martes, 30 de junio de 2009

La cultura, en Colono


Ustedes recordarán a Edipo. Ciego y desterrado de Tebas, Edipo llega a una circunscripción del Ática, al norte de Atenas, a Colono. Entonces, los habitantes le piden que se marche.

Hace un par de días, por insistencia de alguien muy querido, fui a ver una representación de Edipo en el teatro del Matadero, en Madrid. La sensación que se me quedó es que la cultura, desterrada de los circuitos convencionales y ciega, al llegar a Madrid, recibe el deseo de ser expulsada de la misma por sus habitantes.

Es sabido que lo que hoy se impone es la cultura con “k”, que de Quevedo a Jardiel todo está proscrito y cuando no, manipulado por la giliprogresía que nos domina y castiga. Que todo lo que no sea marxismo rampante es la idiocia, y no hay luz fuera de lo políticamente correcto.

Aun sin comulgar, como es público y notorio, con esa corriente imperante, debo reconocer que ya me estaba acostumbrando a no recibir más que distorsiones, imágenes embotelladas de lo que pudo un día ser bello y ahora es deforme. Pero este Edipo representado en el teatro del Matadero (buen nombre, donde se ejecuta a la cultura sistemáticamente) ha resultado ser excesivo para mis quizá obsoletas entendederas.

Que a Edipo lo represente un actor más propio para pasar por un viejo sidoso que por un rey, puede pasar. Que sin sentido alguno aparezca alguien disfrazado de Humprey Bogart, quizá como castigo al actor por algún remoto escarceo de éste con la esposa del figurinista, tiene un pase. Que se simule el sobrevuelo de un helicóptero sobre el público por razones que quizá Freud pueda descifrar, lo omitiré piadosamente. Que proyecten de fondo imágenes que podrían quedar dignas en un video reportaje de primera comunión, pero jamás en un teatro y menos movido con fondos públicos, ya hace tragar quina. Pero que me coloquen un teléfono heraldo de telefónica y un secador de peluquería de señoras de los años sesenta en medio de la trama de Antígona, más que broma, resulta una tomadura de pelo absoluta, y eso que ya va quedándome poco.

El actor principal, con una dicción que recordaba increiblemente a Zapatero cuando en pleno discurso pierde el hilo de lo que dice, con menos pasión de la que servidor ponía en tercero de EGB en los agustinos cuando recitaba a Espronceda, remata la forma. La remata en el más puro sentido: la mata dos veces. En cuanto al fondo… bueno, hacer un remix de Edipo rey, Edipo en Colono y Antígona en una sola tirada, así, sin anestesia ni nada, sería solo comparable a resumir el Pentateuco en una caja de cerillas. Posible pero temerario. Particularmente pienso que si Sófocles reviviera los corría a todos, actores, director, personal de servicios , tramoyistas y hasta público, a puñetazos hasta el Peloponeso.

Me crujen las cuadernas al hablar así de un acto cultural. Del acto cultural por antonomasia, una representación teatral; y conste que intenté despojarme de antemano de prejuicios, que a flor de piel estaban cuando el en tríptico apareció el nombre de Mario Gas, ocupa de nuestra cultura con minúsculas que huele a su propio apellido, al menos desde que se alió con ese macarra revestido de friki que quería que volaran a España (que en gloria pudra, por cierto).

Debo reconocerles que lo que si me ha despertado es añoranza. Añoranza de aquellas tardes en el Español, cuando allí moraba uno de los mejores hombres de teatro que podrían pisar esta piel de toro, Gustavo Pérez Puig. Añoranza de lo que es el respeto a nuestro bagaje, nuestro acervo. Añoranza del saber hacer bien las cosas. Añoranza de la cultura al alcance de todos, y no del aprovechamiento de la subvención con fines depilatorios en el cráneo de los ciudadanos.

Decía Demócrates que todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos, de mofa. Yo añado que cuando se aplaude a la hez y se denosta el lustre, no solo todo está perdido sino que está podrido.

Juan V. Oltra

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sábado, 27 de junio de 2009

Cartas a un maestro nacional


IX La escuela de la Falange

Ha de ser nuestra escuela muy alegre, cómoda y sumamente higiénica, en lo material, sin suntuosidades de palacio ni lujos innecesarios.

El alarife construirá un sencillo pabellón, en planta baja, y cercará unos metros de terreno contiguos a él, muchos metros, cuantos más mejor. Nosotros alhajaremos el salón y cuidaremos el jardín, pues nuestros alumnos no gastarán su dinero en lo que ellos puedan hacerse, y lo pueden casi todo, desde el libro que leen hasta el mapa que estudian, porque para eso tienen un maestro de la Falange, inteligente y con vocación de sobra.

Colocado tu allí, compañero, no te dedicarás a desterrar el analfabetismo, según frase hecha que corrió tanto en otros tiempos, porque estamos convencidos de que los males que aquejaron a España no tuvieron su origen en que un tal número de compatriotas no supiesen mascullar una sílaba, como tampoco dependió de ello nuestro esplendor de otros tiempos.

La escuela de Falange se dedicará a infundir religión, patriotismo, ciudadanía, nobles y elevados sentiemientos, formará al niño según nuestra psicología y nuestra historia tradicional, educará… mientras va enseñando a leer lo que deba leerse, y a escribir lo que sea digno de expresarse por mediode los signos gráficos.

Nuestra escuela tendrá unidad, será nacional y católica, y sabrá exaltar el espíritu de Justicia, y los valores caballerescos de los viejos hidalgos españoles.

La Escuela de la Falange sostendrá íntimas relaciones y mutuas inteligencias con las otras escuelas que vayan a ese mismo fin – y tendrán que ir todas-, a las que considerará coadyudantes a la gran obra naci0onal, sin importarle el número, pues más bien quiere la Falange que la iniciativa probada se muestre con toda esplendidez, y atienda a la educación nacional son sana intención y pureza de doctrina.

La Falange quiere que sean pocas y muy buenas, por dentro y por fuera, las escuelas nacionales que pague el Estado, y quiere que tú, compañero, estés a salvo de toda penuria, para que puedas dedicarte en ellas, con completa tranquilidad de espíritu, a luchar tenazmente contra la ineducación que seca el corazón atrofia la voluntad y embota la inteligencia.

En esa escuela compañero, has de trabajar tu acordándote de Calasanz y de Majón, que son nuestros pedagogos, con exclusión absoluta de esos otros cuyos nombres no quiero ni escribir, por si se me olvidan algunas de sus zetas o haches que llevan en medio.

Nuestra Pedagogía
Gonzalo Gálvez Carmona, 1938

viernes, 26 de junio de 2009

Yo Acuso


Conformándonos por el terror a las necesidades circunstanciales de lo cotidiano, el asesinato separatista se ha convertido en una guirnalda en torno a nuestros cuellos. Cerramos los ojos ante el odio, la hiel y la burla del nacional separatismo y surcamos el espacio y el tiempo como una galera sin arboladura porque le hemos cogido el acomodo a este calvario de pánico que, de vez en cuando, escupe sangre, fuego y metralla como en Arrigorriaga, donde Eduardo Puelles García ardió como la yesca hasta quedar carbonizado dentro de su coche. Mañana, su nombre, no será ni un recuerdo en los territorios de la memoria. Mera estadística.

Después de lo irreparable, el crimen, viene siempre lo insoportable, las declaraciones de los políticos, quienes, con la testarudez de los borrachos y la grave profundidad que la embriaguez confiere a las palabras pobres y frías, insisten siempre en que ETA no va a conseguir nada. ¡Qué trágala tan estúpido y, por lo tanto, tan políticamente correcta!

ETA ha conseguido generalizar un espíritu separatista que emponzoña Vasconia toda de los pozos a los hornos. ETA ha conseguido seducir a gran parte de la juventud vasca, la cobarde complicidad de la mayoría, la silenciosa quietud de los que nada hacen porque sólo esperan a ver qué pasa y a ver quién gana; el exilio interior y exterior de otros muchos, y la heróica lucha de unos pocos, como Eduardo Puelles García, que firman con su sangre la anónima indiferencia de esa inmensa mayoría que escucha los disparos como quien oye el despertador.

ETA ha conseguido que la idea de España y el nombre de España sean una despreciable baratija en la conciencia colectiva de los vascos, y un concepto por el que no merece la pena luchar ni en el orden de prioridades ni en la escala de valores del resto de los españoles, pues cada vez que un español no vasco dice que se les dé la independencia ETA suma una voluntad más a su objetivo final, precisa y paradójicamente por la ausencia de voluntad de quien así se expresa.

¿Hay alguien que, sin ser un memo patológico, pueda creerse el mensaje oficial que nos dice que ETA está en las últimas, que está en trance de ser derrotada y que los asesinatos que comete son la prueba de su debilidad?

¿Hay alguien que pueda metabolizar y entender que el Ejército Español esté combatiendo a miles de kilómetros de su Patria contra el terrorismo del Corán y del turbante, mientras el terrorismo de chapela asesina españoles a domicilio, a placer y en régimen de barra libre?

¿Hay alguien que pueda entender que sus señorías estén más preocupadas por los procesos de reinserción de los etarras que por el castigo implacable al que deberían ser sometidos?

¿Hay alguien que alcance a comprender que la meta, más o menos evidente, de todas las políticas contraterroristas que se han diseñado en España no haya sido la eliminación física de la organización terrorista ETA, sino el diálogo y la negociación con ella?

Por todo eso yo acuso del asesinato de Eduardo Puelles García a todos los que aceptaron por cobardía intelectual la constitucional mentira de que España es una Nación de naciones.

Yo acuso a todos lo que por rencor político otorgaron a ETA el letal salvoconducto de luchadores por la libertad.

Yo acuso a todos los que enfatizan el hecho diferencial como fuente generadora de agraviantes derechos históricos para despreciar el hecho comunal español, aceptando perezosa y mansamente que el ser catalán, vasco o gallego es incompatible con el ser y sentirse español.

Yo acuso a todos los que llevan treinta años estigmatizando el patriotismo español y motejando de democrático el separatismo del PNV, de CiU, del BNG y de ERC.

Yo acuso a todos los que reafirman la perversión democrática de que a través de las urnas se puede desgarrar el manto de la Unidad Nacional Española.

Yo acuso a todos los que pusieron en manos de políticos esencialmente desleales a España las competencias de Educación y Cultura sabiendo perfectamente cómo y para qué las iban a utilizar.

Yo acuso a los que aprobaron un sistema y unas leyes electorales que otorgan una representación parlamentaria absolutamente desproporcionada a partidos separatistas.

Yo acuso a todos los que por intereses sectarios y coyunturales han coqueteado con los partidos separatistas para conformar mayorías de gobierno.

Yo acuso a todos los que desde sus responsabilidades políticas, periodísticas y educativas son incapaces de alzar la voz para darle fuerza al vino de nuestra Historia hasta que este pueblo sin memoria entienda clarísimamente que ni la Democracia, ni la Constitución, ni el Parlamento, ni el Rey, tienen potestad, ni autoridad, ni legitimidad, para conceder la independencia ni a la porción de tierra de España que cabe en una maceta.

Ahora, hoy, ya es tarde. Demasiado tarde para que la esperanza sea algo más que un sueño. Treinta años de abstracción política constitucional han convertido a España en una abstracción conceptual tan difusa que sólo palpita con verdadera pasión en el corazón de los que la odian.

Ellos esperan la independencia con más amor y fidelidad que Penélope a Ulises. Nosotros sólo esperamos que dejen de matar mientras les animamos a que sigan perpetrando, por la vía del diálogo, el más repugnante de los crímenes: el separatismo.

Eduardo García Serrano

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jueves, 25 de junio de 2009

Banderas arriadas


Durante el acto del Cerro de los Angeles retiraron las banderas de España


Varios de los asistentes al acto que tuvo lugar el pasado domingo en el Cerro de los Ángeles han hecho saber que por parte de la Organización se había dispuesto la retirada de todas las banderas de España, muchas de las cuales aparecían ornadas con el Sagrado Corazón de Jesús, símbolo católico donde los haya que es frecuente ver en peregrinaciones europeas junto al respectivo emblema nacional. Algunos así, lo hicieron, otros se marcharon o se mantuvieron discretamente apartados del entorno recogido por las cámaras.
Detrás del suceso hay algo más que una anécdota porque lo ocurrido es expresión perfecta de las dos cosmovisiones que desgarran al mundo católico. La devoción al Sagrado Corazón de Jesús nació y se extendió vinculada de una manera muy especial a esa corriente puramente católica pero que se puede definir por su oposición al jansenismo en el siglo XVIII, a la Revolución en el XIX o al comunismo en el XX. Por eso siempre despertó el odio y la persecución de ilustrados, jansenistas, jacobinos, liberales, masones, socialistas… Esta devoción tuvo siempre grandes enemigos, incluso entre quienes —como los jansenistas o los católico-liberales— se pretendían representantes de las más puras esencias del cristianismo o detentaban altos cargos eclesiásticos. Mártires del Sagrado Corazón fueron, entre otros, los miles de católicos masacrados en la Vandea, el presidente de Ecuador García Moreno, los cristeros mejicanos y los caídos de nuestra Cruzada. Todos ellos tienen en común haber reivindicado de manera efectiva la obligación que tenemos de sustentar también el orden temporal sobre la Revelación. De ahí formulaciones como la de la Realeza Social de Jesucristo.
Por eso es perfectamente explicable que la devoción al Sagrado Corazón de Jesús entrara en una profunda crisis cuando ideas inspiradas en el liberalismo y el socialismo, bajo el manto común del neo-modernismo condenado por la Humani Generis de Pío XII se hicieron predominantes al socaire de la nouvelle théologie y de la teología de la liberación y de sus respectivos postulados asumidos en el discurso oficial. Al tiempo que sobrevivía como elemento de identidad de quienes nos resistíamos a aceptar la traición, surgían grupos que —como ha dicho el Cardenal Rouco Varela— trataban de «recuperar y renovar, en clave del nuevo marco teológico y espiritual abierto por el Concilio Vaticano II, la teología del Sagrado Corazón de Jesús» (http://www.zenit.org/rssspanish-31610). La frase con la que se abría la fórmula pronunciada de manera colectiva por todos los asistentes al acto del domingo no podía ser más expresiva: «Hijo eterno de Dios y Redentor del mundo, Jesús bueno, tú que al hacerte hombre te has unido en cierto modo a todo hombre…». Expresión confusa, tomada de Gaudium et Spes, 22, que con la vaporosa fórmula “en cierto modo” no logra disipar la abolición de toda distinción entre el orden natural y el sobrenatural, una de las tesis mas queridas y de consecuencias más nefastas de la nouvelle théologie.
En el Cerro de los Ángeles chocaron el pasado domingo dos teologías contradictorias y excluyentes por su propia naturaleza. Por eso todo el peso de la oficialidad cayó sobre una de ellas. Las banderas de España con el Sagrado Corazón de Jesús vienen a recordar que la consagración de España —si se quiere auténtica— es un acto plenamente político, aun cuando su finalidad sea el cumplimiento de un deber social de religión. Además, su efecto secundario, el bien común temporal, es de naturaleza también netamente política. El acto del domingo, lo ha dicho con toda claridad el Cardenal Rouco: «Lo hacemos, naturalmente, en un contexto de relaciones Iglesia-Estado distinto que en 1919. Estamos en un Estado aconfesional, en un Estado laico, en el sentido positivo de la expresión, que no es confesional, pero está abierto, por la vía del reconocimiento de la libertad religiosa, a este tipo de expresiones».
Sinceramente, si yo me presento con mi bandera del Atlético en el acto de presentación de Cristiano Ronaldo y la dirección del Real Madrid me dice que me vaya no tengo derecho a quejarme. Nadie me había invitado a aquella fiesta.


Angel David Martín Rubio


viernes, 19 de junio de 2009

ETA ASESINA


Eduardo Antonio Puelles García



Descanse en Paz



La muerte no es el final



ETA ASESINA, NI OLVIDO NI PERDÓN

miércoles, 17 de junio de 2009

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina


Franns Rilles, inmigrante boliviano en situación ilegal en España, era explotado rigurosa y metódicamente en la panificadora valenciana en la que trabajaba en régimen de esclavitud. Doce horas diarias en el tajo por setecientos euros al mes en negro, sin contrato, sin papeles, sin Seguridad Social, sin derechos y, a partir de ahora, sin un brazo. Sin el brazo izquierdo que una máquina le arrancó de cuajo empapando en sangre el pan de su patrón, uno de esos cabronazos que saben que el miedo de los inmigrantes ilegales es como el humo de las ciudades derrotadas, enmascara el saqueo y emboza el pillaje.
¿En qué nos convertimos cuando la ley, la decencia y la justicia desaparecen? Pues en el patrón de Franns Rilles, ése cabronazo que le abandonó desangrándose por el muñón del brazo a doscientos metros del hospital más cercano susurrándole al oído que no contara la verdad, porque él sabe que estos pobres desgraciados vienen todos de los dientes de la injusticia que cosen el hambre como las lanzaderas de un telar, y que si quieren trabajar tienen que callar. Tragar y callar, porque los códigos y las pautas del mercado se han convertido en la ley de leyes hasta tal punto que todos hemos olvidado que al mercado se acude en busca de verduras, no de justicia.
Vienen buscando pan y justicia y cuando llegan aquí caen en las ávidas manos de mercaderes poco dispuestos a conceder una hospitalidad que no paga al contado. Caen en manos de negreros como el patrón de Franns Rilles, más astutos que inteligentes, cuyo único evangelio es la codicia, que regatean cuando compran y engañan cuando venden. Son los chulos de la miseria, los dueños de la lonja de carne humana, marcada por la fría escualidez del hambre. Son los alquimistas que convierten en oro la desesperación y el terror, el vacío y la soledad de los inmigrantes ilegales.
Como con esa estirpe de usureros yo me niego a representar la comedia de la indulgencia y a adoptar la hipocresía del respeto, diré que a mí el patrón de Franns Rilles me recuerda gratamente a Foulón, aquél ministro de Luis XVI que con ocasión de una hambruna que diezmaba Francia dijo que si el pueblo tenía hambre, que comiese hierba. Naturalmente, cuando estalló la Revolución, la cabeza de Foulón apareció en lo alto de una pica con la boca llena de hierba.
El patrón de Franns Rilles puede dormir tranquilo, pues su cabeza con la boca llena de pan coronando una pica es sólo un sueño, onírica imagen producida por las gotas de sangre jacobina que circulan por mis venas.


Eduardo García Serrano.
Editorial del programa “Sencillamente Radio”

jueves, 11 de junio de 2009

El titadyn no engaña


La sentencia del 11-M es aterradora, no sólo para las víctimas de los atentados, también para la sociedad española en general y para cualquier ciudadano que tenga el decoro moral de pensar con independencia de criterio. Así lo dije cuando fue dictada. Dije entonces, y lo reitero hoy, que la sentencia del 11-M es toda ella una falsedad de consenso fundamentada en una investigación chapucera que, deliberadamente, huye del propósito de hallar la verdad hasta el punto de ocultar la identificación química y la datación científica del explosivo que causó la masacre.

La sentencia del 11-M establece la no participación, en ningún grado, de ETA ni de la red terrorista Al Qaeda, y culpa y condena por la comisión de los atentados sólo y nada más que a los sicarios que los perpetraron sin buscar y, por tanto, sin hallar a la inteligencia que los ideó, que los planificó, que les dio cobertura logística, perfil estratégico y armazón táctico.

Conclusión aterradora para las víctimas, en particular, y para la sociedad española, en general: sé que mi hijo murió, pero no sé por qué murió ni sé con qué fines se llevaron a cabo los atentados en los que mi hijo, mi madre, mi hermano, mi mujer, mi novia, mi marido, mi amigo o mi padre murieron porque, según se establece de la sentencia, el mayor atentado terrorista de la historia de Europa lo diseñan y lo ejecutan un subnormal que trapichea con explosivos en el top-manta de la dinamita asturiana y veintitantos rufianes magrebíes avecinados en Lavapíes que mercadean con hachís, con móviles robados y con la quincalla de los rateros de poca monta ejerciendo, varios de ellos, de chotas de la policía.

Con qué alegría repetía Rubalcaba a los cuatro vientos que, según la sentencia, no había sido ETA. Su alegría por la exculpación de ETA era directamente proporcional a la timorata satisfacción del PP porque, según la sentencia, ni la guerra de Iraq había sido el detonante de los atentados ni Al Qaeda la mano ejecutora de los mismos. Y ambos, PP y PSOE, nos conminaban a todos a creérnoslo porque la sentencia, su amadísima sentencia de consenso, es la única verdad absoluta que debemos adorar pues para ellos la sentencia del 11-M es más, mucho más que eso: es un dogma de fe democrática y de lealtad institucional, y como tal ¡Ay de aquél hereje democrático que se atreva a ponerla en duda!

Cuando escuché y leí la sentencia y la inmediata reacción de consenso favorable a la misma de los partidos políticos, me acordé de lo que Chateaubriand dice, paradójicamente, en sus Memorias de Ultratumba: “cuando en el silencio de la abyección ya sólo resuenan la cadena del esclavo y la voz del delator, cuando todo tiembla ante el tirano, al historiador le incumbe la tarea de la venganza de los pueblos. De nada le sirve triunfar a Nerón, tácito ya ha nacido en el Imperio”.

Y Tácito, nuestro Tácito, el Tácito español del 11-M, se llama Antonio Iglesias, brillante y valiente químico que en su libro Titadyn demuestra científicamente que lo que no ocurrió en los atentados es lo que la sentencia del 11-M dice que sí ocurrió, pues en todos los restos de los focos se halló dinitrotolueno y en el único que no fue lavado con agua y acetona se halló nitroglicerina, dos componentes que están en el Titadyn pero no en la Goma 2 ECO.

Por tanto, es imposible lo que asegura la sentencia sobre que “toda o gran parte de la dinamita que estalló en los trenes procedía de Mina Conchita” porque en Mina Conchita había Goma 2 ECO, pero no Titadyn.

Eduardo García Serrano.
Editorial del programa “Sencillamente Radio”



martes, 9 de junio de 2009

EL RAPTO DE EUROPA


Con los resultados oficiales provisionales en la mano, en las elecciones al Parlamento Europeo celebradas el domingo, en España no ha ganado el PartidoPopular sino la abstención. El 54% de las personas con derecho a voto no han hecho uso de ese derecho. No seré yo quien les alabe. La democracia liberal tiene a mi juicio muchas objeciones pero si pone en nuestras manos la capacidad de abatir Gobiernos metiendo un papel en una urna de cristal y no lo hacemos, la responsabilidad es nuestra, no del sistema por muy corrupto que sea. Ahora bien, la otra constatación no es menos demoledora: España sigue apostando abiertamente por el bipartidismo representado por dos partidos, PSOE y PP que se llevan más del 80% de los votos y que coinciden en su visión del hombre y de la política aunque discrepen en cuanto al nombre de las personas que han de gestionar la cosa pública. El porcentaje restante se lo reparten de forma significativa separatistas, de estos que viven a costa del presupuesto del Estado español y radicales de izquierdas, de esos a quienes los cien millones de muertos causados por el comunismo les parecen pocos. La sociedad española está podrida y el resultado electoral es la mejor radiografía.La parcial victoria del PP es una garantía de la próxima victoria socialista en las Elecciones Generales. Si con la crisis brutal que padecemos, ZP suscita entusiasmos rayanos en el misticismo, dentro de tres años, con una candidatura de perfil bajo como la de Mariano ahora revalidada, estos barren. Un poco más de arbitrismo, de ingeniería social, de control de los medios de comunicación, de subvenciones gestionadas desde los ayuntamientos afines y la cosa está hecha. Rosa Díez podrá ser la segunda edición de Ruiz Mateos pero el electorado de izquierdas español ha demostrado que prefiere el mesianismo de ZP, el matonismo de Blanco y las simplezas de Pajín a una alternativa dura, pseudo-españolista en el discurso y radical en lo social como la propuesta por UPyD. Un diputado en los más de 700 de la jaula de grillos europea equivale a la nada.Estas elecciones han demostrado una vez más (¿Cuántas van desde 1976?) que en España no existe nada ni remotamente parecido a lo que pudiéramos llamar un voto de identidad católica reconocida. Ni siquiera identificando el voto católico —y es mucho conceder— con las formaciones pro-vida y pro-familia que se mueven en el ámbito de las opciones que respetan el común marco liberal, alcanzamos una representatividad significativa. Los católicos españoles siguen optando mayoritariamente por el PP y el PSOE, fieles a las consignas oficiales que se les han hecho llegar sin viraje constatable durante los pontificados de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI: “nada de partidos católicos, católicos en los partidos”. Y el resultado aquí lo tenemos: gobiernos sostenidos en las urnas por presuntos católicos implantan desde el poder el laicismo más agresivo al tiempo que los obispos se convierten en los palmeros del sistema que se lamentan sistemáticamente de las consecuencias condenando los "avances sociales" a que nos conducen irremediablemente los políticos y apareciendo siempre como los malos de la película. Los que no se enteran por dónde va el mundo ¿Será que les va esto de ser los tontos útiles?A mí me parece que el mejor análisis de estas elecciones, y de todas, ya se pronunció el 29 de octubre de 1933:
«En un movimiento poético, nosotros levantaremos este fervoroso afán de España; nosotros nos sacrificaremos, nosotros renunciaremos, y de nosotros será el triunfo, triunfo que (¿para qué os lo voy a decir?), no vamos a lograr en las elecciones próximas. En estas elecciones votad todos lo que os parezca menos malo. Pero no saldrá de ahí nuestra España, ni está ahí nuestro marco. Eso es una atmósfera turbia, ya cansada, como de taberna al final de una noche crapulosa. No está ahí nuestro sitio. Yo creo, sí, que soy candidato; pero lo soy sin fe y sin respeto. Y esto lo digo ahora, cuando ello puede hacer que se me retraigan todos los votos. No me importa nada. Nosotros no vamos a ir a disputar a los habituales los restos desabridos de un banquete sucio. Nuestro sitio está fuera, aunque tal vez transitemos de paso, por el otro. Nuestro sitio está al aire libre, bajo la noche clara, arma al brazo, y en lo alto, las estrellas. Que sigan los demás con sus festines. Nosotros, fuera, en vigilia tensa, fervorosa y segura, ya sentimos el amanecer en la alegría de nuestras entrañas».
¿Y qué hacemos ante este panorama? Ya lo hemos dicho otras veces: los torpes intentos de reconciliar al liberalismo con el Catolicismo ponen de relieve la licitud y necesidad de una resistencia en el terreno cultural y político fundamentada religiosamente a pesar de la oposición de algunos eclesiásticos, por muy arriba que éstos se sitúen. En la línea que ya apuntaba Vázquez de Mella:
«Cuando no se puede gobernar desde el Estado, con el deber, se gobierna desde fuera, desde la sociedad, con el derecho ¿Y cuando no se puede, porque el poder no lo reconoce? Se apela a la fuerza de mantener el derecho y para imponerlo. ¿Y cuando no existe la fuerza? ¿Transigir y ceder? No, no, entonces se va a las catacumbas y al circo, pero no se cae de rodillas, porqué estén los ídolos en el capitolio»

domingo, 7 de junio de 2009

El “bautizo” de Leo


De las cosas que más vergüenza ajena provocan en la España de hoy es el orgullo inconsciente e infantil de cierta clase de personajes elevados al Club de la Farándula por la estulticia general. Los encontrarán por todas partes: elevan el mentón, relajan el buche, miran por encima del hombro para demostrar que sí, que no caben de gozo por ir “contracorriente”, por romper con la norma, por golpear la tradición con su comportamiento diario.

Cayetana Guillén Cuervo, que dicen que es actriz, ha usado a su hijo para escenificar un acto sustitutivo del bautismo, y “oficiado” por Pedro Zerolo. Bautizarlo por el rito católico hubiera sido normal, e incluso bueno, lo cual es profundamente fascista. Se cambia el agua bendita por perfume del top manta, sustituimos al sacerdote por un sodomita y lejos de que un buen organista se atreva a interpretar el “Ave María” de Schubert, suena imponente, a todo trapo, la melodía de la serie “David, el Gnomo”. Porque el progresismo no tiene por qué reñirse con lo hortera.

Al parecer, esta costumbre significa “dar la bienvenida democrática” al nuevo “ciudadano”, cosa que aleja a cualquier persona decente de la democracia como de la bicha. Si para ser un demócrata hay que estar en brazos de Zerolo, no lo duden: quiero un buen caudillaje. Si la condición para que a uno le acepten en el exclusivo club de la progresía universal es cambiar el día del bautizo (el día en que los cristianos recibimos al Espíritu Santo) por esta paranoia de zumbados e invertidos, reniego del progreso y lo aborrezco enteramente. Pero a este pobre niño no le han dejado elegir.

Ese es el problema. Leo, que así han llamado a la criatura, no tiene culpa de tener los padres que tiene; es demasiado pequeño para comprender lo que le han hecho. Y no sólo le han privado del derecho que tenía a ser bautizado como Dios manda, sino que le han metido a empellones en una secta de la que ya no podrá salir, la del izquierdismo furibundo, la del ateísmo porque sí, la de la rebeldía sin causa contra el capitalismo universal y a favor de la “extensión de los derechos”. Vamos, que le han fastidiado la vida.

Ellos, sus padres y allegados, dirán que no, claro. Dirán que un niño, lo que de verdad necesita, es “el amor de sus padres”. Que eso de echar agua bendita por la cabeza no significa nada. Que así, recibiendo la “bendición democrática” de quien ha hecho de su extravagante condición sexual un medio de vida, será “mejor persona” y aprenderá pronto a “respetar a los demás”. Y, en efecto, así será. Hasta que cumpla la edad suficiente para que nadie pueda manipularlo, y pueda leer, pensar y meditar lo suficiente para comprender que ha estado metido en una enorme mentira. Porque Dios no deja abandonado a ninguno de sus hijos, y menos aún a aquellos no tuvieron forma de defenderse de la dictadura del relativismo.

Rafael Nieto

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miércoles, 3 de junio de 2009

EUROPA


¿Qué es Europa? No, no es una pregunta retórica y aún menos formulada al sur de los Pirineos, donde millones de españoles que ni siquiera saben qué es España, qué significa España ni qué ha representado España en la configuración de Europa ni en la fragua y la expansión de su civilización y de su cultura, se disponen a votar en las elecciones al Parlamento Europeo el próximo domingo.
Europa, el murmullo de una palabra que desliza por nuestros labios el susurro de las memorias compartidas desde las murallas de Troya hasta nuestros días. Europa, todo lo que a los europeos nos viene dado de la leche materna, todo lo que ha pasado a formar parte del tejido de nuestro modus vivendi y de nuestro modus operandi, incorporando a un marco de propósito y significado el pasado y el futuro a través del pensamiento y de la acción europea, el aliento de la Historia arremolinándose en torno a nosotros en términos de siglos.
Atenas, Roma y Jerusalén. Sócrates, Julio César y el Cristianismo. La filosofía griega que enseña al hombre a pensar y a buscar, la geometría de la lógica y de la razón, la ciencia y el análisis. Grecia, la democracia y la aparición del hombre libre, ni aristócrata ni plebeyo: el ciudadano.
Roma, el Estado, el Derecho y el Imperio. Roma, las leyes para vivir fuera de la humillación, para vivir con respeto. Las leyes por encima de la espada y del dinero. Roma no sólo gobernaba, también transformaba. El poder de sus ideas se imponía no sólo con la espada sino con la toga y el Derecho, con la ingeniería, la arquitectura y la agronomía. Tan es así que cuando Roma cayó toda la Europa togada se sometió al gobierno de los bárbaros, pero los bárbaros se sometieron al Derecho Romano. Alboreó entonces la Edad Media, fecunda fusión de la energía de los pueblos del norte del Rin y de la brillantez intelectual del sur de Europa.
Jerusalén, desde donde la Cruz del Gólgota surca el Mediterraneo universalizándose a través de Europa. El Cristianismo como hilo conductor y eje vertebrador del hombre nuevo y de la nueva Europa desde el Edicto de Milán hasta nuestros días.
Atenas, Roma y Jerusalén, los principios, tanto cronológicos como morales de Europa. Europa como el Muro de Adriano, que marcaba y anunciaba el orden romano como una fortificación de piedra, de leyes, de principios y de valores.
Algunos quieren una Europa dividida en fragmentos lo suficientemente pequeños como para que no puedan dañar a nadie salvo a ella misma. Por eso la libertad de la que disfrutamos contiene las semillas de su propia destrucción y cuando esas semillas germinan por falta de autoridad moral, de autoridad intelectual y de autoridad política, el liderazgo desciende hasta los más necios. Por eso el próximo domingo, sin miedo y con la conciencia limpia como un cielo sin trampas, votaré por el bien posible en contra del mal menor, votaré Alternativa Española (AES).



Eduardo García Serrano.


Editorial del programa “Sencillamente Radio”