Publicamos, íntegramente, el editorial del último número —el 11— de «Patria Sindicalista», correspondiente a este mes de junio y que ha aparecido en su página 3 bajo el título «La derecha es la otra cara del Sistema»:
«Uno de esos presuntos graciosos con pretensiones periodísticas que deambulan —probablemente con demasiada asiduidad—, por las grandes cadenas de televisión preguntó, recientemente, a Mariano Rajoy Brey [imagen adjunta, saludando a José Luis Rodríguez Zapatero] por Falange Española a cuenta del “caso Garzón”. El presidente del Partido Popular, que en no pocas ocasiones consigue, sin esfuerzo, estar a la altura de los presuntos graciosos a los que concede entrevistas, respondió no sabía de nuestra existencia.
Falange existe. Lo que no podemos asegurar es que el Partido Popular exista o, al menos, que esté a la altura de lo que de dicha formación política se esperó. Los individuos se definen ontológicamente en razón de sus diferencias con los otros. Esto es, existen porque son distintos de los demás. Del mismo modo, las naciones lo son en tanto que encarnan un proyecto histórico diferenciado, no porque sus habitantes hablen una lengua propia o presenten caracteres raciales diferenciados. Análogamente, una agrupación política existe cuando representa un proyecto político propio, distinto del que defienden los demás. ¿Podemos, en consecuencia, hablar de una subsistencia, más allá de lo virtual, del Partido Popular? Nos gustaría que alguien, con pelos y señales, nos advirtiera de las bondades de la derechona con respecto al PSOE. ¿Dónde está el discurso, modos, usos y costumbres radicalmente distintos de los del partido del gobierno? Desde nuestro punto de vista, las distancias entre el Partido Popular y el PSOE no son tales, sino que estamos frente al haz y el envés de un mismo Sistema y, en consecuencia, de un mismo modo de hacer política.
Más allá de las puestas en escena y de su cháchara anti —obligada, qué duda cabe, más por urgencias electorales que por divergencias ideológicas de calado— advertimos que ambos partidos comparten una misma cosmovisión del mundo en lo ideológico... y en lo concreto.
Ambos sostienen fervorosamente, por ejemplo, la hemorragia autonómico-federalista que desangra a España como nación, dividiéndola y, como Estado, arruinándolo. Incapaces de enfrentarse abierta y resueltamente a los nacionalistas, se apoyan en ellos para mantener un régimen que es, en esencia arbitrario, injusto, disolvente y, obviamente, antinacional.
Ambos avalan el modelo de construcción europea como club insolidario de países capitalistas, donde las clases más desfavorecidas quedan relegadas a la última fila del reparto, a callar, a votar y a pagar, mientras ellos se encargan de hacer las veces de peones de brega de la banca y la finanza internacional.
Ambos sostienen fervorosamente, por ejemplo, la hemorragia autonómico-federalista que desangra a España como nación, dividiéndola y, como Estado, arruinándolo. Incapaces de enfrentarse abierta y resueltamente a los nacionalistas, se apoyan en ellos para mantener un régimen que es, en esencia arbitrario, injusto, disolvente y, obviamente, antinacional.
Ambos avalan el modelo de construcción europea como club insolidario de países capitalistas, donde las clases más desfavorecidas quedan relegadas a la última fila del reparto, a callar, a votar y a pagar, mientras ellos se encargan de hacer las veces de peones de brega de la banca y la finanza internacional.
A Rajoy Brey no le suena la Falange, pero ¿le dicen algo los apellidos Bárcenas, Matas, Fabra, Camps...? ¿Y Gürtel? La corrupción del Partido Popular es es algo más que tres trajes a medida. La corrupción está muy lejos de ser una anomalía exclusiva y excluyente de la social-democracia carpetovetónica. Está instalada en bastiones de la derechona: Alicante [Alicante, Orihuela y Torrevieja], Ávila [Navas del Marqués y Navahondilla], Baleares [Andratx y Santa Margalida], Burgos [Arlanzón], Cádiz [Rota], Canarias [Telde, Parques Eólicos, La Oliva y Mogán], Granada [Ogíjares y Almuñécar], Jaén [Alhendín], Madrid [Madrid, Brunete, Navalcarnero, Quijorna, Torrelodones, Tres Cantos y Villanueva de la Cañada], Málaga [Alhaurín el Grande y Estepona], Murcia [Águilas, Torre Pacheco, Cartagena, Mazarrón, Totana y San Javier], Pontevedra [Tui, Gondomar y Nigrán], Rioja, La [Lardero y Santurde], Salamanca [Salamanca], Sevilla [Espartinas], Toledo [Seseña], Valencia [Valencia, Cullera y Riba-roja], Valladolid [Arroyo de la Encomienda]... En todos estos lugares huele a podrido y, desde luego, no cabe echarle la culpa a los del puño y la rosa. ¿Verdad, señor Rajoy?
En la calidad moral y democrática de buena parte de los dirigentes y afiliados de Partido Popular no encontramos grandes desencuentros con los del PSOE. Las comunidades gobernadas por el PSOE, por ejemplo, conceden las licencias de radio y televisión a los medios de la izquierda o disfrazados de tales, y las capitaneadas por el Partido Popular, lo hacen con los medios que se operan bajo el paraguas del neoliberalismo. Si José Blanco, vicesecretario general del PSOE, dijo no entender que un partido como Falange Española de las JONS sea legal, Iñaki Oyarzábal, secretario general del Partido Popular vasco nos negaba la legitimidad para actuar judicialmente. Si la izquierda anda rebozándose, un día sí y otro también, en el barrizal de la memoria histórica, tampoco es menos cierto que en nuestro país no faltan casos como el ayuntamiento valenciano de Náquera, gobernado por el Partido Popular, capaz de sustituir la placa de José Antonio Primo de Rivera por la de Barack Obama, haciendo esta calle en la actualidad esquina con la plaza... María Teresa Fernández de la Vega.
¿Existe el Partido Popular? No, desde luego, como alternativa, sino como corresponsable de la desvertebración de España, como cómplice de la actual ofensiva antisocial y antiobrera del PSOE. ¿Acaso Rajoy Brey, caso de convertirse en el sucesor de Rodríguez Zapatero —eso, al menos, rezan las últimas encuestas de intención de voto—, podrá hacer otra política radicalmente distinta a la que le han marcado a Rodríguez Zapatero el eje franco-alemán, el Fondo Monetario Internacional e incluso el actual inquilino de la Casa Blanca?
España precisa de una oposición, sí, pero para que sea tal tiene que estar orlada de adjetivos absolutamente clarificadores: patriótica, regeneradora, social, republicana; esto es, enemiga de los partidarios del finis hispaniae»
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