sábado, 13 de septiembre de 2008

Unidad


Vivimos un tiempo difícil. Los que amamos a España, asistimos irremediablemente a un proceso turbulento que puede llevar a su disgregación, parcial o total. Algunos, claro está, juramos un día no permitir tal cosa: pero de sobra nos falta fuerza, si no conquistamos antes las conciencias y vencemos en la verdadera batalla que se nos presenta, la de las ideas.


Estatutos balcanizantes como los de Cataluña, Valencia o Andalucía se suman a las intentonas violentas de otras regiones -especialmente Vascongadas- para desgarrar definitivamente la realidad histórica de nuestra patria. Mientras tanto, en nuestra amada nación acudimos a una de las mayores crisis de nuestra historia: crisis moral, espiritual y hasta demográfica. El infanticidio institucionalizado, esto es, el aborto, sumado a la falta de políticas familiares, no garantiza un sano relevo generacional en nuestro país, mientras ya, desde arriba, piensan en quitar de en medio a los ancianos a través de la eutanasia activa. Por no hablar de la falta de seguridad ciudadana, la injusticia social o la ulceración de la cultura. En definitiva, un panorama desolador.


¿Qué nos queda? Evidentemente la Esperanza -que es virtud teologal- pero acompañada siempre de la lucha política. En esto, muchos propósitos honrados -y otros no tanto- así como la continuidad histórica de sanos movimientos que buscan aplicar en el futuro lo mejor de nuestro pasado han venido a configurar lo que en determinados ambientes se conoce como "área patriota". Muchos, ahora, quieren ir más allá y convertir esa área política en un solo bloque monolítico al servicio de la nación. La consabida "unidad".


Pero... ¿es posible tal empresa? Seamos sensatos. No pueden ir coaligados, fusionados, proyectos distintos en esencia, contradictorios, irremediablemente diferentes. Para abordar la conquista del Estado, para lograr una revolución política, económica y social que lleve la Justicia Social a España y la coloque en el lugar que se merece en el plano internacional, no se puede ir con medias tintas ni caer en la desnaturalización ideológica. Tengámoslo siempre presente, y si queremos construir, construyamos a partir de esa indubitable premisa.


Pero dicho esto, se presenta otro tipo de "unidad". La unidad de la sociedad civil, de los hombres de bien, frente a la ofensiva laicista y totalitaria del Estado, frente al genocidio infantil, frente al ataque a la vida enferma, frente a la desvertebración de nuestra patria, etc. Y si para ello hacen falta plataformas, organizaciones o foros que den la cara, de manera directa y sin tapujos, ante los responsables de tanta inmundicia... ¿a qué esperamos para crearlas? Hay algunas ya, que defienden algunas cuestiones de las citadas, lo sé. Pero no es suficiente. Nos jugamos mucho en esto, y si hace falta sentarse a hablar, limar diferencias y defender cívicamente aquellos principios irrenunciables que políticamente tratamos de proteger, adelante. Conquistemos las conciencias y dispongámonos definitivamente a esa batalla de las ideas. Por España, por el Bien Común y por el futuro de nuestros hijos.



El artículo extraido del excelente blog http://desvaninfinito.blogspot.com/ el cual, desde esta modesta atalaya, recomendamos su lectura.-

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