martes, 2 de noviembre de 2010

Fray Pacífico de la Pobladura (I)






“Dichosos los pacíficos, porque
ellos serán hijos de Dios”




En el año 1958 yo ya era un veterano de los campamentos del Frente de Juventudes. Un veterano “flecha”, era mi tercer campamento. No recuerdo quien era el Jefe de Campamento, ni el de Actividades y menos aún el de Formación. No recuerdo a mi Jefe de Escuadra ni a mi Jefe de Centuria, pero recuerdo con cariño al “pater”, era Fray Pacifico de Pobladura. Con los años el “cura Pacifico” se convirtió en mi maestro, mi camarada y mi amigo. Después coincidimos en múltiples campamentos, albergues y ejercicios espirituales.

Fray Pacifico de Pobladura, Andrés María Álvarez Gutiérrez en el mundo, nació el 11 de julio de 1927 en Pobladura de los Oteros, tomó el hábito de los Hermanos Menores Capuchinos el 19 de agosto de 1943. En el Noviciado Capuchino el maestro de novicios, con la idea de que “corrigiera” su espíritu “directo, ardiente y combativo” le impuso la penitencia de llamarse para la vida religiosa “Pacifico”, y Pacifico fue para toda su vida y para todos aquellos que tuvimos la suerte de compartir con él afanes e ilusiones además de nuestra fe. Fue siempre un hombre que sabía poner paz, no en vano como hijo de Francisco de Asís fue porque quiso ser “instrumento de su Paz”. Fue pacifico pero nunca perdió su espíritu “directo, ardiente y combativo”.

El 14 de julio de 1948 hizo sus votos perpetuos de vivir en seguimiento de Cristo al modo de Francisco de Asís: en fraternidad, pobreza y minoridad.

Fue ordenado sacerdote el 11 de febrero de 1951 para servir a todos los hermanos en especial a los más desfavorecidos.

El 23 de octubre de 1983 en el Estado Delta Amacuro (Venezuela), Fray Pacifico de Pobladura fallecía en accidente de helicóptero sobrevolando el río Orinoco cuando era trasladado a un hospital, después de haber sufrido un problema coronario. Como él había pedido fue enterrado en la isla de Burojoida “mirando hacia España”. Murió como vivió y quiso vivir: con el corazón roto, él que fue siempre todo corazón, volando alto, no olvidemos que ante todo y sobre todo Pacifico fue siempre un hombre de Dios al modo de Francisco de Asís, y al final como siempre había sido su vida “mirando hacia España”, aquella España que él tan intensamente amó porque no le gustaba.

Hablando de Fray Pacifico hemos repetido en varias ocasiones que su forma de ser “su estilo” era “directo, ardiente y combativo”, y decir hoy en día esto es por lo menos arriesgado, cuando la mayoría de descerebrados que así se declaran lo que entienden por ello es la agresión tanto física como verbal cuando no la barbarie.

Directo: Pacifico no conocía ni la doblez, ni el recoveco como buen castellano llamaba al pan, pan y al vino, vino, pero en todo momento cuidaba con esmero la caridad fraterna para no herir con sus palabras. Decía lo que debía porque sabía lo que decía y lo que es más importante como lo decía. Si tuvo que llamar sinvergüenza a alguno de los muchos que siempre han pululado por nuestros lares, no lo dudó sinvergüenza lo llamó. Porque cristiano es aunque lo hayamos olvidado “corregir al que yerra” (léanse las Obras de Misericordia). Y como D. Miguel de Unamuno decía en el prólogo de “Vida de don Quijote y Sancho”, texto que le encantaba a Fray Pacifico y que hizo que nos encantara a todos nosotros y que es una pena que las nuevas generaciones desconozcan:

“¡Poneos en marcha! ¿Qué adónde vais? La estrella os lo dirá: ¡al sepulcro! ¿Qué vamos a hacer en al camino mientras marchamos? ¿Qué? ¡Luchar! Luchar, y ¿cómo?

¿Cómo? ¿Tropezáis con uno que miente?, gritarle a la cara: ¡mentira!, y ¡adelante! ¿Tropezáis con uno que roba? Gritarle: ¡ladrón!, y ¡adelante! ¿Tropezáis con uno que dice tonterías, a quien oye toda una muchedumbre con la boca abierta?, gritarles: ¡estupidos!, y ¡adelante! ¡Adelante siempre!

¿Es que con eso –me dice uno a quien tú conoces y ansía ser cruzado-, es que con eso se borra la mentira, ni el ladronicio, ni la tontería del mundo? ¿Quién ha dicho que no? La más miserable de todas las miserias, la más repugnante y apestosa argucia de la cobardía es esa de decir que nada se adelanta con denunciar a un ladrón por que otros seguirán robando, que nada se adelanta con decirle en su cara majadero al majadero, porque no por eso la majadería disminuirá en el mundo.

Sí, hay que repetirlo una y mil veces: con una vez, una sola vez, acabases del todo y para siempre con un solo embustero habríase acabado el embuste de una vez para siempre….”

Todo un programa político y de vida: el que tenga oídos para oír que oiga y el que tenga ojos para ver que “lea”.

Fray Pacifico tenía un don natural: su voz. Su voz era fuerte y suave a la vez y unido a su facilidad de palabra hacia de él un magnifico orador, como se dice ahora un gran comunicador, esto hizo que fuera solicitado en múltiples foros, a los que siempre que podía acudía a llamar al pan, pan y al vino, vino.

Ardiente y combativo: si algo distinguió a Fray Pacifico es que en todo ponía el corazón y todo momento y circunstancia, su vida y sus palabras eran coherentes con sus ideales tanto religiosos como políticos, eso le granjeó la amistad y la admiración de muchos y como no la enemistad de los tibios y timoratos, de los incapaces, de los de siempre. Pacifico era un autentico ciclón: inagotable, incansable con una personalidad arrolladora que no dejaba indiferente a nadie.

Pacifico tuvo en su vida dos pasiones: las misiones y la Falange.

En la orden Capuchina Fray Pacifico fue encargado de la animación misionera, y como en todo en su vida su paso fue arrollador charlas, campañas, cuestaciones. Hoy en León, mañana en Valladolid, pasado en Madrid y así incansable siempre. En el Seminario Seráfico del Pardo Pacifico creo un museo misionero (hoy olvidado y en mal estado). Dirigió “El Mensajero Seráfico” revista de animación misionera que en la actualidad cumple más de cien años y con una tirada de más de doce mil ejemplares.

Si me permitís os relataré una anécdota que refleja la coherencia de vida y pensamiento de Fray Pacifico:

Encargado como estaba de la animación misionera, muchos jóvenes sintieron la llamada de la vocación, el los animaba, enseñaba y sobre todo los ilusionaba en el servicio a los más empobrecidos del mundo. Muchos jóvenes emprendieron los caminos de Venezuela: la Gran Sabana, el Alto Orinoco fueron el centro de su trabajo misionero. Y Pacifico empezó a sentirse como un nuevo Capitán Nemo: el los embarcaba pero el se quedaba en tierra, y otra vez como siempre en su vida la coherencia le hace pedir a sus superiores ser enviado a misiones. Y allí murió como hemos relatado anteriormente, murió como vivió en misionero.

La otra pasión de Fray Pacifico fue la Falange. La admiración por José Antonio hace que Pacifico se empape de la ideología y el pensamiento de los iniciadores del Movimiento Nacional-Sindicalista. Ve en José Antonio su fe cristiana y sobre todo un rasgo que ya hemos destacado de Fray Pacifico la lucha constante de José Antonio por la coherencia. José Antonio un señoriíto monárquico y de derechas que jugando a la política fue descubriendo que mientras el estaba de caza otros que habían escuchado sus palabras podían morir asesinados (Matías Montero). Y de cómo paso a paso el señoriíto de monárquico y de derechas va dejando paso a un revolucionario republicano que hasta dará su vida por una España nacional y sindicalista. “La vida sólo merece ser vivida al servicio de un gran ideal”.

Pacifico toda su vida llevó debajo del hábito capuchino su hábito político: la camisa azul mahon, neta y proletaria de la Falange y con ella fue también enterrado, también murió como vivió en falangista.

En este tiempo que estamos ayunos de ejemplos, de testigos, en definitiva de guías, el recuerdo de Fray Pacifico, de David Jato, de Narciso Perales, y un corto etc. crea en nosotros un sentimiento de orfandad y de gratitud a todos aquellos que hicieron de su vida un ejemplo de coherencia y servicio a su Fe y a su Patria.


Luis Miguel Villegas




………………………………….



Desde MEMORÍAZUL agradecemos de corazón a nuestro camarada Luís Miguel la magnífica semblanza de este humilde franciscano, que desde su servicio a Dios y a los pueblos indígenas de Hispanoamérica, supo servir a España y al falangismo al entender el verdadero significado de la palabra Imperio.


“Solo es grande quién sirve”


http://memoriazul.lacoctelera.net/post/2008/04/14/fray-pacifico-la-pobladura-i



1 comentario:

Anónimo dijo...

Ojala todo el clero fuera igual que ese hombre.