jueves, 23 de agosto de 2007

Lección de José Antonio Girón de Velasco a los trabajadores


Trabajadores, camaradas:

Nuestra doctrina es clara y sencilla y no hace falta ninguna clase de vulgarización para ponerla al alcance de todas las inteligencias. Cuantos quieren hacer de ella una jerga para iniciados, cuantos andan torturando sus cerebros en un prurito de quintaesenciar los conceptos, sólo han encontrado un buen sistema de perder el tiempo y el estilo. La verdad no necesita encubrirse entre nieblas porque su presencia a la luz es la más eficaz forma de ganar los espíritus. La Cruz, que es la suprema unidad, es el signo de la suprema sencillez. Nos proponemos en esta lección haceros un resumen de nuestra manera de pensar, pero hemos querido insistir antes en esta consideración. No tenemos una verdad para trabajadores y otra para filósofos. Estos que vamos a exponer son nuestros dogmas para todos. Lleguéis o no al convencimiento de que son los mejores, a vuestro lado o contra vosotros, hemos de seguir luchando por ellos hasta imponerlos en la Patria. Si os desanima examinar la distancia entre lo que decimos y lo que hacemos, entre una doctrina y una realidad, vuestro deber de trabajadores y de españoles es acortarla con vuestra acción. De esa misma desesperación se nutre nuestro coraje y tened la seguridad de que nos encontraréis a vuestro lado si os tienta la empresa de hacer verdad en la Patria cada consigna. Con esta esperanza os hablamos y con el objeto de no ser mañana responsables de que nos ignoréis hoy. No somos tantos, como pudiera pareceros, pero no es el número de quienes la defienden el que califica la verdad. Si una majadería repartida por un millón de bocas sigue siendo una majadería, la verdad defendida por una sola escuadra sigue siendo la verdad. Pero es indudable que en la rapidez con que ha de imponerse en sus realidades concretas influye, si no una fuerza física que no tenéis, la fuerza moral que la fe apasionada de todos los trabajadores de la Patria puede prestarle a la urgencia de nuestra victoria. En este sentido nos interesa vuestra incorporación. Para eso os hemos traído aquí. Y no tenemos por qué ocultar que estamos en el comienzo de una gran ofensiva para encuadrar a todos los españoles honrados -que se batieron por ideal en cualquier frente- bajo nuestras banderas. Una ofensiva que gane a nuestra doctrina nuevos hombres a los que interese hacerla realidad, para que la tragedia española tan cara en sangre que hemos vivido, no termine un buen día en una frívola pantomima de revolución.

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