martes, 16 de marzo de 2010

Los plantados saben morir de pie


Cuando hace unas fechas, el miserable, cobarde, despreciable "Gili" Toledo se ganaba, por esta semana, el premio al Imbécil Internacional del año - que generalmente ostenta Zapatero y que concede virtualmente este programa – cuando hablaba de Cuba y de la muerte de Orlando Zapata, al que definió como un delincuente común, y se refirió al perfil de los presos políticos cubanos tildándolos de terroristas, no sabía - seguramente - hasta qué punto su baba, su putrefacto planteamiento, lo dejaba en evidencia.
No, no me refiero al sindicato de la ceja. Ese que, con sorprendentes excepciones, ha acudido en defensa del excremento cinematográfico como un solo hombre – ahí tenemos sin ir más lejos a Miguel Bosé que, por alguna razón desconocida no se ha trasladado a vivir todavía al paraíso cubano – nos referimos a sus propios planteamientos. Y es que resulta que según sus propias declaraciones, si uno atenta gravemente contra la patria, si uno comete actos de terrorismo y se le niega, por supuesto, el derecho a ser considerado preso político; si uno es, en definitiva, un preso común “como todos los disidentes cubanos” - "gili tolerdo" dixit – no tiene nada de particular pasarte 30 años encerrado en una democrática prisión y dejarte morir de hambre.

Ello implica, claro, creer en el concepto de patria, reconocer que existe el terrorismo, negar que el terrorismo sea una causa política y despreocuparte de si se mueren o no semejantes seres. El problema es que esta escoria ha caído en su propia trampa, porque en Cuba los que los que pelean con la sola fuerza de su voluntad y de sus hechos, los que están dispuestos a dejarse morir – y lo hacen - por principios tales como la Libertad y la Patria, son precisamente los disidentes, mientras que en España, donde descerebrados como este afirman que los “barcos españoles van a robar a Somalia” o que “en España también han muerto decenas de presos en las cárceles”, son los terroristas, los asesinos, los apátridas y los canallas los que se convierten en santos de su devoción atea y marxista.

Así, sindicalistas cejudos como el fallecido en buena hora Pepe Rubianes – aquel que ”se cagaba en España y le sudaba los cojones...” recibía el aplauso de todos estos canallas que apelaban a la libertad de expresión mientras le dedican calles previamente arrancadas al “Almirante Cervera”; aquellos otros que llevaban al teatro obras con tan sugerente título como “Me cago en Dios”, merecían la solidaridad de todos ellos; El multi asesino psicópata De Juana Chaos, era considerado un "soldado" y despertaba la solidaridad ante la, por otra parte imposible, muerte de dieta de jamón serrano y sexo que se daba en los hospitales españoles y Aminatur Haidar – esta sí con nuestra comprensión – llevaba a todos a la protesta y la movilización por su inminente muerte.

Están trazadas las fronteras y es necesario alinearse. De un lado están los liberticidas, los canallas, los asesinos activos o pasivos, los marxistas de siempre y toda su cohorte de ricos subvencionados para vivir como dioses en el paraíso capitalista e ir de vacaciones a buscar “jineteras” y fumarse puros a costa de la sangre cubana; de la otra estamos quienes creemos de verdad en la Patria, en la Justicia, en la Libertad, en los valores por los que merece la pena entregar la vida al servicio de una gran empresa. Y con este estado de cosas sólo podemos estar con los Orlando Zapata, con los Guillermo Fariñas y con tantos otros que han demostrado que su concepto de una Cuba Libre merece ser vivido, hasta morir por ello.

Vendrán otros tiempos, acabado el castrismo, en los que quizá tengamos que juzgar con dureza a quienes sustituyan al dictador, pero todo eso vendrá después de que el pueblo cubano reciba hoy nuestro apoyo y nuestra mayor consideración.

Hoy le vamos a explicar a "Gili Tolerdo", a Miguel Bosé, a Moratinos, a Zapatero - tan remisos ellos a realizar condenas - lo que hay de verdad detrás de la disidencia. Será en la tertulia, donde también dedicaremos nuestro particular homenaje a las víctimas del 11-M - de cuyo atentado hoy se cumple el sexto aniversario - de la única forma que sabemos hacerlo los falangistas: exigiendo la Verdad, pero sobre todo, exigiendo Justicia.

Pero será después de nuestro ya casi habitual recorrido por la Memoria Histórica, pues hoy traemos a examen a un personaje controvertido que, como todos los vinculados al régimen anterior – y en muchos casos aunque no lo fueran – ya ha sido desprovisto de sus reconocimientos, y su estatua ignominiosamente arrancada de su lugar. Hoy, con su biógrafo más reciente, nos acompañará, de alguna manera, el general Yagüe, el general falangista de Franco. Acomódense y escúchennos.
Martín Ynestrillas

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