lunes, 1 de octubre de 2007

EL ALDEANO Y SU CABALLO




Allá por los tiempos de Maricastaña y en uno de esos países lejanos donde suceden todos los cuentos,ocurrió esta historia que anduvo de boca en boca para escarmiento de generaciones ya hasta la nuestra.El lugar de nuestra narración limitaba hacia el sol naciente con Jauja y era en esta hora temprana cuando sus habitantes acercaban su mirada de nuevo al Este.Pero luego el sol subía y entonces todos olvidaban y deslumbrados bailaban de contento al ritmo de una música que sonaba,sonaba y sonaba aunque nadie sabía en realidad cual era la mano oculta que con tanta seducción y embeleso hacía soplar la mágica melodia. Hacia el Oeste por donde el sol se ponía una y otra vez después de tanta y tan celebrada zarabanda diurna,estaba el país de los Enanos que ya en el tiempo de nuestra historia había adquirido bastante notoriedad pues reciente estaba la visita que un famoso marinero inglés llamado Gulliver le había hecho,un tanto en contra de su voluntad eso sí.Allá por los tiempos de Maricastaña y en el país de nuestro cuento vivía un aldeano rico y poderoso que que merecía el afecto y el respeto de los suyos.Nuestro aldeano poseía un hermoso caballo que era el asombro y el orgullos de los lugareños.Un espléndido alazán.Pero he aquí que el tiempo se vino y se fue,se volvió a venir y a marchar y el aldeano sintió acercarse el fin de sus días.El pueblo empezó a hacer cábalas sobre quienes heredarían el magnífico animal.De todos los linajes,parientes y no,consanguíneos,afines y bastardos protestaron su derecho.El pueblo entre atónito,confíado y divertido vio así a una penosa fauna nadar y guadar la ropa,repicar todas las campanas y formar cuantas procesiones se terciaban,intentando por cualquier camino y precio ser los llamados a poner sus nalgas sobre el hermoso y noble caballo de nuestro cuento.Pero no.Nuestro caballo si tan noble,ya no era tan hermoso.Recogidos en la conspiración y la intriga nadie le prestaba la menor atención.Su pitanza era corta y miserable pues los sedicentes herederos se la iban quitando de la boca pretextando la necesidad de hacer acopio para cuando cada uno de ellos se tuviese que encargar de alimentarlo en sacrificado monopolio.Sabedores de que al final sólo unos cuantos serían los elegidos,muchos habían renunciado al premio gordo para ir quedándose con las sobras.Días dificiles vinieron en que si nuestro caballo no se fue a hacerle compañia a sus antepasados fue por la generosa bondad de forasteros venidos de los cuatro puntos cardinales que entre sus equipajes traían algún terrón de azúcar con que reanimar a a nuestro expoliado y noble amigo. Tiempo llegó en que apenas cubría a nuestro caballo una anta remendada que a juzgar por sus bordados había conocido también tiempos mejores. El tiempo discurría en entretanto.Llegaban las fiestas populares y en ellas nuestro caballo.Lo enjaezaban con los cuatro pingos que que aún poseía,disimulaban sus huesos y pintaban sus llagas de alegres colores.¡Qué hermoso está nuestro caballo!,gritaba el pueblo.Un día el viejo y honrado aldeano murió.El afecto y el respeto del pueblo le acompañaron hasta el final y aún después.Y también la prisa de muchos.Por qué apenas nuestro poderoso aldeano había cerrado para siempre sus ojos,la horda de candidatos se lanzó a colmillo abierto,arrolló lo que quedaba de la en un tiempo magnífica cuadra y todos a la vez montaron al pobre caballo. Reventó sí,como suena.reventó porque sus últimas fuerzas se habían ido con sus últimas privaciones y sin una queja fue a reunirse con su amo,sepultado por aquella patulea infecta.Con él se fue también timbres de gloria pasados,con él se durmieron para siempre cosas hermosas que algunos creyeron imperecederas. (Contaron las viejas del lugar en historias repetidas una y otra vez mientras las chimeneas parpadeaban las frías veladas de invierno que la misma noche que nuestro caballo fue masacrado,seres sin rostro,con manos como de tierra orinada terminaron de descuartizarlo y quien la piel,quien la sangre,otros la poca carne que le quedaba pegada a los cansados huesos,terminaron de borrar toda huella del caballo de nuestro cuento y sólo quedó,confundida con el suelo porque con esa no pudieron,una gran mancha de verguenza)

JESÚS SÁIZ Y LUCA DE TENA ("El aldeano y su caballo"fue escrito en diciembre de 1.971,en un tiempo social y políticamente azaraso.Enviado sucesivamente a tres periódicos madrileños,ninguno consideró conveniente su publicaciónHoy 24 años después,plenamente vigente su gallardía y su carácter premonitorio,nos complace rescatarlo dándole acogida en nuestras páginas.-(LA NACIÓN 24-05-1.995")




EL QUE QUIERA ENTENDER QUE ENTIENDA

1 comentario:

Juanma dijo...

¡¡Leído!!


Saludos.