor es un disparate de tremendas e insospechadas consecuencias. El ejercicio de la reconciliación nacional lo llevamos a cabo hace mucho tiempo. En las filas del Frente de Juventudes, donde yo me honré en pertenecer, jamás se habló de rojos ni se lanzaron vituperios contra los que considerábamos adversarios. Yo pertenezco a una generación que no hizo la guerra, pero fui testigo con nueve años de la tragedia que asoló a nuestra tierra. En mi propia familia sentí el desgarrón que suponía esta lucha fratricida. Un hermano de mi madre, comandante de la Guardia Civil en Albacete, fue fusilado y rematado horas después a bayonetazos en el Hospital Naval de Cartagena. Mientras tanto, en otro lugar de nuestra misma tierra, un hermano suyo pertenecía al ejército republicano. Moriría después en el exilio. Nadie puede, pues, acusarme y como a mí, a centenares y a miles de españoles, de haber fomentado una moral cainita. Mejor que memoria histórica, cabría decir olvido histórico, porque aunque creemos que la situación originada por la República española demandaba una solución quirúrgica, y la verdad no puede estar en modo alguno en dos sitios, los que servimos unos ideales de justicia y de amor no nos podemos resignar ahora a refugiarnos en un silencio cómplice, ante lo que acontece actualmente en la vida española, es decir, con la ruptura de su unidad, con la suicida disgregación que esta ley supone, con la sumisa aceptación de culpabilidades no existentes y con el olvido de hechos reales que muchos de nosotros contemplamos en nuestra primera juventud atónitos y prematuramente desesperados. Esta demagogia social nos puede conducir de nuevo a un enfrentamiento que no existe, a una lucha apagada en el tiempo y, en la razón, a un conflicto señalado tan sólo por una memoria que pretendió la integración y que no suscitó nunca el ánimo de contienda entre los españoles. La responsabilidad histórica del actual presidente tiene caracteres de enormidad, es un salto mortal, una daga venenosamente afilada para que se introduzca de nuevo en el corazón de los españoles y que también produce un hecho que quizás no hayan tenido en cuenta los legisladores. Que el actual Rey de España, que lo es de todos los españoles, aceptó en su día la legitimidad histórica del 18 de julio. La condena total al Régimen no admite excepciones e incorpora a la figura del Rey a esta condenación.
De todo lo escrito, me gustaría señalar un ejemplo claro de cómo actuamos la mayoría de los hombres que ostentamos responsabilidades políticas en el Régimen anterior. En cierta ocasión, un gobernador civil de una provincia española, cuyo nombre no hace al caso recibió una carta desgarrada y patética de un miembro del Partido Comunista condenado a muerte en la prisión de Burgos. En aquella carta se dirigía al gobernador del que había tenido noticias y sabía que actuaba en su misión con generosidad y con justicia. Al recibir la carta el hombre que ostentaba la responsabilidad en de Gobierno en la provincia, se trasladó a la capital de España para lograr cumplir el deseo de quien rogaba poder asistir a su madre, gravísimamente enferma, en los últimos días de su vida. Aquel gobernador consiguió el traslado del recluso a la provincia de Ciudad Real y éste permaneció junto a su madre hasta que recibió las últimas paletadas de tierra. Este militante del Partido Comunista vive aún, se llama Benito Ruiz, y habita en la calle Ciudad Real de Miguelturra.
Él dio siempre muestras -porque quedó indultado años después- de una gratitud fervorosa y conmovida dirigiendo cartas significativas a quien había realizado aquellas gestiones por su nobleza y generosidad. No bastaría con conocer esta anécdota, a la que podríamos sumar centenares de actos que evidenciaban por parte de los vencedores o de los hijos de los vencedores un ánimo de reconciliación definitiva. Es posible que la fuerza mediática desatada a favor de la corriente que ha originado el presidente del Gobierno crean lo contrario, pero yo afirmo en este artículo que el tiempo pasará factura de este colosal error y que los españoles veremos claramente que en la angelical sonrisa del presidente Zapatero no había nada más que la turbia mirada de un rencor inabatible.


Publicado en el ABC el día 13 de Octubre de 2007.-

sábado, 13 de octubre de 2007

EN MEMORIA DEL MAESTRO RAFAEL (por Rafael C. Estremera)


El maestro Rafael es -para los españoles de bien- Rafael García Serrano. Al menos, con decir eso -el maestro- bastaba para que los españoles de mi generación -la que vio la llamada transición desde la muga, por poco más o poco menos, de la mayoría de edad- supiéramos de quien se trataba.

El 12 de Octubre de 1988 fallecía el maestro Rafael.
El maestro Rafael es -para los españoles de bien- Rafael García Serrano. Al menos, con decir eso -el maestro- bastaba para que los españoles de mi generación -la que vio la llamada transición desde la muga, por poco más o poco menos, de la mayoría de edad- supiéramos de quien se trataba.
Aquella fue -en lo literario o, por mejor decir, en lo editorial- una buena época. La editorial Planeta de José Manuel Lara -muy lejos de lo que hoy resulta- sabía conjugar el negocio con la calidad y, como resultado, fue reeditando casi todas las obras de Rafael García Serrano. Sabía que en ello tenía negocio seguro, porque había una legión de compradores anhelantes, y no se plegó a lo políticamente correcto.
En fin: que aquella epoca turbulenta, sucia, pervertida, nos trajo por otro lado la palabra de hombres como Rafael García Serrano, a los que los tecnócratas del régimen de Franco -los mismos que luego serían demócratas de toda la vida- habían querido silenciar.
Para los camaradas -para los simples españoles bien nacidos- que no han tenido ocasión, por razones de edad, de conocer a Rafael García Serrano, he aquí un breve apunte biográfico:
Rafael García Serrano nació en Pamplona, en 1917, y falleció en Madrid, el 12 de Octubre de 1988.
Falangista de la primera hora, salió voluntario con las tropas del legendario General Mola el 19 de Julio de 1936, de la pamplonesa Plaza del Castillo que da título a una de sus obras. Permanece en el frente de Somosierra hasta que una herida le obliga a regresar a su ciudad natal, donde se incorpora al equipo de Arriba España, del que es nombrado subdirector, continuando en el cargo hasta su reincorporación a la lucha.
Alférez Provisional de Infantería, la enfermedad le aparta de los frentes de combate, y durante su larga estancia en los hospitales publica su primera novela: Eugenio o Proclamación de la Primavera, comenzada en las aulas universitarias y concluída en los frentes.
Obtuvo en 1943 el Premio Nacional de Literatura José Antonio Primo de Rivera con La Fiel Infantería, novela que refleja los arquetipos humanos que hicieron posible la Victoria.
A La Fiel le siguen Plaza del Castillo, Los ojos perdidos, La paz dura quince días y La ventana daba al río, que forman parte de lo que el autor denominó Ópera Carrasclás.
Otras obras suyas son Los toros de Iberia, Las vacas de Olite, El domingo por la tarde, Retrato al minuto de un cabrón contemporáneo, El Obispo de Gambo tiene el honor de invitarle a la próxima guerra civil, Madrid noche y día, Feria de restos, Los Sanfermines, El pino volador y otras historias militares e Historia de una esquina.
Mención especial merece Bailando hasta la Cruz del Sur, relato de los viajes de la Sección Femenina por las tierras hispanas de América; Cuando los dioses nacían en Extremadura, la novela de la conquista de Méjico, y el monumental Diccionario para un macuto.
Ganador del Premio Espejo de España en 1983 con La Gran Esperanza, memorias de los primeros meses de la Guerra de Liberación; premio cuya concesión obtuvo el voto en contra del señor Fraga Iribarne.
Su ultima obra, V Centenario, nos advierte un futuro posible, hoy más que nunca cercano, próximo, ocurriendo ya, y ofrece un magnífico programa de actuación para cuantos creemos que España sigue existiendo. Cuando la llamada ley de Memoria Histórica -sectaria, falaz, partidista, revanchista, necia- nos pone en camino de la profanación de tumbas, de borrar el pasado para condenarnos a repetirlo, vayan aquí unos párrafos de V Centenario, que sitúa en la Basílica del Valle de los Caídos la cabeza de la resurrección de España:
* * *
Se tenía la sensación de un gran abandono, de una enorme tristeza conforme avanzaban hacia la gran nave y el crucero, un olor a mustio y sucio, fracaso y destrucción. La humedad de la montaña había filtrado grandes manchas oscuras por todas partes. Era justamente un sepulcro, más sepulcro que nunca desde que desaparecieron los muertos y no parecía quedar allí más que el recuerdo de su podredumbre. Y sin embargo allí acampaban, se movían, trabajaban hombres llenos de esperanza, todos ellos vivos y dispuestos a morir. No quedaba en aquel sepulcro gigantesco ni rastro de la muerte, ni huesos, ni siquiera polvo enamorado, y sin embargo allí estaba enterrada España, que ya no era de este mundo. Los ángeles con espadas parecían guardarla, y servir al Cristo clavado en la cruz de madera de enebro de Río Frío, que era como una llamarada en aquella rumorosa soledad. (...)
Diez escaleras. Los diez mandamientos. Se veía antes del altar la gran losa quebrada que guardó el cuerpo muerto de José Antonio, aquel lejano joven cuyas antologías eran la lectura de muchos cercanos jóvenes dolorosos y decididos, y el agujero oscuro donde fue enterrado.(...)
Pisaban teselas y taraceas de colores desprendidas del gran mosaico de la cúpula. El humo de los cigarrillos resaltaba en la luz que iluminaba al Cristo como el aliento de un extraño incensario. El lugar, tras de su profanación en el 89, no había sido reconsagrado jamás y la comunidad fue dispersada. El 89, recalcaban muchos, no es más que el 98 al revés. El 98 no tuvo vuelta. ¿La tendría el 89?
* * *
En la novela, Rafael García Serrano sitúa el estallido de la unidad nacional en el 89, jugando con el revés del 98 novecentista. No fue entonces, pero está siendo ahora. Rafael lo previó, lo escribió y sugirió la respuesta. Nosotros lo estamos viviendo.
Rafael combatió con las armas -frente a frente, como los hombres- cuando fue el momento; y luego, durante toda su vida, con aquella vieja máquina de escribir que parió algunas de las mejores obras de la literatura universal. Nosotros combatimos, -desde nuestro blocao de La Tribuna de España- con estas nuevas máquinas de escribir que la tecnología nos facilita. Y -Dios no lo quiera, pero tampoco lo impida si es necesario- con las armas que tengamos a mano llegado el trance.
Rafael, maestro, amigo, camarada: que los ángeles con espadas que guardan el Paraíso erecto, difícil, implacable, te den pronto la buena nueva de que otra vez tenemos España.

Rafael C. Estremera.


viernes, 12 de octubre de 2007

NUESTRA SEÑORA DEL PILAR







HIMNO



Virgen Santa, Madre mía.



Luz hermosa, claro día.



Que la tierra aragonesa



Te dignaste visitar,



Este pueblo que te adora,



De tu amor favor implora,Y te aclama y te bendice



Abrazada a tu Pilar.



Pilar sagrado



Faro esplendente,



Rico presente



De caridad,



Pilar bendito



Trono de gloria.



Tú a la victoria



Nos llevarás.



Cantad, cantad



Himnos de honor y alabanza



A la Virgen del Pilar.

__________
ORACIÓN



Oh Virgen del Pilar, Reina y Madre. España y todas las naciones hispanas reconocen con gratitud tu protección constante y esperan seguir contando con ella.
Obténnos de tu Hijo fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor.
Queremos que en todos los instantes de nuestra vida sintamos que tu eres nuestra Madre.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.






¡FELIZ DÍA DE LA HISPANIDAD!

Carta de 498 mártires a la Conferencia Episcopal Española


Queridos hermanos en Cristo:
Próxima nuestra beatificación del 28 de Octubre, no hemos querido posponer a esa trascendental y significativa ocasión las letras que en caridad os escribimos.
Tras haber dado testimonio de nuestra fe con el derramamiento de nuestra sangre y desde nuestra posición sostenida por el ejemplo de Jesús y atraídos por su amor, queremos anunciaros que por encima de las trágicas circunstancias que nos han llevado a la muerte cruenta, están los signos de amor, de perdón y de paz; caracteres que reflejan, de forma inquebrantable, al unir nuestra sangre a la de Cristo, la justificación de la encarnación suprema del Evangelio de la esperanza. Y es ahí, en esta profecía de redención y de futuro divino en la que queremos infundiros para que seáis firmes en vuestras actividades y perseverantes en vuestro ideal.
Recordando y reivindicando el dogma de que la Iglesia Católica es la única verdadera y que fuera de ella no hay salvación, os pedimos misionar pacientemente a nuestros compatriotas, para que España vuelva a ser católica, y para que nuestra sangre sea semilla de recristianización.
No pretendáis logarlo de inmediato, ya que previamente se han de subsanar los deterioros, consentimientos y errores emanados de vuestras manos. Tenéis que aprender con humildad paciente a que maduren los frutos para poder apreciar debidamente su sazón.
No seáis esclavos del consenso y de los recuerdos tristes de aquella tapadera de reconciliación, con la que tapasteis la causa de nuestro martirio para justificar la reconciliación en la aprobación de la Constitución atea del 78. La herida estaba ya cicatrizada, ¿a qué remover dolores y sufrimientos antiguos con la traída y llevada reconciliación taranconiana? Lo que paso, en todo caso, es responsabilidad para bien o para mal de sus autores. De ahora en adelante procurar reconstruir el deterioro, las leyes inicuas que han acontecido, los traspiés plasmados en tantas y tanta apostasía, los beneplácitos y aquiescencias nacidas de aquel llamar “Don Santiago” al asesino de Paracuellos.
¡Ah! algo muy, muy importante, mantened viva la esperanza de que nuestro testimonio es más fuerte que el pretendido poder y la manifiesta violencia de los falsos profetas, con sus vanas promesas del paraíso en la tierra y con su ateísmo. No os parapetáis defendiéndoos del Amor de Dios, sino dejaros tocar por Él, y abrid vuestros corazones para que recibáis la plenitud de la alegría. Esa plenitud es un haz de luz., el regio y solemne don que una vez dentro de vosotros, contagie y viva para expulsar la tristeza y el desánimo de todos los que os rodean. Ese premio es un rayo de luz que debe permanecer siempre encendido, iluminando todos vuestros actos y sirviendo de guía a todos los que a vosotros se acerquen, porque cuando en vuestra vida interior hay luz y dejéis abiertas las ventanas del alma, por medio de esa alegría, todos cuantos pasan por la vía en tinieblas serán iluminados por la luz. Todos, incluso a los Judas que siempre os acompañarán como al Maestro.
Dirigíos hacia lo alto caminando adelante con la confianza de que cada día nace el sol después de la noche. No tratéis de que otros cambien, sed responsables de vuestras propias vidas y cambiarlas sin deteneros y sin posar vuestras sonrisas democráticas en las fotos con nuestros verdugos. Tampoco os detengáis en los detrimentos que hicisteis, contemplar la meta y caminad en lo bueno que debéis hacer. Lo que viene os hará sufrir, no en vano el éxito no se mide por lo logrado, sino por los obstáculos vencidos en el deber ser. Recordar que cada día tiene su propio afán.
Una última aclaración antes de despedirnos. No os esforcéis en sustituir y tergiversar cobardemente en el sentido semántico de Mártires de la Guerra Civil, que todo el mundo conoce, sabe y certifica, por el descafeinado de “mártires de la tercera década del siglo XX”. Quede bien claro, no solo para los que desconocen la historia sino para los que conociéndola se callan, que todos los católicos españoles martirizados por los rojos optamos por la opción nacional española. Sí, otros también luchamos, unos incluso combatieron con armas como el Ángel del Alcázar, otros en las trincheras como el Padre Huidobro, y nosotros también luchamos, desde nuestras posiciones, con nuestras plegarias, ansiedades, pesadumbres y sufrimientos, hincados en nuestros reclinatorios y con el corazón puesto en el Altar, para que el Buen Dios ayudase a los nuestros a librarnos del comunismo y así poder reconquistar la Realeza de Cristo. Por ese noble ideal fuimos martirizados, sin que uno sólo de nosotros apostatase. Sinceramente nos sentimos orgullosos de ello, como así mismo lo sienten los 479 beatos y Mártires de la Guerra Civil, que nos han precedido en once ceremonias a partir de 1987, y de los cuales 11 de ellos son ya santos. Si, somos los Mártires de la Cruzada, los mismos que hemos de ser beatificados fuera de nuestra Patria, porque en ella “no hay lugar en la posada”. Eso es exactamente lo que habéis hecho ver al Vaticano, con la sutileza de vuestra excusa pueril de que en España no existen templos que puedan albergar a la multitud de españoles que asistirán a tal evento. Sin embargo, desde nuestra posición celestial observamos que tanto en el Cerro de los Ángeles como en la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, podría congregar un mayor número que en la de San Pedro. Pero claro, eso escocería a los demócratas de la laicidad, a los que os empeñáis en tildar de “sana”, a pesar de que, bien sabéis, el cáncer nunca puede ser sano, y ese es vuestro verdadero peligro al tiempo que os da inseguridad de obtener una fe responsable.
Una cosa más, no olvidéis que Dios os ha consagrado para realizar su Reino. Vivid e intentar alcanzarlo, poniendo la vida en ello, y si os dais cuenta de que no podéis, quizás entonces necesitéis hacer un alto en el camino y experimentar un cambio radical de vida, pero estad seguros que con otro aspecto, otras posibilidades y con la Gracia de Dios, lo lograreis. Así ha sido siempre a lo largo de los siglos hasta nuestros días.
Para terminar una pregunta curiosa: ¿Habríais sido capaces de firmar la Carta Pastoral del Episcopado Español de 1 de Julio de 1937 o como demuestran los hechos preferís seguir rubricando el mal menor?
Antes de despedirnos os emplazamos a que recibáis nuestra mejor sugerencia: Sed valientes y no pactéis con el César, buscad primeramente la Unidad Católica de España y a renglón seguido llegará el Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo. Hasta el cielo y en abrazo eterno.+ Cuatrocientas noventa y ocho firmas legibles.
José Luis DÍEZ JIMÉNEZ + 15 -7-07

sábado, 6 de octubre de 2007

CUESTIÓN DE PRINCIPIOS


La imposición de Educación para la ciudadanía pone en juego nuestra libertad .


Ese tipo de delirio antidemocrático ha de ser atajado desde el primer momento. No se trata simplemente de poner reparos a una nueva materia escolar. Lo que está en juego es una cuestión de principios: la libertad. Escribe don Teófilo González Vila, doctor en Filosofía y miembro de la Asociación Católica de Propagandistas .


La asignatura Educación para la ciudadanía, tal como está concebida y establecida, responde a una concreta concepción particular moral y antropológica. Pero en cuestiones de esa índole las autoridades públicas están obligadas a respetar escrupulosamente la pluralidad a la que da lugar el ejercicio de las libertades ideológica, religiosa y de enseñanza, así como, muy en concreto, el derecho de los padres a decidir qué formación moral han de recibir sus hijos. Imponer a todos como obligatoria esa materia supone conculcar esas libertades, vulnerar ese derecho. Es más: aun cuando se limitara a ofrecer esa materia como opcional, la autoridad pública ya sólo con eso favorecería a la concreta opción particular que la inspira y dejaría de guardar la imparcialidad a la que está estrictamente obligada para asegurar a todos los ciudadanos el ejercicio de sus libertades en pie de igualdad.


No cabe duda de que, con esa mera oferta ya se tomaría partido, se pondría todo el peso del poder y sus medios a favor de una línea moral concreta que quedaría así oficializada. ¿Y las otras? El poder no puede legítimamente imponer ni aun favorecer ninguna opción, ni aun cuando fuera la mayoritaria, ni aun cuando fuera la católica. Por las mismas razones que nuestra Constitución establece que «ninguna confesión tendrá carácter estatal», hemos de repetir que ninguna moral tendrá carácter estatal.


http://www.alfayomega.es/revista/550/14_reportaje0.html

jueves, 4 de octubre de 2007

¡FUERON APÓSTOLES Y MÁRTIRES!


¡FUERON APÓSTOLES Y MÁRTIRES!

En las primeras páginas del libro "El Terror Rojo", recoge Javier Esparza, su autor,una frase de Cambó, según la cual fue la Iglesia misma la culpable de la persecuciónque sufrió. Decía así el político catalán: "Si hubieren sido apóstoles, hoy noserían mártires". Esparza admite la posibilidad de que la afirmación fuera adecuadapara una época anterior a al República, pero no para después de 1930.

Pues tampoco para los años anteriores a la República. Aunque aparentemente laJerarquía seguía vinculada a la farsa de monarquía que España padecía desde 1833,una gran parte de la Iglesia, la mejor, estaba junto al pueblo, trabajaba enbeneficio del pueblo y hacía apostolado entre el pueblo.

Los gobiernos de Isabel (II) hicieron todo lo posible para eliminar la influencia dela Iglesia, para apartar a los españoles de la Fe. Mediante la desamortización elEstado se apoderó de los bienes de muchas fundaciones que servían para sostenerinstituciones de caridad y enseñanza, con las que la Iglesia realizaba su apostoladoentre los más desfavorecidos. Con la exclaustración y supresión de comunidadesreligiosa amplios sectores de la sociedad española, especialmente los más humildes,quedaron desasistidos espiritualmente. La culpa de esa falta de apostolado hay quecargarla a los liberales, a los correligionarios del Sr. Cambó.

La Iglesia reacciona. Es impresionante la cantidad de congregaciones que se fundandurante la Restauración y la expansión que experimentan otras ya existentes. Lamayor parte dedicadas a la enseñanza y a la atención de enfermos y ancianos. Todoello sin la menor ayuda del Estado y teniendo que soportar muchos trámites legales.También el Estado reaccionó y a punto estuvo de prohibir la enseñanza a losreligiosos con la famosa "Ley del Candado" de 1911.

Fueron mártires, precisamente porque habían sido apóstoles. Todos los intentos deasociar la persecución religiosa a una posible alineación de la Iglesia con lasclases dominantes, carecen de fundamento. Al contrario: una mirada imparcial sobrelos campos en que las congregaciones religiosas ejercían su apostolado nos hará verla cantidad de escuelas, regidas por religiosos, en que eran instruidos los hijos delos trabajadores.

La persecución a la Iglesia sólo es explicable por un odio a la misma inculcado enel pueblo por quienes se proclamaban sus redentores. Por quienes nada hacían por él,salvo buscar una fuerza para sus violencias mientras no sólo lo mantenían en suignorancia, sino que les embaucaban con utopías.

Fueron décadas de propaganda anticatólica, tolerada por una monarquía que se titulaba católica. Para las clases superiores, la universidad infiltrada por lasInstitución Libre de Enseñanza. Para el pueblo bajo, periodicuchos plagados deburlas y calumnias contra la Iglesia y el clero, como "Fray Lazo", "La Traca". "ElRuido" y demás.

La labor de la Iglesia junto al pueblo fue importante. Pero no pudo llenar el vacíoque había dejado la persecución del siglo XIX. Además los enemigos eran muchos, muypoderosos, muy variados y perfectamente organizados.

Sabían a dónde dirigían sus tiros. Ya durante la Semana Trágica de Barcelona,"pagaron el pato" las escuelas católicas que en los barrios barceloneses, enseñaba alos hijos de los obreros. Los claretianos, de reciente fundación para misionar enlos ambientes más humildes, presentan el mayor número de martirizados. Siguen losfranciscanos, la orden que exalta la pobreza. Luego van escolapios, maristas ylasallianos, que ejercían la enseñanza preferentemente en ambientes humildes.Impresionan e indignan los martirios de los frailes de San Juan de Dios arrancadosde los hospitales donde atendían a los enfermos más necesitados. Nada digamos de lainmensa legión de sacerdotes rurales que atendían los pueblos más pobres de lageografía española. Repetimos que sabían a dónde dirigían sus tiros: hicieron losmártires entre los mejores de los apóstoles.

Mención especial hemos de hacer del P. José Gafo Muñoz O. P. sus desvelos por lostrabajadores le habían granjeado una cierta amistad con dirigentes de la UGT.También será beatificado el día 28 de octubre.

Con su brillante frase, que tanto habrá gustado a nuestros liberales católicos,siempre propensos a poner atenuantes a los desmanes de la Revolución y a echar a laIglesia la culpa de todo, Cambó descubrió su esquema mental, según el cual laReligión debe servir para tener domesticados a los trabajadores.

En efecto: lamenta que la acción de la Iglesia no hubiera sido capaz de mantener atodo el pueblo apartado de las doctrinas marxista y anarquistas. Es la clásicamentalidad del burgués de derechas que considera útil la Religión por sus efectos enla moralidad de los pueblos. "El catecismo es bueno para los obreros; para que seanmás humildes". Frase que escuchamos en nuestra niñez en la representación de unentremés en la catequesis, puesta en boca de un señoriíto. Y está en perfectasintonía con lo que dijo Voltaire (al menos eso dicen que dijo): "Si Dios noexistiera, habría que inventarlo".

La frase de Cambó es la expresión del egoísmo de una clase materialista, queprescinde de Dios pero que quiere la religión para otros, a quienes considerainferiores, para que se porten adecuadamente como "buenos chicos" y no perturben susdigestiones.Comunión Tradicionalista

Carlos Ibáñez Quintana (03/10/07)