martes, 7 de abril de 2015

Pasión de joven rico

Por supuesto que me marché triste tras escuchar su consejo de vender lo que tengo y dárselo a los pobres. ¡Con lo que yo podría haber admirado a Jesús, si no hubiese sido tan radical y extremista! Aquel empeño suyo de cambiar a los hombres era nefasto y subversivo, porque a los hombres hay que dejarlos que sean lo que son: el rico, rico; el fariseo, fariseo; el pescador, pescador (y pecador). Sobre todo considerando que –como él mismo afirmaba– pobres siempre tendremos entre nosotros.
 
Y conste que algunas de sus enseñanzas me encandilaban. Muchas veces pensé en abrir un negocio de filacterias con una selección de sus frases más eufónicas. Pero, en medio de estas frases bonitísimas, intercalaba otras irritantes y ofensivas que más le valdría haber borrado de sus predicaciones, pues sólo le trajeron ojerizas y malos quereres. A nadie le gusta que lo llamen sal sosa o sepulcro blanqueado; tampoco que le anuncien que las prostitutas lo precederán en el reino de los cielos; o que le digan que las piedras gritarán para compensar su silencio cobarde. ¿No estaba invitando a que alguien tomase esas piedras gritonas y lo lapidase? ¡Y qué decir de esa aduana celestial, estrecha como ojo de aguja, que nos puso a los ricos! Como si muchos ricos no hubiésemos conseguido nuestro dinero santificándolo con nuestro trabajo; y con el de nuestros obreros, lo concedo, pero ellos pueden seguir siendo pobres fácilmente, porque ya les ha sido prometido el reino de los cielos, mientras que los ricos tenemos que conformarnos con el reino de este mundo, que es mucho más disputado y tormentoso.
 
Y luego estaban aquellas parábolas tan desconcertantes y malévolas. La del Buen Samaritano, invitándonos a amar a nuestros enemigos, me parece una indecencia. La del rico Epulón y el pobre Lázaro resulta simple y llanamente vomitiva, con ese maniqueísmo tan tajante que envía al infierno a quien nunca dejó de tirar al pobre las migajas que caían de su mesa, dando prueba de su filantropía. Pues, ¿y la nefasta del Administrador Infiel, que concede una quita a los deudores? Pero la que decididamente despierta mi más encendida repulsa es la parábola de los Obreros de la Viña, en donde se paga lo mismo a los que madrugan que a los holgazanes que se suman al tajo a última hora. Con su desapego al dinero, ese Jesús de Nazaret quiso incendiar el mundo.
 
Y el mundo no puede ser dejado a merced del fuego, pues todo lo que hasta ahora hemos conseguido (estabilidad política, prosperidad económica y tolerancia social, amén de una muy civilizada sumisión al Imperio y un sistema recaudatorio que detecta al instante las triquiñuelas de los pobres, a la vez que a los ricos nos permite ciertos enjuagues) nos ha costado mucho trabajo y mucha sangre. Lo de los lirios del campo y las aves del cielo suena muy lindo y bucólico; pero no habríamos alcanzado el bienestar ni el progreso siguiendo un modelo de vida tan despreocupado. Seguramente el modelo que yo postulo también tiene sus defectos, pero la mano invisible del mercado y la bondad natural del ser humano acabarán sanándolos.
 
Yo no hubiese prohibido la predicación de Jesús, porque soy un amante de la libertad de expresión; mucho menos lo hubiese condenado a muerte, porque soy hombre moderado a quien disgustan las soluciones drásticas. Pero confesaré que, cuando Pilatos nos dio a elegir, ayudé a salvar a Barrabás. Bien sé que es un ladrón que mañana mismo podría robar una parte de mis riquezas (la diminuta parte que no está puesta a buen recaudo), causándome cierto quebranto; pero mucho mayor quebranto me causaba ese Nazareno, escarbando en mi conciencia con sus palabras irritantes y ofensivas.
 
Juan Manuel de Prada

miércoles, 1 de abril de 2015

1º DE ABRIL

EUGENIO O PROCLAMACIÓN DE LA PRIMAVERA
 
 
ESTA «proclamación de la primavera» es testimonio de hechos vividos antes de los veinteaños. Soy camarada de una generación con destino propio. Nuestro destino de morir, mi mismo destino del morir me lleva a Eugenio, el muerto que yo – que cada uno de nosotros hubiera querido ser. Huérfanos de apoyo redimimos la tierra de España, para recibir el bautismo del trigo y el bautismo de la sangre. Si fuésemos oradores liberales a estas horas clamaríamos ante cuatro faroles de gas, la enchisterada frase: ni la historia tiene derecho a juzgarnos. Fuimos a la guerra convencidos de que en su fin podriamos decir lo contrario de la generación remarquiana: estamos totalmente salvados, aunque deshechos por tas granadas. Somos jóvenes, elementales “ orgullosos, católicos y revolucionarios. Todavía es áspero el sendero y no queremos más ativio que el de nuestra alegría tostada de intemperies. A la sombra. de Dios,en los campamentos, mantenemos alzadas nuestras banderas: En la presencia del camarada que cayó.
 
Noviembre, año II. ~ Bandera 26.
 
RGS

martes, 27 de enero de 2015

EN EL MOMENTO JUSTO

– ¿Estás segura de que quieres seguir adelante? ¿No te das cuenta de que este niño lo puedes tener en cualquier otro momento?
 
Debí lanzar una de las peores miradas asesinas de la historia de la humanidad, porque el pobre muchacho pareció encoger en su pupitre.

 De todas las frases que escuché aquellos tormentosos días, aquella fue sin duda una de las más desafortunadas. En aquel momento, mi compañero de clase me pareció un auténtico imbécil. Hoy pienso que el pobre se limitó a repetir lo aprendido tras tantos años de adoctrinamiento progresista. Ánimalito… pero vaya forma de meter la pata.
Por mucho que un proabortista quiera pensar que matar a un bebé dentro del vientre de su madre es un derecho, es obvio que, ni siquiera alguien tan obtuso podría creer que si pones fin a una vida, esa misma vida podría volver en el momento que a tí te parezca más conveniente.

 Y sin embargo, aunque no se lo crean ni ellos, esta es otra de las mentiras que repiten constantemente.

 Porque no les entra en la cabeza que las personas somos quienes somos desde mucho antes de nacer. Que mientras vivimos en el útero somos más pequeños, tenemos otro aspecto, pero somos exactamente los mismos que el día que salimos de allí.

 Que en el momento en que mi amigo me dijo aquella frase, el niño que tenía en la barriga es el mismo que hoy, 17 años después, es un chaval con mil virtudes, manías, defectos e inquietudes. El mismo que de chiquitito se cayó de lo alto de un tobogán y no soltó ni una lágrima, para demostrarme que era muy fuerte. El mismo que ha aguantado mis broncas después de cada trastada. Que lloró amargamente aquel día que le grité tanto por no haber hecho los deberes (todavía se me hace un nudo en la garganta cuando recuerdo sus lágrimas). El que se escapó del colegio con 6 años. El que vio amanecer aquella mañana en una playa de Alicante, sentado a mi lado, con los ojos como platos. Ese y no otro. El protagonista de un millón de recuerdos impagables.
Yo no sé qué habría sido de mi vida si mi hijo no hubiera llegado justo en ese momento. No tengo ni idea. Sólo sé que todos pensaban que si tenía a mi hijo, arruinaría mi vida. Pero, en realidad, una verdadera ruina sería una vida sin él. Sin mis hijos.

 Por eso soy incapaz de entender que alguien pueda anteponer cualquier ambición personal a la vida de un hijo, por mucho que aún no haya salido del vientre de su madre. Porque lo que para un abortista es eliminar una molestia, en realidad es borrar una persona de su vida. Y no una persona cualquiera, sino la más importante.
 
Ana Pavón
 

miércoles, 21 de enero de 2015

Carta de una coneja

Apreciado D. Jorge:
 
Permítame que me dirija a usted como desahogo. Soy católica y practicante desde niña y desde anoche además una coneja.
 
Tengo treinta y nueve años, casada desde hace quince y madre de cinco hijos. Desde que nos casamos supimos que queríamos estar abiertos a la vida como nos enseña la Iglesia, y hacerlo de una manera responsable. ¿Por qué cinco hijos y no ese número ideal de tres que ayer reivindicaba el santo padre? Mi marido y yo nos queremos de corazón y como fruto de nuestro amor fueron viniendo los peques. Los dos tenemos varios hermanos y no entendemos una familia sin niños.


La primera vino a los diez meses de la boda. El último tiene ocho meses. Estamos felices con nuestros hijos aunque no es la primera vez que me dicen lo de coneja. Pero una cosa es que te lo lance una amiga o algún vecino, y otra muy diferente que el propio papa lo pueda soltar como una gracia.
 
De novios y de casados hemos leído los dos tranquilamente la encíclica Humanae Vitae. Anoche, tristes por las palabras del papa Francisco, la hemos vuelto a repasar. Uno de sus párrafos afirma que “la paternidad responsable se pone en práctica ya sea con la deliberación ponderada y generosa de tener una familia numerosa ya sea con la decisión, tomada por graves motivos y en el respeto de la ley moral, de evitar un nuevo nacimiento durante algún tiempo o por tiempo indefinido".
 
Es lo que hemos intentado hacer. No considero que mi marido y yo seamos unos locos. Hemos deliberado y rezado mucho y los hijos han venido. Tampoco sabemos si vendrá alguno más. Nuestros hijos no pueden tener los caprichos y posibilidades de otros y necesitamos hacer cuentas para llegar a fin de mes, pero a ninguno le falta educación, colegio, atención médica y el cariño de sus padres y hermanos. También nos esforzamos en su educación católica, asisten a catequesis a la parroquia y cada domingo vamos juntos a misa.
 
Las palabras del papa en el avión hablando de conejos se me han clavado como un puñal tanto que anoche me acordaba de la Dolorosa y sus siete puñales en el corazón. Me he sentido despreciada, humillada, he sentido que el papa se reía de mí. Mi marido me dice que me tranquilice y que no me tome así las cosas, pero soy incapaz de ello.
 
Disculpe que le robe su tiempo. Pero desde hace meses vengo leyendo su blog y con alguien tenía que desahogarme. Haga con este correo lo que quiera. Publíquelo, tírelo a la papelera o ríase de esta coneja. Pero tenía que soltarlo.
 
Rece por nosotros. Con todo afecto,
 

martes, 20 de enero de 2015

LA NOCHEBUENA DE UN KAROBO EN EL FRENTE DEL ESTE. CARTA A SU MADRINA

A los veinte mil españoles que murieron en Rusia. Ojalá que su muerte haya servido para algo
 
Posición 375 sección de Antiaéreo. Frente del Este 24 de diciembre de 1942
 
Querida Adelita;
 
Recibí tu carta ayer. La trajeron los del hipomóvil de la Comandancia. No había podido hacer el reparto en siete días pues hemos tenido una cellisca de las que hacen época. Estos sí que son tormentas y no las del Bierzo. Gracias por los aguinaldos con el turrón y la botella de coñac él detente bala y la estampa del Niño Jesús que hemos colocado en sitio preferente de la chabola y está Jesusín hecho un sol y yo no sé cómo con esos taparrabos blanco puede aguantar los treinta y dos bajo cero. ¡Cómo es Dios y todo lo puede! No le harán mella ni las balas y lo que decía nuestro general el otro día en una arenga que radiaron por radio Berlín: fuerte será el invierno ruso pero más recia es mi raza.
 
Y tan recia, pachasco, el divino Niño lo puede toda. Aguantar la helada y la nieve que tapa los ojos, hacer que se hayan calado esta noche por ser Nochebuna los organillos de Stalín. Hasta parece que lo conocen, oye. De vez en cuando nos lanzan octavillas en castellano muy bien escritas por cierto y nos dicen mejor estabais, puñeteros, al brasero con vuestras abuelas o junto a la estufa de un baile y no aquí.

 Habeis venido a defender a un tirano, el señor Hitler, pero un cabo primera de la Plana Mayor gaditano ex legionario, agarró el altavoz y les dijo en perfecto idioma de Pushkin que estabamos aquí en devolución de visita. Que en Cadiz son así de cahondos mentales y que se mueran los feos y tal y tal. Nos elevó un poco la moral pero la verdad que no está el horno para muchos bollos y la tenemos por los suelos.. Ojala Jesusito haga un milagro. No estoy muy seguro de que nos lleguemos a ver en carne mortal. Tampoco importaría mucho. Un soldado no es nadie. Un número. Un nombre en una esquela, una inscripción sobre una tumba con un casco de acero y en el vértice dos palos cruzados. Si caemos en la tierra rusa quiero que sea por algo y no estoy escribiendo mi testamento pero esta noche es Navidad y se me amontan las congojas.
Si me atizan en un fregao estoy seguro de que tú pensarás en mí. Ah aquel chaval de Soria que se fue a estudiar a Madrid Filosofía y Letras, luchó con los rojos pues quería cambiar el mundo. Lo cogieron los nacionales y para redimir la culpa se apuntó a la División Azul. Un chalao. Un quijote. Un idealista pero no del todo mal persona. Un cabeza loca. Que quieres te diga Adelita. A mí esta tierra no se si me gusta o no me gusta pero me impresiona me embruja. Es tal y como la pensé cuando leía a los maestros rusos en el caserón de San Bernardo. luego está esta naturaleza inmensa inabarcable. Pues verás nos liamos a cantar villancicos como descosidos y después llorábamos todos como bobos.
 
Hasta al Teniente Müller- espero que esta noche no tengamos fuegos artificiales y que los ruskis no nos localicen con los focos de sus potentes trazadoras porque entonces empezaría la caza del conejo, que atacan en horda y son tan valiente y nos les importa morir, suena el pito de un oficial y todos se lanzan a la bayoneta calada, una columna es repelida y entonces salta otra y otra y la siguiente- que manda la batería y es un militar prusiano de aspecto seco y que parece poco sentimental le rodaban las lágrimas. El tapabocas también te lo agradezco y más sabiendo que ha sido tejido por ti con una toquilla que era de tu abuela. La botella de Carlos III nos la chiscamos en amor y amistad fraterna.

 No me dio a tiempo a dejar un poco para luego pues cuando iba a la escuela y me daba mi madre un pan y una onza de chocolate lo mordisqueba con mucho tiempo y decía esto para después. Aquí no tenemos el sentido del ahorro como comprenderás. Te pueden atizar un tiro al momento siguiente.
 
El cabo Seidenbaum escotó unas salchichas y varias botellas de aguardiente del que por aquí llaman schnaps junto con una botella de vodka que tomó de un ruso que hicieron prisionero y alguien sacó una guitarra y una pandereta. Y fuera penas. Dirás que somos unos borrachos pero no. Sin algo de calor en él estomago aquí te arrices pues como te digo aquí hace mucho más frío que en León. Dirás que por que té cuentos estas cosas. Pues es que no te tengo nada que contar. Aquí sólo hay nieve y nieve.
Hasta los árboles se sumen debajo del talud blanco y se redondean las casas de los enanitos del bosque como en los cuentos de hadas. ¿Es Rusia el país de los cuentos de hada con leñador, trineos y mujiks y coros que cantan como los ángeles? El otro día una panienka de la retaguardia nos trajo dos panes de mijo y una icono del niño Jesús pero aquí el Jesusito no está desnudo sino bien fajado y con los faldones de cristianar como dice el Evangelio de san Mateo.
 
El nuestro en taparrabos es más carnal y preciso. Pero ellos que guardan su religión un poco por lo antiguo son más imprecisos así que su cristianismo menos concretrizado parece que llama más a la puerta del corazón. Perdona que haga estas reflexiones tan profundas y teológicas pero uno de loes efectos que he sentido del contacto con el Frente del Este ha sido por tener mucho tiempo libre, todo el del mundo, mientras estas de plantón, esperando a que llegue la muerte, en esas cosas sagradas de la religión. Claro que me acuerdo mucho de Dios. Sin embargo el teniente Weinmüller no es de la misma opinión. Piensa que no hay nada después de esto…
 
Villancicos. Cantamos La Marimorena y él Veinticinco de diciembre Bum Bum. Por aquí también hay catalanes y lo entonaron en el idioma de su tierra. Somos una sección mixta de artilleros alemanes y españoles. Mi unidad quedó tan diezmada en los últimos días que hubo que agrupar fuerzas. Nos entendemos como ponemos pero yo he aprendido algo de alemán aunque casi me entiendo mejor el ruski que me parece menos difícil y en esa lengua me sé varias frases. Una que nos aprendemos cuando en las largas marchas pie desde Grodno hasta esta zona que llaman la Rusia Blanca entrábamos en las isbas o casuchas de los campesinos medio despeados y muertos de sed y de hambre y nos salían a recibir niños descalzos abuelas sonrientes y pobres viejos cubiertos de harapos. Y allí la cantinela de siempre. T menisti ñiet karovo ni malieko que quiere decir se nos han muerto las vacas no tenemos leche. Pero los pobres nos daban a los soldados lo que tenían y encendían el samovar y nos calentaban té con un poco de pan. Nosotros le dábamos nuestras raciones. Les hacían mucha ilusión las cantimploras de nosotros de estaño de la Intendencia española. Pero les daba lástima de nosotros. ¿Por qué no tenéis ropa de abrigo. Cuando llegue el invierno al Volga os moriréis de frío. Razón llevaba la babuska. Estos campesinos saben mucho.
Las abuelas bondadosas nos persignaban en la frente pues así son cristianas Aderita y eso no me lo suponía yo que nos había dicho que eran los rusos comunistas y rojos perdidos. Pues no es cierto. En las chozas aun en las más miserables había imágenes de Nuestro Señor y de la Virgen. Tienen mucha devoción a la Madre de Dios que llaman Blogodortisa. La, lamparilla encendida día y noche me recordaban un poco el altar de mi pueblo cuando ibamos al rosario y hacíamos genuflexión de rodillas ante el Santísimo. Los rusos no se arrodillan, se inclinan y se hacen la cruz continuamente. Dicen que para espantar a los malos espíritus.
 
Esta buena gente me impresionó y me pregunté que hemos venido a hacer aquí a esta tierra a sembrar la muerte y destrucción. Muchas dudas me asaltan Adelita. Aquí hay un comandante Schmidt que dice que la invasión de rusia ha sido un error de Hitler. Que todos creíamos que lo que había que cambiar eran la desigualdad de pobres y ricos. Schmidt dice que el diablo se metió en la cabeza loca del Führer. Y que esto es una locura.
 
A mí la verdad nada me hicieron los rusos pues aquí los comunistas que había en España no los vemos por ninguna parte, sin gente humilde y llana y muy sufrida como los castellanos, claro que el comandante Schmidt sólo profiere esas dudas cuando ya llevan en el cuerpo cinco o seis copas. Y como para su camisa porque puede ser arrestado, yo soy el cabo pieza de un cañón que llamamos Ocho- Ocho. Me harté a disparar contra los aviones rusos y alguno he conseguido abatir. Luego sentía remordimiento. Me daban pena de los pobres que iban en la carlinga. Eran soldados y jóvenes y con toda una vida por delante como yo. Pero buena gana cada vez vienen más, son un enjambre. El otro día sacaron a diez o doce de la Wehrmacht que estaban metidos en unos pozos de tirador.
 
Eran alemanes casi unos niños. Tenían los pies congelados, se escucha el día y la noche la música de los organillos de Stalín. Les paramos de momento pero al poco rato traen refuerzos y atacan y atacan. Como condenados al son de los pitos y pífanos de sus comisarios. Al fondo el cielo se tiñe de rojo.
 
Es el infierno de Stalingrado. Ayer estuvieron pasando convoyes de batallones destrozados de retirada. Eran infantes rumanos. Mal se presentan las cosas, querida Aderita. Y yo mañana que es Nochebuena cumplo 22 años. ¿A que he venid yo a Rusia, Dios? Una voz interior me dice que para cambiar el mundo para hacerle mejor para defender a España del Comunismo pero la verdad es que no lo tengo muy claro. Todas esas son palabras huecas de un vanilocuo idealista como el que te escribe.
 
Me alisté voluntario en la División Azul. No sabía dónde me llevaban ni adonde me metía, al principio todo iba bien y avanzábamos casi sin pegar un tiro. Yo cogí un mal constipado y me hospitalizaran en una ciudad que se llama Vilna. Me lo pasé en grande pues conocí una muchacha y fue conmigo al baile un par de veces pero al siguiente día al ir a buscarla vi cómo la sacaban de su casa unos policías de paisano con abrigo de cuero y cara de muy pocos amigos. Recuerdo su nombre Ester, era judía y a mí por “confraternizar con el enemigo” por poco me fusilan. Todo se quedó en una orden de arresto de dos días en el calabozo y me enviaron otra vez al frente. Por lo visto la Ester organizaba partidas contra los alemanes. Las leyes de la guerra son terribles pero no creo que la enchiqueraran por su raza ni por su religión, sino por terrorista.
 
Ya te lo he contado maja. Aunque no te conozco me pareces una chavala estupenda y hasta pienso que si regreso con vida de esta ratonera me gustaría pedirte relaciones. Estás muy guapa en la foto, tienes una cara de buena persona. Mándame más. En fin tu estampa piadosa me ha recordado otras navidades más felices y el niño Huesas me mira con cara de ternura y hasta parece que me habla a mí solo a mí y me dije Celerizo, yo te voy a ayudar.
 
Y me quedo ensimismado contemplándole. Mis camaradas dicen que es un Jesús muy bonito, los alemanes no tienen imágenes pero creo que son también cristianos, no creen en el papa. Los domingos suele venir un páter que creo que es luterano se pone un gorro muy raro y una estola negra como la de don Saturnino el cura de mi pueblo y cantan himnos y ya está pero no dicen misa como los católicos, sólo cantar y los soldados los cantan con mucha devoción pues parecen sentir muy adentro su religión más que nosotros. Para que te vaya a contar si no son calamidades aunque así me desahogo.
 
Soy el único que queda de los españoles porque han ido cayendo todos. El jueves le atizaron a un asturiano que se llamaba Teófilo Muñir. Salió a hacer del cuerpo el hombre y por lo visto se puso en un sitio algo lejos de lla tienda que no tenía desenfilada y le arrearon. A Rodrigo que era mi mejor amigo un obús lo dejó sin pierna y lo evacuaron a Riga. Pero esta muerte de Muñir me impresionó. Murió en mis brazos. Llamaba a grandes voces a su madre y a mi se parte el corazón. Madre y el eco clamaba cual voz en el desierto po la inmensa estepa, retronaba su voz moribunda. Madre, madre ¿dónde estás? Dios le tenga en su seno. Pero ¿por qué no baja? ¿Por qué no hace algo?
 
Adelita me dices en la tuya que no haces más que rezar por pues esas preces me vienen bien. Tus velas a la Virgen del Camino han dado resultado aunque pienso que salgamos enteros de aquí va a ser un milagro y de los gordos. Madre. Madre y las voces que pegaba Teófilo eran la misma s que otro asturiano también amigo del alma que se llamaba Agustín al que atizaron a lo tonto. Era también muy fraterno. De Séller. Me decía que tan pronto acabase la guerra me convidaba a las fiestas de su pueblo que son por san Pedro y los marineros hacen una ceremonia muy ocurrente y chistosa que llaman la amura vela.

 Se llamaba Agustín Fito. Si esta carta llegase a tus manos yo quisiera que se las remitiese por favor a su familia que vive en ese pueblo dándole mis condolencias. De mi vida aquí poco puedo contarte. Es muy monótona. Los días se parecen unos a otras como dos gotas de agua. El único aliciente es la llegada de la estafeta con la carta de casa momento feliz, que se mueran los feos, abajo las penas. Lo demás comer y dormir. Uno se embrutece y no piensa en nada. Sólo en sobrevivir pero las balas cuando vienen de a hecho, como las cartas traen en el membrete tu nombre y dirección y hay que recibirlas. Pero la que te ha de matar, dicen los veteranos, no la sentirás venir.
 
¿Quien inventaría las guerras Adelita? Todas son guarras las guerras. Llenas de obscenidades. Parece que las prepara una gentuza. Son los mismos de siempre. Los discípulos de Satanás los que no pueden vivir sin verter sangre en el altar de Moloq. La verdad es que cuando recibí felicitaciones de la Komandatur por haber abatido a cinco cazas enemigos no me sentí un héroe, me pusieron la cruz de hierro pero yo estuve de decirle al comandante que se metiera la condecoración por donde le cupiera y si no lo hice fue por tenemos s que me fusilen. Fue de pura chiripa mi coronel, respondía. Si dijese lo contrario mentiría. También me pareció un despropósito que condecoraran por el merito al valor al camarada que las diñó mientras estaba en las letrinas. A titulo póstumo y muerto en combate rezaba el parte. No me hagas reír.
No. No me siento un héroe ni odio a los rusos. ¿Por que tener que disparar contra gente que no conozco y nunca se han metido conmigo? Velay mis contradicciones, Aderita bueno madrina, Felices Pascuas y ojalá el año que viene de 1943 sea prospero y mejor que este puñetero 42.

 Estoy seguro de que nos vamos a ver pronto tú y yo que guay vamos a hacer buenas migas. ¿Te gustan los bambinos? Claro que te gustarán a no ser que tengas vocación de monja. Reza mucho por mí y con el Santo Niño Jesús de Praga, aprieta, maja en tus oraciones, que a ti debe de hacerte caso pues eres muy buena, una santa. Lo necesito. Y sin otro particular y desando la pasas bien la Nochebuena se despide este tu amigo y admirador este Karovo que lo es. Tu ahijado de guerra.
 
Arriba España.
Viva Franco
Heil Hitler
 
Fermin Celerizo, sargento primero de Artillería
Frente del Este
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