El Nacional Sindicalismo no es una idea mesiánica unipersonal, es una amalgama de inspiraciones y pensamientos que dio lugar a una ideología que enamora y que, de forma revolucionaria, solucionaría de manera radical y totalitaria los gravísimos problemas de España. Aunque sea solamente por la generosidad de nuestros fundadores: ¡¡RESPETO Y FIDELIDAD!!
No pretendemos hacer ninguna comparación entre José Antonio Primo de Rivera y Juan Domingo Perón, ni tampoco entre el Nacional Sindicalismo y el Justicialismo, pero sí queremos llamar la atención sobre el peligro que supone simplificar el pensamiento político de la Falange en el “Joseantonismo”, del mismo modo que el Justicialismo de Perón pasó a ser reducido a la figura personalista del mismo Perón con el nombre de “Peronismo”.
Argentina empezó a industrializarse en torno a las grandes ciudades, en especial Buenos Aires, lo que dio lugar a una inmigración de masas desestructurizadas desde las zonas agrarias a los núcleos urbanos. El desempleo trajo como consecuencia la proletarización de la clase media que rápidamente fue manipulada por anarquistas y comunistas. El consecuente desbarajuste dio lugar a una intervención militar en 1943 formándose gobiernos castrenses en los que intervino Perón ocupando puestos como en la Secretaría de Trabajo y Previsión, Ministerio de la Guerra e, incluso, la Vicepresidencia hasta 1945 en que fue deportado y confinado en la localidad de MARTÍN GARCÍA desde donde regresó para ocupar la Presidencia de la Nación después de ganar las elecciones de 1946 con la estimable ayuda de su mujer, la famosa Evita”.
Perón basó su política en un fuerte nacionalismo, teniendo como vanguardia un Frente Nacional formado por trabajadores y militares. De fuerte carácter antiliberal, Perón puso en marcha una política social nacionalizando los sectores estratégicos y los productos argentinos. Luchó contra el poder exterior y contra la oligarquía terrateniente. Industrializó la nación y a los trabajadores. Fomentó más la industria, se subieron los salarios y aumentaron las inversiones sociales.
Fue reelegido presidente en 1951 hasta 1955, año en el que una crisis le derrocó de la presidencia. Hasta aquí el auténtico Justicialismo que según manifestó el propio Perón tuvo su inspiración en el Nacional Sindicalismo de La Falange.
El exilio dio lugar a un romanticismo personalista de los, hasta entonces, activistas justicialistas y entonces nació el peronismo, que hizo fracasar cualquier intento de restaurar el justicialismo en el gobierno argentino, como se demostró en 1973, debido a las luchas internas dentro del movimiento que, por un lado, degeneró en la extrema derecha dando lugar a la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) y, por otro, degeneró en la extrema izquierda de la que nació el grupo de los Montoneros.
Los grupos surgidos de las dos tendencias se alejaron completamente del movimiento Justicialista llegando a ser habitual la práctica del terrorismo, lo mismo entre ellos que contra enemigos externos. El mismo Perón llegó a apartarse tanto de los conceptos justicialistas, que incluso intentó conseguir, a cambio de dinero, la canonización de Evita, hecho que, lógicamente, no se llevo a cabo y que, además, resulto contraproducente.
Cuando le preguntaron a un político argentino sobre las diversas tendencias que componían el peronismo, enfrentadas entre ellas por antagónicas, el político respondió: “El peronismo es como la Carta Astral, en la que caben todos los signos del zodiaco”. Actualmente en Argentina no hay movimiento justicialista, pero todos los gobiernos surgidos de las urnas se autodenominan “peronistas” y han convertido a la Nación en un autentico desastre y nido de corrupción, a pesar de su inmensa riqueza en recursos naturales.
Todo lo relatado sobre el Justicialismo y el Peronismo no es comparable, ni en cuanto a los personajes ni a las ideologías, pero sí en su posible coincidencia en las trayectorias, con el Nacional Sindicalismo. En el Nacional Sindicalismo siempre ha habido varias posiciones o posibilidades pero un solo objetivo, la Revolución, que en ninguno de los casos pasaría por un destino de sufragios, ni mucho menos en comulgar con la lucha de partidos ante las urnas.
En nuestra opinión la única forma de hacer Nacional Sindicalismo es desde el descaro y no tenemos por qué esconder coincidencias, ni esconder personajes, ni mucho menos manipular historias con el fin de integrarnos en un sistema que repudiamos y que ha traído la ruina a España en todos los aspectos.
Mucho nos tememos que, sabiéndolo o no, queriéndolo o no, hemos iniciado un viaje sin retorno con los estandartes democráticos, lo que desembocará en la desaparición de La Falange como movimiento revolucionario Nacional Sindicalista dividiéndolo en dos ramas, la nacional-demócrata y la demócrata-cristiana.
Se diga lo que se diga, el Nacional Sindicalismo no es copia, pero sí es de inspiración fascista, revolucionaria, totalitaria y anti sufragios y no tenemos que avergonzarnos ni renegar de ello porque, entre otras cosas, el Fascismo fue mucho mejor que todas las democracias de su época y el nacional sindicalismo le supera al situar en el centro y en el origen del Estado a la Persona COMO PORTADORA DE VALORES ETERNOS… y los valores tampoco se someten a sufragios. Para aquellos que quieran verificar estas afirmaciones le recomendamos la lectura de las cartas de José Antonio a Juan Ignacio Luca de Tena, publicada el 23/03/1933, a Julián Pemartín de 02/04/1933, o en el Prólogo a El Fascismo de Mussolini, en carta titulada “En una tarde de Octubre” de 1933.
Próximamente editaremos trabajos sobre José Antonio y el Totalitarismo y José Antonio y el Fascismo, en los que, con texto literal del propio José Antonio, se demostrará que el pensamiento, dentro del Nacional Sindicalismo, del fundador de La Falange, no pasa por los presupuestos democráticos de los autodenominados “José Antonianos”.
Carlos Rodríguez.
Jefe Nacional del Sindicato TNS.
Jefe Nacional del Sindicato TNS.
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