martes, 24 de junio de 2008

Mismos perros con distinto collar...


Leo que Izquierda Republicana de Cataluña rechaza dedicar calles de ciudades como la de Barcelona a las víctimas del terrorismo. Según un concejal de dicha formación terrorista en el Ayuntamiento, por "la instrumentalización del terrorismo" que hacen los populares, que han sido los que han presentado la propuesta tras la campaña de medios como "La Razón". Para Ricardo Martínez, sólo apoyarán ese tipo de mociones si las presenta cualquier otro grupo. Visto queda que estos hijos de la grandísima puta no tienen muertos en el atentado del Hipercor de la Ciudad Condal (1987), el cual se llevó por delante a 21 ciudadanos barceloneses, que ellos mismos dicen representar en ese ayuntamiento. ¿Qué clase de representación es esa? Los asesinos de E.T.A. van de la manita de gente como Ricardo Martínez.


Eso si, la formación heredera de "Tierra Libre" no pone ninguna pega a la hora de sentarse a negociar con terroristas en Francia y a dedicar calles a los mismos componentes de ese grupo, primo hermano de E.T.A. Los votantes y militantes de esa formación son, a mi subjetivo modo de ver (como todo lo expuesto en este "blog"), igualitos a estos asesinos de mierda. Yo, gracias a Dios (aunque a veces me de la tentación), no deseo esa misma tragedía para esta gentuza, aunque me gustaria ver su reacción si lo sufren. ¿Qué harían? Ahora si se pone la calle ¿no?.


Cada día me da más asco la gente de este pais. Lo siento.


domingo, 22 de junio de 2008

Del blog del padre Fortea


Aunque han sido muchos los vientos y tempestades que en meses pasados me han incitado a hablar sobre la COPE, hasta ahora siempre me había resistido. La razón, con ella no puedo ser objetivo.

Pero ya es hora de romper mi silencio, aunque guardándome mis motivos personales, que revelaré en su momento. Y rompo mi silencio para decir que la cadena es la que decide qué es una noticia y qué no lo es. Porque no es una cadena de información sino un perpetuo mitin político. Porque la cadena está dirigida por locutores absolutamente parciales que son un continuo ejemplo de lo que no es periodismo.

Yo hubiera deseado una cadena de los obispos que hubiera sido un verdadero ejemplo de radio. Una radio de calidad, con programas que buscaran ennoblecer a las personas. Programas con debates de gran altura, grandes plumas analizando la sociedad y la cultura, reportajes o incluso, por qué no, interpretaciones teatrales radiofónicas. La COPE debería haber sido la BBC española.

Lamentablemente, lo que oímos nos avergüenza, resulta inaceptable y por pronto que se remedie, ya será demasiado tarde. La cadena de los obispos no necesita cambiar a Los Santos, necesita un cambio radical en sus tres programas esenciales. No es un cambio de personas la solución. Por supuesto que habría que despedir a todos, a los tres, y a cada uno por una razón distinta. Pero ése sería un remedio insuficiente. Lo primero que deben plantearse los obispos es qué radio es la que ellos quieren poseer, qué radio es la que tendrían que tener los sucesores de los Apóstoles, qué radio es la que desearían Pedro, Juan, Bernabé, Bartolomé… Por fin un lugar en la Red donde poder comunicarme diariamente con todos aquellos que no me quieren y con los que me guardan un cierto afecto. LA COPE II: la cuestión no es POR QUÉ, sino QUIÉN.

Lo primero que deben plantearse los obispos es qué radio es la que ellos quieren poseer, qué radio es la que tendrían que tener los sucesores de los Apóstoles, qué radio es la que desearían Pedro, Juan, Bernabé, Bartolomé…

Ellos, los Doce que estuvieron con Jesús durante tres años, hubieran querido una radio, sí, sin ninguna duda. Pero de ningún modo ésta. Insisto, no es un cambio de una persona, ni de todas, lo que se necesita, sino un cambio copernicano, o mejor dicho COPErnicano.

No soy ingenuo, sé que ese ideal de radio no lo vamos a tener. No me hago ninguna ilusión. Ni la más mínima. No, no nos van a dar esa radio óptima de la que sentirnos orgullosos, una radio que sea un ejemplo internacional de calidad, un modelo de medio de comunicación que prescinda completamente de lo que busca la audiencia. Una radio dirigida por un John Henry Newman de nuestra época, o por un Umberto Eco cristiano (o no), o por un arrollador Emiliano Tardif, o por un gran intelectual que nos sorprenda y nos descubra que existe un tipo de radio en la que nunca habíamos pensado. No, eso no lo vamos a tener.

Pero al menos es imprescindible que se den cuenta de que esta situación no es que resulte insostenible, sino que hace ya mucho tiempo que ha ido más allá de todo sentido común.

El problema de la COPE no es Los Santos. Hay que empezar de nuevo radicalmente. Yo despediría hasta a las mujeres de la limpieza.

Por supuesto que hay buenos profesionales en esa cadena, seguro. Pero todos quedan eclipsados muy a su pesar por una situación anómala como ésta. Enfermedad radiofónica de la que Los Santos o Vidal y otros, no son la causa, sino sólo un síntoma. La causa es otra.

Durante muchos meses me he preguntado cómo una situación así era posible. No es por el dinero, es cierto que la radio no ingresa dinero en la Conferencia Episcopal Española. Esto último siempre me ha escandalizado. No es por apoyo de los obispos, muchos obispos aplaudirían estas palabras mías sobre la COPE. Cada vez son más entre ellos los que abiertamente critican a la radio. No es por lo que piense la gente, la Iglesia muchas veces ha actuado frente el parecer de la mayoría. Ahí está el caso de la moral sexual.

¿Entonces por qué? ¿Por qué todos atacan a Los Santos y éste se mantiene? Esto ha sido para mí un misterio real mucho más interesante que el ficticio de Da Vinci.

Honestamente he llegado a la siguiente conclusión. Conclusión que va a sonar extraña, pero que me parece la única posible. Alguien en Roma, alguien muy importante, de los más importantes, para mantener su nivel de español escucha a Los Santos con frecuencia. Y ese alguien le ha transmitido de forma personal al cardenal Rouco Varela que resista, que mantenga a este periodista contra viento y marea, que él le apoyará pase lo que pase.

Sólo bajo esta hipótesis se puede explicar esta situación. De lo contrario, ni siquiera el cardenal de Madrid, ni ocho arzobispos de España juntos, ni media Conferencia Episcopal unida hubiera podido mantenerse firme frente al clamor general de todas las mentes pensantes de la Iglesia española.

En cuanto a la COPE hace ya tiempo que el POR QUÉ ha sido sustituido por el QUIÉN. Esta resistencia numantina de muy pocos eclesiásticos frente a todos los demás, sólo se puede explicar por una razón del tipo que he explicado. Y mucho más cuando en el mundo eclesiástico nadie se encierra en un alcázar, sino que todo se hace por consenso. Esta excepción a la regla, sin duda, tiene su causa aunque no la conozcamos. Quizá alguien dentro de veinte o treinta años escriba sus memorias y todos la descubramos. Una historia sin muertos, pero espero que con mucha intriga. Vamos, no creo que a Gallardón le de por suicidarse por no poder resistir la presión de Los Santos de la Iglesia. Qué gran cosa es la virtud de la Esperanza. Eso sí, la Esperanza sin Prisa. Esta última frase está totalmente fuera de lugar, pero me encanta.


Perdón, perdón.


viernes, 20 de junio de 2008


Hoy he tenido la suerte, privilegio me atrevería a decir, de tumbarme al Sol y poder releer, una vez más, las últimas páginas de el sentimiento trágico de la vida, del maestro Unamuno.


No he podido evitar la tentación de transcribir el final cómplice y glorioso, nunca mejor traído el término "glorioso", de uno de los más grandes hombres españoles:


Y con esto se acaban ya -¡ya era hora-, por ahora al menos, estos ensayos sobre el sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos, o, por lo menos en mí -que soy hombre- y en el alma de mi pueblo tal como en la mía se refleja. Espero, lector, que mientras dure nuestra tragedia, en algún entreacto, volvamos a encontrarnos. Y nos reconoceremos. Y perdona si te he molestado más de lo debido e inevitable, más de lo que, al tomar la pluma para distraerte un poco de tus distracciones, me propuse. ¡Y Dios no te dé paz y sí gloria!


En salamanca, año de gracia de 1912.


¡Qué grandeza superlativa! ¡qué genio!

Después de un largo y brillante ensayo sobre la vida y la muerte, sobre Dios, la verdad y la moral -todo un compendio filosófico brevemente explicado y resumido- nos deleita con unas meditaciones sobre el Quijote, al cual reivindica y ensalza, para acabar haciéndonos un guiño, el supuesto escritor ateo, que intenta mantener viva la esperanza de que en algún "entreacto", ¿por qué no una resurrección?, nos encontremos y nos reconozcamos.


Creo que Savater, autor del prólogo de la edición que he leído, no ha sabido captar el sutil ateísmo de Unamuno, que no es tal, pues como el mismo Unamuno reconoce en el interior de estás sabrosonas páginas: "incluso el ateo no puede evitar creer en Dios en la medida que lo niega, se obcea con él e intenta demostrar su inexistencia por todos los medios a su alcance" (parafraseo)


Savater, desde su perspectivismo de progre relativista y abrazado al racionalismo, no ha sabido ver, en esta obra, a Unamuno convertido en San Manuel Bueno; no ha visto al individuo que, aunque dubitativo e inmerso en la incertidumbre de la existencia, se obliga al optimismo vitalista, luchador y soñador, para alcanzar la inmortalidad y la gloria eterna.


Saludos y ¡Arriba España!


lunes, 16 de junio de 2008

HA MUERTO JUAN LUIS CALLEJA



Me trae El Manifiesto, en artículo de Aquilino Duque, la noticia de la muerte de Juan Luis Calleja.Monárquico de inclinación y español de raza, el desengaño sobre las formas de Gobierno nunca le llevo al desengaño de España, y a su pluma se debe una de las páginas más hermosas que he leído en mi vida; página que he visto reproducida en diversos lugares, raramente citando al autor, y no pocas veces desfigurada.
¡ CREO EN ESPAÑA !


Creo en una sola España. Madre fecunda, creadora del cielo limpio y la tierra varia y de todas las américas de América. Y en un sólo pueblo español, primogénito entre los hijos de España; nacido de la Madre antes de todos los descubrimientos. Pueblo de pueblos, Nación de naciones, verdadero reino de los reinos verdaderos. Engendrado y hecho; consustancial al Mare Nostrum, por el cual fueron hechas Grecia y Roma, cuyas aguas, por nosotros y nuestra civilización, nos enviaron el Derecho. Y la Cruz. Y por obra del Apóstol Santiago, la Cruz encarnó en Iberia pagana. Y se hizo España.Y corrieron los tiempos. Y, por nuestras culpas, España fue crucificada, padeció bajo el poder de la Media Luna y fue sepultada. Y resucitó al octavo siglo, según las crónicas. Y subió a las cumbres, donde estuvo sentada a la diestra de la Gloria. Y, por nuestra desidia, hubo de bajar al suelo y ser juzgada por amigos y enemigos. Y su Imperio tuvo fin. Pero no su aliento.Creo en el amor a España, soplo vivificante que procede del honor y va hacia el mañana. Creo en el genio de España, honor de virtudes y redoma de mezquindades, pero creo en España. La cual, con sus pueblos, debe ser justamente venerada, respetada y glorificada; que habló por boca de sus ejemplos, callo por dignidad y tiene pedida la palabra.Y creo en Castilla, que es una, santa, paciente y dolorida. Creo en las barras de Cataluña, en las cadenas del Rey Sancho y en las Asturias de Santillana. Creo en el león de León y en la granada de Granada Creo en el tañido de Compostela y en las Vascongadas de España Creo en una sola España. Creo en la comunión de sus pueblos. Confieso una sola Bandera por símbolo de esta fe y por testigo de la Patria. Y espero la resurrección de los que están muertos a España. Y la vida para todos.El Derecho este siempre con nosotros. Y en nuestro espíritu.






Juan Luis CALLEJA(Artículo publicado el 6 de enero de 1966, en ABC)(Reproducido en EJE, Nº 5, Octubre de 1989)

miércoles, 11 de junio de 2008

SOBRE TRANSPORTISTAS Y SECUESTRADORES


Porque hay una diferencia objetiva y debería haberla legal.

Una cosa es que los camioneros se pongan en huelga, porque con el precio de los carburantes ni siquiera ganan lo suficiente para mantener el marcha el camión. Y otra muy distinta, es que corten las carreteras, que impongan su voluntad a los demás y que, por ejemplo, impidan a una madre llegar a tiempo de recoger sus hijos del colegio.Ellos están en su derecho de hacer huelga, y si dejaran sus camiones en casa, o en los aparcamientos de la empresa, causarían el mismo efecto de falta de mercancías, que es lo que deberían hacer notar: que sin transportistas no hay pan, ni fruta, ni huevos, ni leches; y que si continúa la escalada brutal de precios del combustible, todo eso se encarecerá en proporción. Esa es la fuerza del sector del transporte y es justo que la apliquen en la defensa de su pan, que los impuestos abusivos les quitan de la boca.

Porque el problema del precio de los combustibles es, fundamentalmente, el impositivo. Ya debería saberlo todo el mundo, pero probablemente aún habrá quien se asombre cuando se entere de que cada litro de gasolina o gasoil lleva un porcentaje de Impuesto Especial de Hidrocarburos; y que sobre el total -esto es, precio del combustible puesto en el surtidor, más el impuesto especial- se le calcula el IVA. Vamos: que nos hacen pagar impuestos sobre los impuestos, lo que riza el rizo de la desfachatez. Y como ambos impuestos son porcentajes sobre el precio, cuanto más suba este, más impuestos recogerá el Gobierno. Seguro que más de los 400 € de marras de cada uno de nosotros, por poco que usemos el vehículo particular, y no digamos si el uso es profesional.

Pero todo esto no da derecho a los transportistas a retener a nadie en contra de su voluntad. Y eso es, ni más ni menos, la actuación de los piquetes y los cortes de carreteras o la invasión a paso de tortuga de las mismas.Ayer fallecía un piquetero (piquete es el grupo, no cada individuo). Como es normal, nadie puede alegrarse del suceso; pero, a fuer de sincero, hay que preguntarse cuanto de informativo y cuanto de intimidador tenía la función del fallecido.

Hace muchos años me encontré con uno de estos cortes de carreteras. Eran los huelguistas de Santana, que tomaron por norma de protesta el corte de la carretera de Andalucía al paso por Despeñaperros. Viajaba con tres personas de cierta edad y aquellos sinvergüenzas (sí, sinvergüenzas) nos tuvieron retenidos durante dos horas. No puedo asegurar que, de haber estado en primera fila y ocurrir una necesidad de las personas que llevaba, no hubiera arrancado llevandome a quien se pusiera por delante. No disculpo, pero comprendo.

Lo que no puedo comprender, es cómo un llamado Estado de Derecho permite el secuestro de miles de ciudadanos, a los que se impide no solamente el paso por un punto, sino incluso la salida de la encerrona en que unos gamberros han convertido la carretera. Lo que no comprendo, es como el llamado Gobierno no garantiza el derecho a la libre circulación -derecho fundamental, según la Constitución- y no pone las medidas para que el huelguista haga huelga si la quiere hacer, pero no tome rehenes.

¿Quien son estos individuos para impedir que una madre recoja a sus hijos del colegio, que un padre los lleve a ver a sus abuelos; que un fontanero vaya a arreglar una fuga de agua o un electricista a llevar la luz a una familia? ¿Quien se creen que son para impedir que un comerciante transporte en su vehículo privado un saco de patatas o dos cajas de leche? ¿Qué derecho tienen a amenazar al que desea seguir trabajando, o al que no tiene más remedio ante una amenaza de despido?

Máxime, teniendo en cuenta que los cientos de miles de personas retenidas ilegalmente por una pandilla de facinerosos, no se van a beneficiar de lo que los transportistas consigan con su huelga, porque -pidan lo que pidan- lo que no exigen es una bajada de impuestos para todos los carburantes. El Estado dispone de Policía para evitar el corte de carreteras; dispone de antidisturbios si la situación lo requiere. Y dispone, si hace falta para limpiar las carreteras de estorbos a la circulación, del Ejército. Lo único de lo que no dispone es de la real gana de hacer cumplir las leyes, de manera que sobrevive en permanente acojone ante cualquiera que tome una posición de fuerza y han sido necesarios tres días -en algunas zonas, aún más- para que se atreva a algo tan sencillo como hacer cumplir la Ley.
(Publicado en La Tribuna de España)