sábado, 26 de julio de 2008

Chávez un clásico. Esta vez un clásico del que deberíamos aprender.


Chávez ha llegado haciendo el tonto, pero ahí estaba el rey al pie de la escalera.

Chávez había amenazado, había dejado claro que los acuerdos no valían nada frente a su enojo.

Miles de millones de euros en inversiones se podían evaporar en un enfado, así lo recordó en directo ante las cámaras.

Pero el presidente español, el rey, los ministros, todos, allí estaban sonriendo, felices, riéndole las gracias. De todo esto la Iglesia debe aprender una lección, una gran lección: sólo seremos respetados si nos hacemos respetar.

Nunca el presidente de la Conferencia Episcopal ha sido recibido con esas sonrisas, con esas deferencias, por ninguno de estos protagonistas. Y lo paradójico es que la Iglesia potencialmente tiene un poder frente a nuestro gobierno mucho mayor que el del mandatario venezolano.

Pero el poder es para el que se lo gana. El PSOE goza del poder porque se lo ha ganado, nadie se lo ha regalado. Los sindicatos son respetados porque han trabajado por lograr ese poder. Así podríamos seguir repasando la lista de pequeñas instituciones que a pesar de su poco apoyo social, tienen una influencia impresionante y a cuyos representantes sí que los reciben con sonrisas, a pie de escalera.

No digo que la Iglesia deba lanzarse a la conquista del poder, no. Pero hay una diferencia entre eso y que se la tome por el pito del sereno. Chávez nos ha dado hoy una gran lección, lo digo en serio: sólo seremos respetados si nos hacemos respetar.
La Iglesia en Venezuela se ha hecho respetar, en Estados Unidos también, en Italia también. Mientras que, por citar un ejemplo, la Iglesia Ortodoxa rusa es una iglesia que no puede aspirar más que a cantar y encender velas. Pero de ningún modo puede ponerse en pie y decirle a nadie de los que mandan: no te es lícito, o deberías hacer esto, o tal cosa está mal.

En fin, le agradezco a Chávez, y lo digo completamente en serio, el que nos haya recordado cómo funciona el mundo real.


viernes, 25 de julio de 2008

SANTIAGO, PATRÓN DE ESPAÑA


Como explica Andrés Codesal en su magnífica obra sobre el Santo (Ed. Apostolado Mariano), “Santiago ha sido proclamado Patrón de España desde los más remotos tiempos, como confirman documentos antiquísimos”. Su patronazgo se concreta especialmente en su ayuda en la Reconquista, lo que ha hecho que se multipliquen los templos dedicados al Apóstol, así como sus imágenes a caballo blandiendo la espada en lucha contra los musulmanes.

Como prueba de agradecimiento, se hace ya desde el siglo XI el “voto a Santiago”, acción de gracias por las victorias conseguidas por nuestra Patria contra el enemigo.

El origen de este voto, según las crónicas más antiguas de las que se dispone, fue la batalla de Clavijo, junto a Logroño, en el año 844. Tras negarse el rey de Asturias, Ramiro I, a pagar el tributo exigido por el emir de Córdoba de cien doncellas, fue derrotado por un numeroso ejército moro. Después de la amarga derrota, se apareció por la noche el Apóstol al rey cristiano, animándole a luchar de nuevo contra el enemigo.

Al día siguiente, puesta la confianza en Santiago, arremetieron contra los moros, “apareciendo visible el Apóstol en primera fila, blandiendo la espada y portando un estandarte cristiano”. En esta ocasión, la victoria cristiana fue tan grande que el enemigo hubo de huir con 70.000 bajas.

Desde entonces, España recurre a su protector en todos los peligros.

Discípulo de Jesús de Nazaret

Son numerosos los pasajes bíblicos en los que se muestra la proximidad que, en vida, tuvo Santiago (hijo de Zebedeo) con Jesús, y que en parte explican la posterior actividad evangelizadora del Patrón de España.

Jesús recorría pueblos y aldeas, predicando y diciendo: “Haced penitencia, porque está cerca el Reino de los Cielos”. Un día, caminando por la ribera del mar de Galilea, vio a los dos hermanos, Simón (llamado Pedro) y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores. Y les dijo: “Venid conmigo, yo haré que seáis pescadores de hombres”. Al instante, los dos, dejando el barco y las redes, se fueron con Él.

Continuando un poco más adelante, vio a otros dos hermanos: Santiago y Juan, que estaban recomponiendo sus redes dentro del barco con su padre, y los llamó. Ellos también, al punto, le siguieron. Desde aquel día ya se fueron definitivamente con Jesús y le acompañaban a todas partes.

La transfiguración de Jesús

Un día subió Jesús a un monte para hacer oración, haciéndose acompañar por Pedro, Santiago y Juan. Puesto en oración, y en presencia de ellos, Jesús se transfiguró de manera que su rostro brillaba como el sol, y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. Junto a Jesús aparecieron también, gloriosos y radiantes, Moisés y Elías, hablando con Él.

Pedro, Santiago y Juan quedaron sobrecogidos de asombro, y sintieron una alegría y felicidad imposibles de explicar. Viendo que se despedían, Pedro (que no quería que aquello acabase), dijo a Jesús: “Señor, si quieres haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y la otra para Elías”. Luego los cubrió a todos una nube luminosa, y oyeron una voz que decía: “Éste es mi hijo amado, en quien tengo mis complacencias; escuchadle”. En aquel momento, sintieron como un temor mezclado con tanta gloria, que perdieron el conocimiento.

Cuando recuperaron el sentido, vieron a Jesús que, tocándoles, les decía: “Levantaos, no tengáis miedo”.

Predicar el Evangelio

Después de la gloriosa resurrección de Jesús, los discípulos se fueron a Galilea, al monte que el Maestro les había indicado. Y al verlo, lo adoraron, aunque algunos todavía dudaban.

Jesús se acercó, y les dijo: “Me ha sido dado todo el poder en los cielos y en la tierra. Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura, y haced discípulos míos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. El que creyere y se bautizare, se salvará; el que no creyere, se condenará”.

Ellos, obedientes al mandato del Señor, se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperó, confirmando su doctrina con los milagros que hacían (Mt.28; Mc.16).

Según ciertas fuentes, Santiago, en su gran deseo de cumplir lo más perfectamente posible lo que el Señor le había pedido, se propuso llegar hasta el fin del mundo, que en aquellos tiempos se creía que estaba en Galicia, y por eso al cabo más metido en el mar se le llamaba “Finisterrae”, el fin de la Tierra.

La predicación de Santiago

Como explica el historiador y sacerdote Ángel David Martín Rubio en su “Curso de Historia de la Iglesia”, hay una serie de textos que destacan la predicación de los Apóstoles por todo el mundo y su distribución según las sortes propias que cada uno había recibido, asignan Hispania a Santiago: San Isidoro de Sevilla, San Beda el Venerable, San Beato de Liébana...San Aldhelmo de Malmesbury (Inglaterra), a fines del s.VII, en el poema dedicado al altar de Santiago dentro de una basílica que los tenía dedicados a los Doce Apóstoles, señala la predicación en España: “primitus hispanas convertit dogmate gentes”. El himno a Santiago O Dei verbum, de la Liturgia hispana (s.VIII, reino de Asturias), asigna también al Apóstol como tierra de misión España, donde preside, cumpliéndose la petición de que los Zebedeos estuviesen a derecha e izquierda en el Reino de Jesús: Juan en Asia, Santiago en Hispania. Después del siglo XI, la creencia en la predicación de Santiago en España posee la universalidad en la Iglesia Occidental y se extiende también por Oriente. Es un dato firma de la literatura hagiográfica y de la liturgia.
Culto sepulcral y traslación
Siguiendo de nuevo el excelente trabajo de Ángel David Martín, aunque la Passioy otros Actos e Indices, de acuedo con Hch 12,2 ponen la muerte de Santiago bajo Herodes y la sitúan casi siempre en Jerusalén, añadiendo algunos ibique sepultus est, es notable que no haya noticia de un culto sepulcral, al menos duradero, en Jerusalén ni en otro lugar de Palestina.
El De ortu et obitu Patrum, el Breviarium Apostolorum y otros textos, incluso orientales, señalan como lugar de la sepultura de Santiago un lugar designado por dos vocablos con variantes en los manuscritos:
1. Acha o Achi (Aca - Aci) o Achaia (en copias tardías, Arca, Arce).
2. Marmarica (o Marmorica).
El modo como surge este topónimo en los textos sugiere la idea de una invención o traslado. A partir de este tiempo, en los ss.VII-VIII, Santiago (que antes no se contaba entre los Apóstoles de culto extendido) comienza a tener iglesias dedicadas y veneración de reliquias en Galicia, Francia e Inglaterra lo que requiere un foco, un sepulcro, donde quiera que estuviese.

En la primera mitad del siglo IX se nos manifiesta en Galicia un culto intenso y creciente al Cuerpo de Santiago, cuya presencia allí presupone un traslado. Ahora bien, ¿qué hay en el origen de esta veneración? ¿Un traslado contemporáneo? ¿Un descubrimiento inesperado del sepulcro? ¿Un lento proceso de identificación de un sepulcro ya conocido? ¿La simple exaltación de una devoción ya existente? Todas estas hipótesis tienen partidarios y coinciden en dar por seguro el dato de la tradición compostelana, según el cual hubo un descubrimiento en tiempos del obispo de Iría Teodomiro(c.813)y solo difieren a la hora de interpretarlo: ¿fue un descubrimiento total? ¿o sólo el hallazgo y exhumación de un cuerpo que ya era objeto de culto local, mas no era accesible por estar soterrado?
El lugar de Galicia en que recibe culto el Cuerpo de Santiago se denomina en la abundante documentación local de los ss.IX-XI Arcis, o Archis, Marmoricis o Marmaricis y sin que se pueda establecer ninguna dependencia literaria con los textos antiguos que hemos citado.
El hecho de la localización del Cuerpo de Santiago en Galicia, anterior a las leyendas, admitido con naturalidad por la Iglesia, sería inexplicable sin datos precedentes que permitiesen relacionar con Galicia una sepultura que los textos muy conocidos de los Hechos y de la Passio inducirían necesariamente a situar en Palestina. La búsqueda de esos datos es un quehacer pendiente:

― ¿Traslación en el siglo I como suponen las narraciones medievales?: es posible, aunque menos normal que después; no se opondría la edad del edificio sepulcral.

― ¿Traslación del siglo IV en adelante, con o sin etapas intermedias, en tiempo próximo a la mención del Arca Marmarica?: sería congruente con la abundancia de traslados de otros santos, con las adaptaciones del edificio sepulcral, con la cronología litúrgica (fiesta del 25 de julio).
HOY, PETICIÓN DEL ALCALDE DE SANTIAGO AL APÓSTOL
El alcalde de Santiago de Compostela, José Sánchez Bugallo, ha pedido la intercesión del Apóstol Santiago para que España tenga "acierto" para "salir" de la "difícil situación económica" actual y "recuperar la senda de la creación de empleo potente y sostenido", además de conseguir la victoria del Estado de Derecho y las libertades sobre "la barbarie del terrorismo".
En su invocación como delegado regio en la Ofrenda al Apóstol, Sánchez Bugallo solicitó que las políticas sociales "primen sobre intereses más poderosos" y alertó de que los "tiempos de estrechez perjudican más a los menos favorecidos". Además, proclamó que "más pronto que tarde" los terroristas "responderán ante la justicia".
En su tercera ocasión como delegado regio, Bugallo se refirió a aspectos como la inmigración, realidad ante la cual pidió "redoblar los esfuerzos de cooperación internacional"; la necesidad de una Justicia "más eficaz" para proteger a la infancia; o la situación de las víctimas de la violencia machista, para las cuales solicitó que puedan "salir de su jaula".
ARZOBISPO DE SANTIAGO
El arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Julián Barrio, advirtió hoy de que "la fe no puede ser convertida en un factor político" y apostó por "la distinción y la autonomía recíproca entre el Estado y la Iglesia", de forma que se diferencie "lo que es del César y lo que es de Dios".
En la homilía de respuesta al oferente en la Ofrenda al Apóstol, monseñor Julián Barrio advirtió contra "el riesgo" de pretender "asegurar la fe a través de los poderes de este mundo" y aseguró que para que los hombres puedan disfrutar de sus derechos "no es necesario renunciar a Dios".
El arzobispo de Santiago se refirió también a la necesidad de "curar tantas llagas abiertas" como la "realidad trágica" que sufren los emigrantes, el terrorismo, que definió como "acto intrínsecamente perverso y nunca justificable", la violencia machista, los efectos de la droga, los ancianos que "se sienten olvidados" y "la desesperanza de tantos jóvenes".
www.diarioya.es

domingo, 20 de julio de 2008

“VERDADERAMENTE, HABÍA FUEGO EN SU MIRADA”



José Manuel Sánchez del Águila


Con estas palabras, el profesor de historia latinoamericana de la Universidad de Claremond, Hubert Herring, sedujo en 1955 a un joven e indeciso licenciado, Stanley G. Payne, para que centrara su tesina doctoral en un personaje prácticamente desconocido en los Estados Unidos: José Antonio Primo de Rivera.
Desde aquel entonces, muchos otros historiadores, o simples aficionados al merodeo histórico, han hurgado en su vida, en su pensamiento, y han escrito también sobre él con mayor o menor rigor y fortuna; pero a pesar de tanta producción, parece ya indiscutible que la pluma de Payne, desde una objetividad insobornable, es la que más ha profundizado en su biografía y la que mejor ha entendido a este tan polémico como desconocido personaje del siglo XX.
Hace poco se cumplió el centenario de su nacimiento. Es tiempo de centenarios. Se podría decir, parafraseando a Gil de Biedma, que ahora, de casi todo, han pasado ya cien años. Por eso es tiempo de fastos, conmemoraciones, patronatos, y ciclos brillantemente diseñados a los que se suman políticos importantes (de la derecha o de la izquierda, da igual), actores, escritores, intelectuales, gente guapa y sumamente correcta, esta nueva farándula que tanto nos abruma a muchos.


Eso sí: los fastos para casi todos los que simpatizaron con la cultura más o menos oficial. Pero también están los malditos, los que todavía molestan, los despreciados sistemáticamente por el sistema y, por ello, recluidos en el último lugar del ostracimo. Entre éstos, se halla en lugar privilegiado, si cabe ese privilegio, ese hombre en el que un oscuro profesor norteamericano de los años cincuenta había encontrado un extraño fuego en su mirada. Pero hay algo que no se acaba de entender del todo. Y es que, a pesar de lo dicho, la figura sigue interesando, apasionando, y mucho, a la actual.


Sobre José Antonio se siguen haciendo tesis doctorales en Europa y en América. Su figura fascina, seduce, incluso a sus ya ridículos enemigos, absurdos por obsoletos. Desde la saña de un lado y la antipatía del otro —hurto sus mismas palabras—, se le sigue buscando por muchos aunque sea para zaherirle, ese patológico amor-odio de tantos, enrabietados y confundidos al tener que reconocerse como perros de presa de un hombre cuya personalidad, en el fondo, tanto les sigue cautivando.
A veces estos predadores se precipitan, como uno de los que más se enconó con él, buscándole en vano. Me refiero a Ian Gibson, quien en la pasada primavera sevillana me llegó a reconocer con una sinceridad que le ennoblece —cito a Carlos Carnicero de testigo— que realmente le faltó tiempo para estudiar a fondo su figura. Pero, con idéntica sinceridad, no pudo menos que admitirme en esa bonita conversación que José Antonio le había fascinado de una manera insospechada. Otras veces se le menciona desde la ignorancia, porque sólo desde la ignorancia o desde un injustificable ensañamiento puede alguien atreverse a afirmar que José Antonio se encontraba próximo a la esquizofrenia (sic) y la barbarie, como he llegado a leer recientemente.
No sabía aquel articulista (al que ahora mismo no sabría localizar), o no quería saber, que a José Antonio, como acaba de escribir un Payne ya no tan indeciso como en ese entonces de su tesina y Hurring y todo eso, “... sin duda se le ha de reconocer el mérito moral de que la Falange esperara tanto tiempo antes de responder a los numerosos asesinatos cometidos por la izquierda”.
Hubo un tiempo en que, desde su bando, se le fusilaba a versos, y se le disparaban sonetos que pronto desertaron cuando los tiempos dejaron de ser propicios. Ahora, en ocasiones, se le fusila alegremente con palabras mediocres y despechadas. Y, por si faltaba algo, unos causahabientes de cuarto grado y también de última hora, se empeñan en una imposible apropiación indebida de su figura. En este centenario que nadie quiere nombrar, muchos se lanzan a escribir aprovechando el tirón. Y resulta lamentable comprobar cómo un ya lejano familiar pretende negarlo todo, sustraerlo de la Historia y devolverlo a la familia, en un difícil afán de hacerlo regresar a un rancio dandismo de corte aristocrático (“...traje impecablemente cortado, corbata a rayas y el pelo brillante peinado hacia atrás.”) que José Antonio repudió definitivamente un domingo en que, encontrándose de cacería, le llegó la terrible noticia de que habían asesinado a un joven estudiante de Medicina, su camarada Matías Montero. Dijo entonces que jamás volvería a disfrutar de esas frivolidades. Y parece ser que lo cumplió.
Algo de su doctrina política se inoculó —de contrabando, ya lo sé, pero sigue resultando increíble, casi una broma de un legislador travieso— en nuestra misma Constitución, como ese artículo (129.2) que afirma, tan solemne como inútilmente, que “los poderes públicos establecerán los medios que faciliten el acceso de los trabajadores a la propiedad de los medios de producción”. O sea: cogestión, empresa nacional-sindicalista. Puro pensamiento joseantoniano, el mejor, el de uno de sus últimos discursos: Cine Madrid en 1935.


Guste o no guste, a pesar de sus encendidos, encelados detractores ocasionales, y también a pesar de los que siguen empeñados en despojarle de la proletaria camisa azul que él mismo eligió (y recuperarlo así para la tradición familiar cual triste retrato de pasillo de palacio decadente) e incluso aislándolo de sus ingenuos y escasos seguidores políticos, de José Antonio quedará una figura histórica mítica, de una originalidad indiscutible, que, se quiera o no se quiera, es patrimonio ya de todos los españoles. Ésa es su grandeza: haber brillado hasta distanciarse escandalosamente de todos los demás personajes que pulularon en su tiempo por la política. Y eso, precisamente, es lo que lo hará definitivamente inmortal: porque su mirada tenía un sueño, quizá peligroso, no sé, pero también para muchos sumamente bello; pero un sueño y una mirada que incendió la Historia hasta marcarla para siempre. Ese fuego en la mirada que hace mucho tiempo asombró a ese desconocido Hubert Hurring del que probablemente nunca sabremos nada más.


viernes, 11 de julio de 2008

HÉROES



Así los llaman. Me refiero ―la duda ofende― a los miembros (no hay entre ellos miembras, se infringe la ley de igualdad, falla la cuota) de la selección nacional de fútbol. Han jugado bien ―lo reconozco― y sus modales han sido casi exquisitos, a diferencia de los que exhibían sus seguidores dentro y fuera del estadio, pero el heroísmo es otra cosa. Exige, por ejemplo, que sus protagonistas se enfrenten a la adversidad jugándose la vida y poniendo ésta al servicio de un bien superior que no redunde en beneficio de quien aspire a héroe. Ninguna de esas condiciones ―mínimas, inexcusables― concurre en este caso. Vi, a ráfagas, sin demasiado interés, porque el deporte me aburre y tenía, curándome en salud, un libro entre las manos, los dos últimos partidos de la Copa en cuestión, que ni sé cómo se llama (¿Champions, quizá? De ser así, ¿por qué no de Campeones?), y las reacciones de esos salvajes a los que llaman hinchas me avergonzaron. Más vergonzoso aún me pareció el zafarrancho de combate que a renglón seguido y durante más de veinticuatro horas de oprobio colectivo devastó el país. De todas las imágenes deplorables que las pantallas de televisión, inmisericordes, nos propinaron, y fueron muchas, ninguna rayó tan bajo, tan a ras de suelo y de la vergüenza propia y ajena, como la relativa a lo sucedido en los vestuarios donde nuestros jugadores celebraban el triunfo. Vi en ese momento, con las pupilas dilatadas por el estupor, el asco y la incredulidad, a varios jugadores ―el célebre Casillas, entre ellos― en ropa interior de horteras rematados. Marcaban paquete con repugnantes calzoncillos de espuma negra (ver para creer), esgrimían botellas de champán malo a gollete abierto, se rociaban los unos a los otros con la espuma que salía por él y se gastaban bromas pueblerinas de reclutas en la edad del pavo mientras los comentaristas y locutores de la tele ―iguales todos en eso― palmoteaban con ojos embobados de padres que perdonan las travesuras de su prole. Lo peor, en aquella apoteósica exhibición de zangolotinería y vulgaridad, eran los calzoncillos de espuma negra. ¿Ligarán con eso? ¿Los habrán heredado de quienes in illo témpore ―el del franquismo y el gol de Marcelino― los compraban en las rebajas de Sepu? ¿Veremos pronto a los chicos de Viena con sus habilidosos pies enfundados en calcetines rojigualdas? ¿Heroísmo? ¿Aquiles frente a Troya? ¿Hernán Cortés en Teotihuacán? ¿Los últimos de Filipinas? No, no. ¡Casillas en calzoncillos!


Estamos tocando fondo.


Arturo Pérez-Reverte

viernes, 4 de julio de 2008

Programa electoral


El español que suscribe, animado por su profundo y desinteresado amor al «país» y por un ferviente deseo de servir a sus conciudadanos, ha determinado comparecer, en unión con cuantos otros españoles tengan idénticos móviles altruistas, a las futuras elecciones, sean generales, autonómicas o municipales, con las siguientes propuestas a modo de programa electoral:


1. Dada la preocupante coyuntura económica, producida —como todo el mundo sabe— por la situación internacional y la nefasta herencia recibida, y en ningún caso por la desacertada política de los gobiernos españoles (nótese el empleo del lenguaje «profesional» y la solidaridad de clase, echando fuera el balón de las responsabilidades por la mala gestión) propongo que, en vista de los inevitables recortes en las subidas salariales, la jornada laboral experimente igual «crecimiento negativo». Esto es: que si los sueldos van a subir un cuatro por ciento por debajo de la inflación prevista, la jornada laboral se reduzca en igual porcentaje, considerándose laborales cuatro de cada cien días.(Por favor: contables y matemáticos absténganse de opinar sobre este método de aplicar los porcentajes; esto es un programa político y no una lección magistral).

2. A efectos de paliar la crudeza de los inviernos y hacer más llevaderos los tórridos veranos, se instalarán sistemas de calefacción y aire acondicionado en las vías públicas. Estos aparatos crearán su propia energía, mediante la instalación de generadores eólicos que recojan en sus aspas las corrientes de aire propiciadas por los calefactores o ventiladores, y la transformen en la energía eléctrica que aquellos necesiten.(Por favor: absténganse de opinar los ingenieros. Repito que esto es un programa político).


3. Se procederá a realizar las necesarias obras de infraestructura para conseguir que todas las capitales de provincia y ciudades de más de 25 habitantes tengan acceso directo al mar y playa propia. Las capitales de Comunidad Autónoma disfrutarán de instalaciones portuarias, tanto comerciales como deportivas.(Ojo: el que se desjarrete de risa no sale en la foto).

4. Los transportes públicos estarán limpios, serán cómodos, llegarán puntualmente y no experimentarán crecimientos desorbitados de tarifas.(Repito lo de la foto).


5. Para paliar la pertinaz sequía (herencia y culpa de la época franquista, que no tuvo la previsión de dejarnos más pantanos construidos), los diputados y senadores electos cantarán «Asturias patria querida» cinco veces por sesión parlamentaria.

Estos son los puntos fundamentales de mi proyecto de programa político. ¿Que es una estupidez? ¿Que es irrealizable? ¿Que no tiene sentido? Por supuesto. Lo mismo que todos los programas políticos que los españoles han votado, mayoritaria o minoritariamente, durante casi dos décadas. Y lo mismo que los que volverán a votar cualquiera de los días de este año, cuando a don Felipe González le salga de las urnas convocar elecciones.


LA NACION, Nº 75, 10 A 16 DE MARZO DE 1993

***
¿A que, hasta llegar a la referencia a Felipe González se han pensado ustedes que estaba haciendo un retrato de la actualidad? Pues no; esto lo escribí hace 15 años largos. Lo que pasa es que los sociatas y tontiliberales son así de cansinos y aburridos.


miércoles, 2 de julio de 2008

Son marcianos


Xavier Horcajo.-No tengo palabras. Yo creía que el marciano era solo el presidente Zapatero, si acaso llegó a la tierra con Pepino Blanco de copiloto en la nave. Pues no, parece que es una oleada de marcianos y que ésta incluye a Solbes, el incombustible, que debió llegar en una avanzadilla hace década para labrar el camino a posteriores invasiones. En la de ahora también venía -no se sabe si con el meñique tieso o no- Miguel Sebastián, titular de lavadoras nocturnas del Gobierno de la España abducida.
Son como personajes de “Expediente X” tienen un plan que es llevarnos al cataclismo para luego -convenientemente pintados de verde-volverse en sus naves a Ypsilon o Inopia, que cuenca me acuerdo de donde son estos tíos. Se lo voy a cantar a ritmo de Carlos Mejía Godoy, dado que parece que hablamos de la “banda de Palacagüina”:
Primera: Con el petróleo a 140 dólares no hay país en el mundo que no esté en la reflexión de volver la vista atrás a favor de las energías no fósiles, en especial de la nuclear. España depende en más de un 80 por ciento de los hidrocarburos para producir electricidad. Cabe por ello pensar que su Gobierno debía estar a la cabeza de esa reflexión, que comparte -por cierto y curiosamente- Felipe González. Otros países de Europa dependen de los hidrocarburos en un 50% e incluso en un 40%. Pues, no señor. Nuestro marciano de la Moncloa para el que la crisis es “opinable” dice que “Aquí, no. En España no pueden hacer más centrales nucleares por que no hay agua”. ¿ Aún creen que exagero cuando digo que este menda es un marciano?. Hasta los de Star Trek saben que las centrales se pueden refrigerar con agua de mar. ¿O es que no has ido nunca a Vandellós? . ¡Bobazo!.
Segunda: Ataca el marciano veterano Pedro Solbes. Dice el ex tuerto: “El triunfo de la selección española será, sin duda, un elemento positivo que nos ayudará a superar la crisis. Será bueno para el textil (…) y para los bares, y tal ” (como diría Luís Aragonés). Vaya marcianada, con perdón. Este tío no es de Alicante, nos ha engañado. ¡Es de Ypsilon o de Inopia, fijo! Pero vamos a ver, ¿a qué textil te refieres, tronco?, a las camisetas y banderas de España que vienen de Turquía, de Egipto, de China o del Salvador. ¿Y la euforia en los bares? Pero, tronco, si hasta los jugadores brindan con sidra. Pero si en este país el único que “bebe bonito”, por aquello de “joco bonito”, es vuestro Carlos Arenillas el de la CNMV.
Tercera: Aquí llega con sus “perjúmenes” Miguel Sebastián (antes “Se-va-a-hostiar” cuando competía con Gallardón por la alcaldía de Madrid). Dice el ínclito: Pongan la lavadora por la noche y los lavaplatos lo mismo; llamen en las horas valle entre las diez o así (¡viva la precisión!) y las primeras horas de la mañana (menos mal que no nos ha recomendado no hablar) y así la crisis será menos grave”. Si no fuera, por una elemental educación es para mandarlo a tomar…por donde amargan los pepinos, siempre y cuando no lo tenga por afición. Modosito Sebastián echó la rubrica a la sarta de marcianazas de ayer afirmando que una Victoria de Nadal en Wimblendon “ayudará a mejorar la imagen internacional de España.
Bueno, es cierto que siempre mejor Nadal que Moratinos o De la Vega. Pero que un ministro de Industria saque este argumento, solo puede perdonársele si lo hizo impresionado por el cuerpazo de Nadal y para presumir entre sus amigos de cojones a la hora de sacarlo en una intervención pública. ¿Se imaginan la cosa, no? :

Amigo.- “Miguel, a que no atreves, oyes, a sacar a Nadal como sea en una de tus intervenciones”

Sebastián. - “Que no, pues no me conoces tu a mí.”

¡Aragonés, sé bueno y llévatelos a Turquía!