La política está compuesta de elección, decisión y acción, y la relación esencial entre ellas es un vínculo que se llama España. Ese vínculo hace treinta años que está roto en Vascongadas y ya ni siquiera yace como un sedimento bajo el vino nuevo de las jóvenes generaciones. Hoy asistimos en Vasconia a una reyerta indecorosa por el poder librada entre separatistas y los enfáticamente automotejados de constitucionalistas. Denominación cobarde, asumida con orgullo de mejor causa, por todo aquél que teme ser insultado, desde las cloacas del separatismo, con el adjetivo “españolista”. Porque como todos sabemos, en esta España tan agria, tan canija y tan paralítica, queda muy bien, da buen tono y es muy “constitulegal” ser nacionalista y o separatista, preferentemente gallego, catalán o vasco. Pero como a alguien se le ocurra declararse “españolista”, sólo podrá confiar en el odio consensuado por la alianza de socialistas, comunistas, separatistas y giliprogres
Están muy contentos, pues, los constitucionalistas porque con la suma de sus escaños –los escaños de los perdedores en las elecciones- tienen la posibilidad de echar del poder en Vascongadas al ganador de las elecciones: el PNV. Un partido fosilizado y retorcido en la corrupción clientelar que ha convertido Vasconia, con la complicidad de PSOE e IU, en una erricotaberna colosal, en una guarida de bandidos y de rufianes par los que España es sólo una mercadería de borroso recuerdo aunque sea ella, España, la que paga la cuenta y pone los muertos.
Están muy contentos los constitucionalistas porque con la suma de los escaños de los perdedores creen que le han ganado la batalla electoral al padre fundador del separatismo, al PNV. Y con la aritmética parlamentaria operando en la calculadora, probablemente sea así. Pero el separatismo no ha sido, de ninguna manera, derrotado en las urnas. Que nadie se engañe: El tal Pachi López no será más que un lehendakari placebo para el separatismo, así que pase que en unas semanas le bailen el aurresku en el Parlamento vasco. Un placebo circunstancial y políticamente esquizofrénico, pues si el PSOE mantiene su alianza de gobierno en Cataluña con los separatistas de Esquerra Republicana, ¿por qué y para qué romperla en Vascongadas?
La ecuación de poder -tras el resultado electoral vasco- es, sencillamente, aterradora. O gobierna el PNV –un partido que sí cree en España, pues para odiarla tanto hay que creer en ella ya que nadie odia lo que no existe ni se afana en destruir lo que es irreal-, o gobierna Pachi “placebo”, tontiloco unamuniano del PSOE –partido para el que España es algo discutido y discutible-. Queda el PP, cuya fuerza táctica y estratégica reside en estos momentos, precisamente, en su debilidad. Es el PP el que tiene la llave en la mano, curiosamente la misma llave que Carod Rovira le enseñaba, literalmente, muy chulo él, a Pascual Maragall para recordarle al presidente de la Generalidad quién mandaba de verdad en Cataluña en la primera legislatura social-separatista. Esperemos que el PP utilice esa llave para abrir los arcanos de España en Vasconia porque, el tal Pachi López, que nadie se engañe, es un placebo, sólo un placebo del separatismo vasco.
Editorial del programa "Sencillamente Radio" (Radio Intercontinental)
Eduardo García Serrano. 8 de marzo.
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