lunes, 10 de marzo de 2008

Yo también soy serbio


Kennedy, en su discurso más famoso, el que dio el 11 de junio de 1963, escribió un párrafo para la historia. Permitan que lo reproduzca. JFK dijo que “Dos mil años hace que se hiciera alarde de que se era “Civis Romanus sum”. Hoy en el mundo de la libertad se hace alarde de que “Ich bin ein Berliner””. Pues bien, permítanme añadirle una adenda, una coda. Permítanme decir que yo también soy serbio.


Y es que este desastre que vivimos en, con palabras del maestro Rafael García Serrano, esta vieja puta que es Europa, se ha visto desdibujado en España por la simultaneidad con la campaña electoral, donde unos y otros bailan en torno a la maldición de la zeta, esa que dice que los presidentes de gobiernos electos deben tener una de esas letras en sus apellidos: Suárez, González, Aznar, Zapatero…


Desdibujado, quizá porque no interesa a los nacionalistas, socios seguros para cualquier combinación que de gobierno, para cualquier agrupación de esos políticos que siguen sin noticia de Dios.


Y es que Kosovo es la Covadonga de Serbia. Por eso sienten tanto dolor allí: resultaría un paralelismo acertado con España decir que perdemos, de golpe, la catedral de Santiago y el Pilar en Zaragoza. Se sienten desangrados por sus entrañas. Esa percepción es la que no termina de verse por estos lares. Y es que aquí seguimos confundiendo Serbia con la antigua Yugoslavia y, lo que aún es peor, con España.


Los primeros que están muy confundidos son nuestros gobernantes, que mandan efectivos a la misión de la Unión Europea para garantizar la transición a la independencia… mientras por otra parte rechazan esta independencia por considerar que no se ajusta al orden internacional. Precisarían urgentemente alguien que se lo aclarase. Que se lo aclarase y que ante la aseveración intencionada mirando a su propio ombligo de que “esto no sienta ningún precedente”, les recordase nombres como Croacia, Eslovenia, Bosnia-Herzegovina…


Y también a algún despistado que ha dejado caer en una radio de alcance nacional loas a la UCK que sus miembros no son hermanitas de la caridad, no son un seráfico grupo de amigos que apuestan por la libertad de Kosovo. Son una organización narcoterrorista, que en sus orígenes se decía leninista-marxista. Claro que al respecto de hablar con las personas equivocadas, hay algunos que son alumnos aventajados.


Si uno no estuviera dudando sobre si es ilegal o no, casi daría un bravo por esa juventud serbia que se enfada y grita. Me recordaban éstos un par de anécdotas, una protagonizada por alumnos del SEU valencianos, que ante las restricciones que EE.UU. a la importación española de petróleo, se dedicaban a pinchar las ruedas del cónsul dejando notas en el parabrisas que decían “Si la gasolina es de Estados Unidos, el aire es español”. La segunda, similar, es aquella en que los estudiantes organizaron un buen tomate ante la embajada inglesa, pidiendo la devolución de Gibraltar, ante la mirada circunspecta de Sir Samuel Hoare. Serrano Suñer le ofreció mandarle más policía que protegiera la embajada, a lo que Hoare impertérrito le contestó:” Me conformo con que me envíe menos estudiantes”.


Disculpen, no tengo perdón, siempre parece que defienda causas perdidas. Nunca me acostumbraré a ser políticamente correcto en estos tiempos que corren, cuando no es correcto preferir la reciedumbre del imperio al devaneo político.


Juan V. Oltra

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