lunes, 25 de febrero de 2008

DESTRUCIÓN DEL ORDEN FAMILIAR




En Vizcaya en el 2007 se han registrado 51 denuncias por maltrato de hijos menores de edad hacia sus padres (el doble que en 2004); en Córdoba el número de denuncias fueron 83 casos, un 37,4 % más respecto al 2006 suponiendo una cifra de 52; Galicia 49 cumplieron sentencias por maltratar a sus padres; la fiscalía de Cádiz abre uno o dos expedientes cada semana por este mismo tipo de agresiones de violencia de hijos contra padres.


¿A qué es debida esta aberrante pugna de violencia en el ámbito familiar? Que por desgracia es el nido que gesta el futuro de la Nación.


Si pinta mal ahora, peor será cuando sean adultos, no lo olvidemos. La educación de la infancia es un deber, no se puede hacer así como así, va mucho en juego, el mismo futuro o la no existencia de éste va impresa en nuestras acciones como padres, familiares y educadores. El sistema tiene el mismo deber, debe amparar la salud mental, física y emocional de la gente, pero ya sabemos que alimento proporciona y que camino único señala.


La autoridad, han demonizado esta palabra. No se reconoce, se persigue; poner normas, orden, prioridades, todo ello es malo, todo ello es sinónimo de opresión y falta de libertad, por lo tanto es criticable y puedes revelarte que nadie te podría juzgar, y olvidamos que en la misma familia se gesta nuestro futuro papel e interrelación en la sociedad el día de mañana, nuestra primera toma de contacto con un sentir comunitario es en la unidad familiar y estamos acabando con ella.


No podemos aplicar el patrón moderno que el sistema nos indica, un padre no es un amiguito, no es un coleguita, un padre es la autoridad que te adora, cuida y educa, pero que nunca puede pasar a ejecutar el papel y la forma de conducta de un menor. El niño se siente indefenso sin esa columna que sostiene su mundo; si, podrá reírse mucho y contarte las mil y una historias que les suceden cada día, pero como has dejado de ser el padre y has pasado a ser el amigo cuando tengas que decirle ¡no! Por ahí no, te dirá que es su vida, porque tu al delegar tu papel de director en la persona del niño le has dado sin darte cuenta la sensación de que él tiene el mismo conocimiento y capacidad de dirigir su vida que tú, que eres su padre y una persona adulta.


Antaño, los hijos solían ver a los padres trabajar; a mama se la solía ver en casa, en el campo o en la mar como ocurre por la zona de Galicia; ahora el trabajo que hace mama no es visible, pues el marco laboral ha pasado a fábricas o empresas a las cuales el menor no tiene acceso y por lo tanto no le permite ver qué hace su madre cuando no está en casa, solo ven a una madre que viene del trabajo cansada, malhumorada y que le da todo capricho para compensar el sentimiento de culpa por no poder estar más con ellos porque no le queda más remedio que pasar casi todo el día fuera de casa si quieren comer. Papa, otra cosa igual, sus trabajos también son en los mismos ámbitos impersonales que la madre, por lo tanto deja de ser una especie de Dios que como también se siente mal de no poder estar en casa todo lo que quisiera consiente al menor, a los ojos del niño, ya no existe la figura del adulto todopoderoso que hace todo bien, sabe de todo, y nos maravilla cuando les contemplamos realizar tareas manuales que nosotros jamás pensamos poder llegar a hacer, dejaron de ser nuestros modelos a seguir para pasar a ser LO QUE NO QUEREMOS SER.


No se puede ser tan demócrata en la familia, en resumidas cuentas y para no cansar, deben de coexistir normas, disciplina, jerarquía, orden, obligaciones para nosotros y para ellos, adecuadas la edad que tengan; hacerles ganar con esfuerzo los premios y no tratarles como niñitos sin cerebro, debemos moldear la fortaleza en ello; los padres traemos al mundo a los hijos con unas capacidades, es nuestro deber endurecerlos, no debilitarlos, ¿acaso queremos faltarles y que se los coman los leones del circo que representa este mundo que nos ha tocado vivir? Eso hacemos al sobreprotegerlos y consentirlos sin mostrar el valor real de las cosas, que no es la materia, no es el dinero que me costó esto o aquello, es el tiempo que paso lejos de vosotros para pagar esta casa o lo que se come. Enseñar que lo que no tiene un precio material es lo que más vale, debemos compartir tiempo fuera de esas fábricas de consumidores llamadas centros comerciales (mejor huir de ellos), salir al campo o al parque, en vez de comprar regalos hacerlos uno mismo que lo que nuestras manos hagan valen más que un juguete anunciado en televisión y que un padre te quiere cuando te riñe o castiga y también cuando juega. Que deben existir dichos equilibrios y que un padre/madre jamás debe dejar perder su mando, si de verdad quieres a tu hijo ¡sé su guía!, se ejemplo de los valores que quieres que él lleve por estandarte en su edad adulta, no le pidas sin dar, y desde luego cariño pero sin olvidar tu deber como educador, recuerda que el enfado de hoy, puede evitar tu llanto inconsolable de mañana por no haberle dado la disciplina que necesitaba porque les has enseñado tus debilidades e inseguridades en vez de fortalezas a tus hijos.


La destrucción de la familia en toda forma esta aquí, el caos está servido y la civilización a las puertas de estar muerta.

ARAWN. (Colaboradora de LTDE).

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