domingo, 22 de junio de 2008

Del blog del padre Fortea


Aunque han sido muchos los vientos y tempestades que en meses pasados me han incitado a hablar sobre la COPE, hasta ahora siempre me había resistido. La razón, con ella no puedo ser objetivo.

Pero ya es hora de romper mi silencio, aunque guardándome mis motivos personales, que revelaré en su momento. Y rompo mi silencio para decir que la cadena es la que decide qué es una noticia y qué no lo es. Porque no es una cadena de información sino un perpetuo mitin político. Porque la cadena está dirigida por locutores absolutamente parciales que son un continuo ejemplo de lo que no es periodismo.

Yo hubiera deseado una cadena de los obispos que hubiera sido un verdadero ejemplo de radio. Una radio de calidad, con programas que buscaran ennoblecer a las personas. Programas con debates de gran altura, grandes plumas analizando la sociedad y la cultura, reportajes o incluso, por qué no, interpretaciones teatrales radiofónicas. La COPE debería haber sido la BBC española.

Lamentablemente, lo que oímos nos avergüenza, resulta inaceptable y por pronto que se remedie, ya será demasiado tarde. La cadena de los obispos no necesita cambiar a Los Santos, necesita un cambio radical en sus tres programas esenciales. No es un cambio de personas la solución. Por supuesto que habría que despedir a todos, a los tres, y a cada uno por una razón distinta. Pero ése sería un remedio insuficiente. Lo primero que deben plantearse los obispos es qué radio es la que ellos quieren poseer, qué radio es la que tendrían que tener los sucesores de los Apóstoles, qué radio es la que desearían Pedro, Juan, Bernabé, Bartolomé… Por fin un lugar en la Red donde poder comunicarme diariamente con todos aquellos que no me quieren y con los que me guardan un cierto afecto. LA COPE II: la cuestión no es POR QUÉ, sino QUIÉN.

Lo primero que deben plantearse los obispos es qué radio es la que ellos quieren poseer, qué radio es la que tendrían que tener los sucesores de los Apóstoles, qué radio es la que desearían Pedro, Juan, Bernabé, Bartolomé…

Ellos, los Doce que estuvieron con Jesús durante tres años, hubieran querido una radio, sí, sin ninguna duda. Pero de ningún modo ésta. Insisto, no es un cambio de una persona, ni de todas, lo que se necesita, sino un cambio copernicano, o mejor dicho COPErnicano.

No soy ingenuo, sé que ese ideal de radio no lo vamos a tener. No me hago ninguna ilusión. Ni la más mínima. No, no nos van a dar esa radio óptima de la que sentirnos orgullosos, una radio que sea un ejemplo internacional de calidad, un modelo de medio de comunicación que prescinda completamente de lo que busca la audiencia. Una radio dirigida por un John Henry Newman de nuestra época, o por un Umberto Eco cristiano (o no), o por un arrollador Emiliano Tardif, o por un gran intelectual que nos sorprenda y nos descubra que existe un tipo de radio en la que nunca habíamos pensado. No, eso no lo vamos a tener.

Pero al menos es imprescindible que se den cuenta de que esta situación no es que resulte insostenible, sino que hace ya mucho tiempo que ha ido más allá de todo sentido común.

El problema de la COPE no es Los Santos. Hay que empezar de nuevo radicalmente. Yo despediría hasta a las mujeres de la limpieza.

Por supuesto que hay buenos profesionales en esa cadena, seguro. Pero todos quedan eclipsados muy a su pesar por una situación anómala como ésta. Enfermedad radiofónica de la que Los Santos o Vidal y otros, no son la causa, sino sólo un síntoma. La causa es otra.

Durante muchos meses me he preguntado cómo una situación así era posible. No es por el dinero, es cierto que la radio no ingresa dinero en la Conferencia Episcopal Española. Esto último siempre me ha escandalizado. No es por apoyo de los obispos, muchos obispos aplaudirían estas palabras mías sobre la COPE. Cada vez son más entre ellos los que abiertamente critican a la radio. No es por lo que piense la gente, la Iglesia muchas veces ha actuado frente el parecer de la mayoría. Ahí está el caso de la moral sexual.

¿Entonces por qué? ¿Por qué todos atacan a Los Santos y éste se mantiene? Esto ha sido para mí un misterio real mucho más interesante que el ficticio de Da Vinci.

Honestamente he llegado a la siguiente conclusión. Conclusión que va a sonar extraña, pero que me parece la única posible. Alguien en Roma, alguien muy importante, de los más importantes, para mantener su nivel de español escucha a Los Santos con frecuencia. Y ese alguien le ha transmitido de forma personal al cardenal Rouco Varela que resista, que mantenga a este periodista contra viento y marea, que él le apoyará pase lo que pase.

Sólo bajo esta hipótesis se puede explicar esta situación. De lo contrario, ni siquiera el cardenal de Madrid, ni ocho arzobispos de España juntos, ni media Conferencia Episcopal unida hubiera podido mantenerse firme frente al clamor general de todas las mentes pensantes de la Iglesia española.

En cuanto a la COPE hace ya tiempo que el POR QUÉ ha sido sustituido por el QUIÉN. Esta resistencia numantina de muy pocos eclesiásticos frente a todos los demás, sólo se puede explicar por una razón del tipo que he explicado. Y mucho más cuando en el mundo eclesiástico nadie se encierra en un alcázar, sino que todo se hace por consenso. Esta excepción a la regla, sin duda, tiene su causa aunque no la conozcamos. Quizá alguien dentro de veinte o treinta años escriba sus memorias y todos la descubramos. Una historia sin muertos, pero espero que con mucha intriga. Vamos, no creo que a Gallardón le de por suicidarse por no poder resistir la presión de Los Santos de la Iglesia. Qué gran cosa es la virtud de la Esperanza. Eso sí, la Esperanza sin Prisa. Esta última frase está totalmente fuera de lugar, pero me encanta.


Perdón, perdón.


No hay comentarios: